miércoles, 13 de julio de 2022

(VII) LA TRANSICIÓN VISTA DESDE CAMPILLOS, POR CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO (VII): CAPÍTULO SEXTO. LA TRANSICIÓN EN LA PROVINCIA DE MÁLAGA.

 

CAPITULO SEXTO:


LA TRANSICIÓN EN LA PROVINCIA DE MÁLAGA



1.- CAMPILLOS en las imágenes de posguerra.


Si Nuestro Señor Jesucristo, después de la guerra civil, hubiese bajado a Campillos con una cámara en la mano, por supuesto no forjaría parábolas (“Una vez iba un samaritano de Jerusalem a Jericó…”),pero hubiese filmado imágenes parecidas a las que podemos ver en “Miscelánea Campillera” de Idelfonso Felguera Herrera. Y a lo mejor nos ayudaría a comprender que todos fuimos muy buenos y muy santos, pero a la vez tan perversos como en todas las guerras civiles, porque unos y otros, antes o después, fuimos agresores y agredidos, entendiendo que, los que habían hecho amargo el pan del prójimo, acabarían siendo sus víctimas y después sayones de los anteriores verdugos. Eso hubiera filmado Nuestro Señor Jesucristo, naturalmente, si se lo hubiese permitido la censura.

En “MISCELÁNEA CAMPILLERA” se exhibe una batería muy valiosa de fotos que nos ofrecen el rostro resucitado de un pueblo en la posguerra. Una ristra de láminas con pie de foto y sin texto. No lo necesita. El lenguaje de las imágenes dice más que la retórica de las palabras. Esas fotografías, dejadas caer o tal vez distribuidas sabiamente, nos dan una visión amable, fresca y auténtica, de un pueblo que ha salido de una guerra civil, que supo perdonar sin recortar la esperanza de sus legítimos sueños, y seguir adelante.

Yo no conocí Campillos hasta el otoño de 1964, pero viendo esas fotos, puedo apreciar el renacer de un pueblo normal. Un pueblo como el que vemos en “El Pan Nuestro de Cada Día”, de King Vidor, o en “Surcos” de J. Antonio Nieves Conde, pero sin material sórdido(rencor, espanto, miradas torvas). Tampoco hay nostalgia sobre paraísos de pureza política. Parecen fotogramas sueltos de una película del Neorrealismo italiano, como si hubieran sido filmados por un Vittorio de Sica, para un guión de Cesare Zavattini, con aquellos fondos musicales de Nino Rota.

Las fotos referidas al campo me recuerdan a “Cuatro pasos por las nubes” de Alessandro Blasetti. Un paisaje virgiliano: Competiciones sobre labranza; arando, trasportando gavillas, descargando mieses, envasando el trigo limpio, mulos y carros portando el grano desde las tierras que nos alimentan. Las fotos de un Campillos con barriadas menesterosas; gentes samaritanas ofreciendo de comer a los pobres; obreros yendo a trabajar al campo en bicicleta; así como campañas de Navidad “Todos a Una”, testimonian sobre las penurias consecuentes de una guerra, haciéndonos recordar “El Limpiabotas”, “Ladrón de Bicicletas” o “Milagro en Milán” (tres films de Vitorio de Sica realizados bajo la estética del Neorrealismo Italiano). Y las autoridades acudiendo a solventar los problemas allí donde se encuentra la escasez, por ejemplo de viviendas. Si de Campillos siempre me ha llamado la atención ese notable esmero que orna a sus mujeres reflejado en el orden que preside su ajuar y la limpieza de sus casas (desde que barrían la acera, encalaban de blanco las paredes dos veces al año y engalanaban los balcones con búcaros de begonias y alelíes), lo confirman las imágenes: no hay desdoro, ni hay suciedad en los barreños, ni espacios descuidados. Nada que despiojar. Tampoco se observan situaciones de crudeza ni cuadros folletinescos o maniquís de cera. Nada es ficticio. Lo que destaca y sobresale es un pequeño mundo de verdad y de apertura a soluciones colectivas. Un gran acierto en la obra de Ildelfonso Felguera Herrera.

Información sobre el gremio de panaderos, mesa para elecciones sindicales y muchas procesiones. Un neorrealismo vertical aunando lo social con lo religioso: procesiones matinales, mañanas de acompañamiento, Cuerpo de Romanos en las mañanas de Jesús, La Pollinica, salida del Nazareno a recorrer las calles. El mismo recorrido que otro día hará el Gobernador entre el cura párroco y el alcalde don Manuel Recio Campos. Don Manuel Recio Campos, un hombre singular que, junto a aquel ilustre Secretario Ignacio Huelin, situaron a Campillos en lo mejor de su historia. Por lo que me dicen y conozco, puedo afirmar que D. Manuel Recio Campos ha sido para Campillos uno de los alcaldes más notables y mejor considerados a lo largo del siglo XX:



D. Manuel Recio Campos, Alcalde de CAMPILLOS (Málaga) (3-II-1952/ 13-V-1965).




D. Ignacio Javier Huelin Vallejo, Secretario del Ayuntamiento de CAMPILLOS, con D. Manuel Recio Campos de Alcalde, fue Diputado de la Constituyente y primera legislatura. Casado. 5 hijos. Cursó Derecho en la Universidad de Granada. Realizó el Doctorado en la Universidad de Madrid. Ayudante de clases prácticas de Derecho Político en la Universidad de Granada, ingresando posteriormente en el Cuerpo de Secretarios de Administración Local de Primera Categoría. Fue Secretario de la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol occidental de Málaga. Diputado por la provincia de Málaga en la Legislatura Constituyente de 1977. Representante de UCD en la Comisión que negoció con el Gobierno la redacción del Decreto de Preautonomía para Andalucía. Miembro de la primera Junta de Andalucía. Portavoz de UCD en la Comisión Mixta de transferencias Junta-Diputaciones:


D. Ignacio Huelin Vallejo.




En la foto siguiente, las personas que aparecen, de izquierda a derecha, son las siguientes: El Guardia Municipal es D. Pedro Gómez Luna. El que le sigue, entre Pedro Gómez y el sacerdote, es D. Alfonso Valencia Lozano. El cura es D. José Sánchez Platero. Y, a su izquierda, el Gobernador Civil, D. Antonio José García Rodríguez-Acosta. Entre el Gobernador y el Guardia Civil, Ignacio Huelin con la cabeza levemente inclinada escuchando al Alcalde D. Manuel Recio Campos. A su izquierda, el Guardia Civil Subteniente Cervera. Y, cerrando la línea delantera, el Guardia Municipal D. Juan Toscano Padilla:





Las fotos de D. Ildefonso Felguera ofrecen cursillos para falanges juveniles, reparto de brazaletes, gimnasia femenina bajo el yugo y las flechas, bailes de la Sección Femenina mostrando cuerpos de mujeres que parecen ninfas al sol; cadetes por aquí y por allá, brazo en alto, desfilando de tres en fondo por la calle Real; un sector del pueblo en medio de tricornios y uniformes falangistas, delante de La Lobilla, a la sombra de balcones con el Yugo y Las Flechas, más un letrero que dice “Todo por la Patria”. Como acorde final, medio pueblo, brazo en alto, cantando el “Cara Al Sol Con La Camisa Vieja Que Tú Bordaste En Rojo Ayer…”, ante la Cruz de los Caídos.

Y por todas partes los iconos de Falange.

No hay embarullamientos. No es la alegría de un circo. Todo es verdad. Es Campillos: Una sociedad de posguerra, se ve en los uniformes y en las insignias. Es Campillos: Un pueblo obstinado y firme en sus valores y creencias, que sabía perdonar y seguir adelante.


2. El nuevo alcalde neutraliza los signos falangistas.


Los muy honorables miembros de La Falange, en Campillos, cuando muere FRANCISCO FRANCO:




Falange Española había sido un partido fundado en 1934 con la pretensión de defender el patriotismo español y un sindicalismo revolucionario. El 19 de Abril de 1937 Falange dejó de existir como tal partido político y por el Decreto de Unificación se establecía una organización política que se denominó F.E.T. y de las JONS y después Movimiento Nacional.





El 20 de Abril de 1937, el Boletín Oficial publicó un decreto, firmado la víspera en Salamanca, en el que el general Francisco Franco, Jefe del Gobierno del Estado Español, establecía textualmente que:

Falange Española y Requetés, con sus actuales servicios y elementos, se integran, bajo mi Jefatura, en una sola entidad política de carácter nacional, que de momento se denominará Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. (…) Quedan disueltas las demás organizaciones y partidos políticos”.

De esta forma culminó el proceso de abolición de aquel complejo sistema de partidos derechistas que se había mostrado incapaz de evitar el triunfo electoral del Frente Popular y que más tarde se había subordinado a los generales alzados contra el Régimen constitucional en julio de 1936. Y así, los falangistas, los carlistas, los católicos de la CEDA, los conservadores del Partido Agrario, así como los alfonsinos de Renovación Española, todos se integraban, en base al Decreto de Unificación, en el partido único característico de un Estado totalitario. Algunas resistencias como las del carlista Fal Conde o el falangista Hedilla, se neutralizaron con años de cárcel y el destierro.




Hubo manifestaciones de rebeldía con la intención de “falangistizar” el Régimen de Franco, pero el Franquismo nunca fue ni quiso ser falangista. El nuevo Estado surgido de la Guerra Civil se limitaba a hacer uso de la parafernalia y de la liturgia falangista tan sólo con el fin de atraer a un amplio porcentaje de españoles. No es éste el momento para adentrarnos en un análisis pormenorizado sobre el devenir falangista. La impopularidad del Movimiento Nacional, tanto a nivel de calle como en el extranjero, y el asalto al poder por parte del Opus Dei (1957), propiciaron aquellas reuniones hacia la creación de los Círculos José Antonio (finales de 1959) y el Frente de Estudiantes Sindicalistas (FES) que se lanzó a la calle para desenmascarar al Régimen, un Régimen que (se decía) estaba traicionando la Revolución por la que tantos falangistas habían dado la vida en la Guerra Civil.

Esta era la composición de lugar que se vivía en Málaga y Campillos a la muerte de Franco, cuando yo accedo a la Alcaldía. Los políticos malagueños, exceptuando al entonces joven Presidente de la Diputación, Paco de la Torre, casi todos eran falangistas. La Falange de Campillos compuesta por un grupo de hombres honestos, algunos muy jóvenes, dirigía la política social del pueblo y, tras la muerte de Franco, supo plegarse y aceptar con toda naturalidad los nuevos paradigmas de la transición.



De manera que, una mañana a los pocos días de entrar yo en la Alcaldía, hablé con Alfonso Aguilar por entonces encargado de Obras del Ayuntamiento. Le dije: Alfonso, te voy a encargar dos delicadas operaciones.

Lo que usted diga”, se ofrecía Alfonso Aguilar tan correcto él, siempre en un tono de receptividad relajada y viéndolas venir, al tiempo que movía su cuerpo de aquí para allá. En ésas, le pregunté: “¿He dicho dos delicadas operaciones?” Sí, señor -me advierte-, eso ha dicho usted. Y expongo: “Vamos a ver, Alfonso. Primero: Coges dos o tres hombres y me vas a desmontar toda la parafernalia falangista, yugos y flechas junto a tinajas y guadañas que tenemos al otro lado de la gasolinera, y en la plaza del Cardenal Spínola. Segundo: En la calle Santa Ana, sobre la pared del viejo edificio del Ayuntamiento, hay una placa. La retiráis con mucho cuidadito y la guardáis en el Matadero Municipal como si de una “reliquia” se tratase. Quienes vengan después de nosotros dirán qué hacer con ella.




Retirar el yugo y las flechas, emblemas que provenían de la época de los Reyes Católicos, apenas molestó a las gentes. En cuanto a la lápida, hubo división de pareceres. Entre algunos miembros del Casino me consta que no agradó. Yo asumía toda la responsabilidad. Para colocar las banderas de Andalucía, cambiar las lápidas de los Caídos, o sancionar de un golpe todas las obras sin licencia municipal, se lo había expuesto antes al Gobernador y contaba con su respaldo. Respecto a la placa en mármol situada en la pared del Ayuntamiento, lo tuve muy claro: No necesitaba permiso de nadie. Lo palpaba. Aquella lápida y su lenguaje del Pleistoceno, después de cuarenta años, contradecían la estética y la ética moderna de Campillos, un pueblo que (cuando su alma se serena y cae la noche) sabe perdonar y, sin recortar sus sueños, seguir adelante. Decía la lápida:




El XIII – IX – MCMXXXVI, fue liberada esta Villa de la dominación de las hordas marxistas, por nuestro glorioso ejército al mando del heroico general Varela”



Texto que en 1976, a mi parecer, carecía de sentido. Una “horda” no es otra cosa que un grupo social que no está ajustadamente organizado, luego todas las sociedades derivan de una horda tribal. Lo de “marxistas” nos llevaría muy lejos. Nadie, nunca, ha aclarado qué quiere decir “marxismo”. Los autores de esa lápida negaban la inestabilidad e impermanencia de todas las cosas, que son y no son a la vez. Y un político -creía yo- siempre ha de valerse de su sabiduría, sabiduría en el uso de la Razón que gobierna todas las cosas a través de todas las cosas. Desde los organismos oficiales de Málaga, nadie me dijo nada.




3. - La Falange en Málaga sigue viva.


Confirmados los nuevos alcaldes, a continuación procedía elegir a los diputados provinciales y éstos al Presidente de la Diputación. La Falange de Málaga desplegó toda su artillería para situar a D. Francisco Cabeza López como Presidente de la Excma. Diputación. ¿Cómo? Paso a paso. Primero asegurándose que, por cada comarca natural, fuese elegido un alcalde falangista dispuesto a prestar su voto para Pancho Cabeza. Acontecieron bastantes cosas. Voy a referirme sólo a dos:

Entre los alcaldes de la comarca de Antequera, había alguno que no estaba dispuesto a votar a Joaquín Jiménez Hidalgo. A ésos se les invitó a Málaga a dormir en un hotel la noche anterior a la votación, y allí recibieron el adoctrinamiento pertinente hasta que aceptaron secundar el proyecto falangista. Punto uno.

Punto dos: Y, por ser Campillos cabecera de comarca, siempre su Alcalde era el diputado provincial. Pero esta vez se alteró el criterio. La Falange reunió a los Alcaldes de su cuerda (Ardales, Carratraca, Cañete la Real, Teba, Almargen y Sierra de Yeguas). De esa reunión se nos excluyó a Alfonso Ruiz Padilla (alcalde de Cuevas del Becerro) y a mí (alcalde de Campillos), quien siempre era diputado provincial por ser Campillos cabecera de comarca. Sin embargo asistió y estuvo presente D. Juan Cantano Solís (sin comentarios), que ya no era alcalde. Se trataba de que el diputado comarcal no fuese el alcalde de Campillos, sino el de Cañete la Real, Gonzalo Cuevas. La estrategia se montaba contra mí, pero también contra Campillos (estando presente el anterior alcalde, Juan Cantano) y surtió todos los efectos.

Gonzalo Cuevas, alcalde de Cañete la Real, además de su propio voto, recibió los de Teba, Almárgen y Sierra de Yeguas (4 votos). Los alcaldes de Ardales y Carratraca votaron al Alcalde de Ardales (2 votos). Los alcaldes de Cuevas del Becerro y Campillos votamos César (2 votos). La estrategia para que los alcaldes no falangistas no fuéramos elegidos diputados, resultó ser irrisoriamente taxativa. Y, de esta manera, la Falange de Málaga se aseguraba a un falangista (Francisco Cabeza López ), y no a Paco de la Rosa, como Presidente de la Diputación. A continuación, el alcalde de Antequera don Joaquín Jiménez Hidalgo, sería nombrado Vicepresidente (1976-1978). Y más tarde Presidente de la Diputación Provincial de Málaga (1978-1979) cuando don Francisco Cabeza López fue nombrado senador.

Don Francisco Cabeza, todo hay que decirlo, era una persona muy lista y muy elocuente. Sus discursos enfervorizaban. A mí me recibió unas cuantas veces en su despacho: Siempre me felicitaba porque había leído mis artículos en Sol de España (“Bienestar y Bien ser”, “Andalucía y su Bandera” “La política nacional vista por un alcalde de pueblo”, etc.). Me trataba con muchísima educación, con muy buenas formas, mas había un algo entre nosotros dos, no sabría yo decir lo qué (¿Acaso por no ser yo “puro”=falangista?). Seguramente. Pero reconozco, sin embargo, que su trato era exquisito y hasta pienso que hacía por Campillos cuanto podía, pero amigo… ¡Eso es la política, qué se le va hacer! Lo mismo que hoy: PP, PSOE, IU o el “sursuncorda”. Los de un partido sólo ayudan a los de su partido. Para los otros, las migajas. Recuerdo que una vez (por culpa de una riada) necesitábamos adecentar la acera del Instituto; y, cuando llegó una remesa de dinero, a Campillos el entonces Gobernador D. José González de la Puerta, nos dio 19.000 pts. y a Miguel Galán Escalante, alcalde de Teba, más de un millón para que adornase una plaza con una fuente similar a la del Patio de los Leones de la Alhambra de Granada. El problema era más complejo, y de esto sólo entiende quien es o ha sido alcalde. Las 19.000 pts. que se nos adjudicaban para arreglar las aceras del Instituto de Bachillerato, era un dinero para cubrir el “Paro obrero”. Quiere decir que sólo se podía emplear en salarios. ¿Y los materiales? ¿De dónde sacábamos el dinero para los materiales? Sin embargo, a Teba, porque su alcalde era falangista, dinero a manos llenas.

En una ceremonia previa a la elección de diputados provinciales, a los cien alcaldes se nos había convocado para una reunión conjunta en la que el Gobernador, don José González de la Puerta, nos zarandeó con un discurso exuberante en ideas, muy recio y punitivo contra el Marxismo. Recuerdo bien que Alfonso Ruiz y yo nos mirábamos, como diciendo: ¿Contra quién se estará dirigiendo? Lo comprenderíamos no mucho después, cuando tuvimos conocimiento de aquel pulso tan fuerte entre el Gobierno Civil de Málaga y el Alcalde de Casares.

Para que ustedes se hagan cargo del ambiente y atmósfera política que se respiraba en Málaga, permítanme dos o tres botones de muestra: Por aquellos días de Febrero o Marzo del 76, nos convocaron para un acto en el edificio de Falange con sede en la alameda Colón de Málaga. Dos días antes, por la noche, recibí una llamada telefónica del Sub-Jefe Provincial del Movimiento, don José Medina Martín, proponiéndome que yo hablase en nombre de todos los alcaldes. Recuerdo el final de aquella llamada. Me dijo: “¡Amigo César: Si bueno y breve, dos veces bueno. Buenas noches!”.

Después de colgar el teléfono, me quedé pensando: ¿Esto qué es? ¿Un pulso, una trampa? ¿Desean ver lo que bulle en mi cabeza? Lo hablé con Caballero Mesa, diciéndole: ¿De qué hablo? ¿En qué términos me dirijo a los presentes? Paco Caballero Mesa me aconsejó: “No digas camaradas, di compañeros en la tarea de España”. Y me preparé un medio discurso que, cuando lo recuerdo, me sonrojo por las tonterías que allí dije.

Nos fuimos en taxi Alfonso Ruiz Padilla, Juan Garceso (mi Segundo Teniente Alcalde) y yo. Cuando me llegó el turno, saqué mis dos o tres folios y comencé leyendo: “Compañeros en la tarea de España…”, perdiéndome en estúpidas reflexiones metalinguísticas sobre el pensamiento de Thomas Hobbes, cuando afirma que el orden social no se puede fundamentar en la fuerza ya que la fuerza no confiere derecho. Y me subí por las ramas hablando del “Leviatán”, ese Estado devorador de hombres en lugar de realizador de personas, y venga y venga más chorradas. Se me había dicho que “si bueno y breve, dos veces bueno”, pero yo lo estaba haciendo todo al revés. Para colmo, cerré mi intervención retornando a los comienzos, volviendo a referirme a los allí presentes llamándoles “compañeros en la tarea de España”.

A continuación tomó la palabra el Gobernador. Recuerdo que don José González de la Puerta, en el transcurso de sus palabras, llegado un momento, afirmó: “Como bien ha dicho el alcalde de Campillos…”.

Pero, cuando había finalizado el acto y salíamos por la puerta, se me acercó por detrás un joven, puso la mano en mi hombro con fuerza y casi me gritó: “¡Oiga usted! En esta casa no se dice compañero, se dice camarada”. Y yo le contesté: “¡Oiga usted! Ésta no es mi casa, señor! ¡Mi casa está en Campillos! Pero si usted lo que quiere decirme es que “compañero” es un término comunista, y “camarada” es término falangista, permítame que le diga: El primer camarada fue el Camarada Stalin, después el camarada Kravchenko (Víctor Andreiev Vich), un ministro de Stalin que se fugó a los Estados Unidos y que al llegar escribió un libro que lleva por título “Yo Escogí La Libertad”. De manera que ya sois tres los camaradas (¡Stalin, Kravchenko y usted!). Y, de “camarada” viene “camarilla".

-"¡Oiga usted!”, volvía a increparme aquel joven.

Pero el secretario del Gobernador, cogiéndolo por un brazo se lo llevó a otra parte.

Cuando veníamos de camino para Campillos, me dice Juan Garceso: don César, mientras usted estaba hablando, algunos decían por lo bajinis: “A ver si vamos tener que levantar el puño”.

Mi discurso ni siquiera había sido político; sólo un adefesio filosófico.


Un día, viendo que la Falange no nos concedía el ambulatorio porque Campillos no había votado a D. Juan Cantano (falangista), sino a César, me fui a Madrid, a la Delegación General del Instituto Nacional de Previsión (entre Cibeles y la Puerta de Alcalá, más arriba del Palacio de Comunicaciones, subiendo a mano derecha). Yo conocía muy bien aquel edificio porque en mi época de estudiante íbamos allí con bastante frecuencia, por dos motivos: Después de la Biblioteca Nacional o la biblioteca del Ateneo de Madrid, en ese edificio se encontraba la mejor surtida en libros de Historia. En ese edificio había además un Salón de Actos sensacional que acogía a un cineclub. Recuerdo haber visto en ese cineclub las diversas retrospectivas sobre algunos directores de cine como Ingmar Bergman, H. G. Clouzot o Leopoldo Torre Nilson, director argentino casado con la novelista Beatriz Guido. Y dado que el Ayuntamiento de Campillos convoca un certamen de Cortos con la denominación de “Paco Rabal”, permítanme que recuerde una película que vimos y analizamos en ese cineclub del Edificio de la Delegación General del Instituto Nacional de Previsión, una tarde de Diciembre de 1963. Siendo una película no recomendada para menores, se titulaba “La Terraza”:

“…Laura, pupila de un colegio de monjas, retorna en vacaciones a un pueblo de provincias en Argentina. Allí le esperan su madre y su tía, que trabajan como costureras. La joven se sirve de los deseos que ella despierta en Miguel para comenzar la investigación sobre un viejo misterio familiar. Toda la ciudad sabe que en una habitación en “La Terraza” de la casa vive alguien escondido. Al leer Laura una carta de una supuesta tía Inés que vive en los Estados Unidos, comienza a enterarse de una macabra historia de hace veinte años. En ese tiempo la tía Inés era la novia del playboy de la ciudad, un tal Cristóbal Achával (Francisco Rabal, en la película)…”

La Terraza”, dirigida por Leopoldo Torre Nilson, se basaba en una novela de su esposa Beatriz Guido, inspirada en ese mundo opresivo (religión, costumbres, puritanismo) tan propio de las flaquezas y contradicciones humanas.

La película fue presentada por el mismo Francisco Rabal, un Paco Rabal joven, vestido con traje azul, de voz algo desgarrada y fuerte, luciendo aquella cicatriz en su nariz que le hacía aparentar ser un tanto canalla, es decir, más interesante para las mujeres. Y no sé por qué, “La Terraza”, al recordarla, se me antojaba un arquetipo sobre la vida, una vida idéntica a la política de alta alcurnia que se gastaban en Málaga, tan cargada de egoísmo, recovecos y pasión.

Volver, después de unos cuantos años al mismo edificio donde yo me había ilustrado en historia del arte y en el arte del cine, pero sobre cometidos tan ajenos al arte, la verdad, me sentía una chispa conmocionado. Yo iba a ver si conseguía el consultorio médico para Campillos, que la Falange de Málaga le había negado al pueblo por no haber votado a don Juan Cantano Solís. Me atendió una persona (creo recordar) que se llamaba Martínez Estrada, un hombretón que pesaría más de 120 kilos, era médico, pero no recuerdo bien si era Delegado o Subdelegado General del Instituto Nacional de Prevision. Por allí andaba también un tal Guerra Zunzunegui y Coca de la Piñera, todos falangistas del ala de don Raimundo Fernández Cuesta.

Argumenté al Sr. Martínez Estrada diciéndole que la Seguridad Social, en el pueblo de Campillos, llevaba más de cinco años pagando un alquiler de 15.000 pts. mensuales por un local vacío en el edificio San Pedro (donde luego estuvo Correos), haciéndole ver que eso era tirar el dinero en lugar de emplearlo para acomodar un consultorio médico. ¿Y saben ustedes qué me respondió aquel Director General? Pues, que eso no era ningún problema, que como el de Campillos (quería decir pagando alquileres sobre una entelequia) tenían en España miles de casos.

Y…

Estaba hablando yo con ese señor, cuando sonó su teléfono. Al otro lado del hilo telefónico, el Presidente de la Diputación de Málaga, don Francisco Cabeza López. Delante de mis narices, aquel Delegado General le confirmó la concesión de Mil (o Cien, no recuerdo) Millones de pesetas para la construcción del Hospital Materno Infantil que hoy tiene Málaga. Fui testigo de esa confirmación. Y cuando aquel Delegado General del Instituto Nacional de Previsión colgó el teléfono, le dije: Yo soy alcalde de un pueblecito de Málaga. Tan sólo necesitamos un consultorio que costará unos 15 millones (o 15 mil, ya no recuerdo bien, de esto hace 50 años).

Y seguí diciéndole al Delegado General del Instituto Nacional de Previsión: Comprendo que Málaga tenga un excelente Materno Infantil, entre otras razones porque de él también podrá disfrutar la gente de Campillos. Lo que no entiendo es que ustedes repartan por criterios de color político. Campillos no tendrá consultorio porque cambió de alcalde, así lo ha decidido ese señor que acaba de hablar con usted. En Campillos había un alcalde de Falange. Yo no soy ni falangista, ni rojo, ni marxista. Pero de aquí me iré pensando que, para que tengamos un mundo limpio, no basta con que cada uno barra la puerta de su casa.

Eso dijo César. Si, en mi lugar, lo hubiera dicho Paco Rabal, con aquella voz fuerte y algo rota, y con la cicatriz en la nariz que le hacía parecer un tanto canalla y más atractivo para las hembras, tal vez Campillos no se hubiese quedado atrás.

Conclusión:

Para políticos voten ustedes a personas de voz cascada y un poquitín canallas. Eso parece que abre algunas puertas.





4. Cese del Gobernador D. José González de la Puerta y nombramiento de D. Enrique Riverola Pelayo. Ocaso de la Falange en Málaga.



Esta situación de política cerrada bajo las directrices de Falange, comenzó a desplomarse con el cambio de gobernador civil. Pasado un tiempo de aquel discurso tan directo, dirigido a todos los alcaldes de la provincia, pude comprender el sentido y el por qué, cuando comenzamos a tener noticias sobre el enfrentamiento entre el Gobierno Civil y el Alcalde de Casares, José Navarro Ferrer.

José Navarro insistía en homenajear a Blas Infante, nacido en Casares, bajo el lema o el grito de “Viva Andalucía Libre”, y la colocación de un busto de Blas Infante. El alcalde convocó una peregrinación a Casares para el día 1 de Mayo, del 1976. El Gobernador Civil envió la Guardia Civil y cortó la carretera. Al día siguiente, 2 de Mayo, hubo otra intentona para homenajear a Blas Infante, y otra vez lo impidió la Guardia Civil. Se dice que no accedieron los automóviles, pero sí las gentes cruzando por los campos. Y allí reunidos renovaban los gritos de “Viva Andalucía Libre”. El Alcalde volvió a convocar una tercera manifestación en Casares para el día 23 de Mayo. Y por tercera vez, el gobernador prohibía el homenaje a Blas Infante. Entonces, el alcalde de Casares envía un texto a las agencias para su publicación, que decía:


-“Ruego a los andaluces desistan de la buena y sana intención de subir a Casares el día 23, pues ese día Casares será el Gibraltar malagueño, como ya lo fuera los días 1 y 2 de los corrientes: estaremos incomunicados”.


La tensión entre el alcalde y el gobernador subió de tono siendo una caldera a punto de estallar. Fue Fraga Iribarne, entonces ministro de Gobernación, quien puso fin al tema de Casares cesando al gobernador, don José González de la Puerta y nombrando a don Enrique Riverola Pelayo, un abogado catalán que era de Alianza Popular, pero no falangista. Pepe Navarro sería cesado por Martín Villa cuando el nuevo gobierno de Adolfo Suárez.

Respecto al nuevo Gobernador, ese traspaso de poderes se llevó a cabo el día 19 de Junio de 1976, a las trece horas en un acto público celebrado en el mismo edificio de la Aduana o Gobierno Civil, al que fuimos invitados los cien alcaldes de la provincia, además de todas las autoridades.

Éramos mucha gente y estábamos muy apretados. La presidencia se extendía por una mesa muy larga. En el centro, el gobernador saliente, don José González de la Puerta. Al nuevo gobernador me lo habían colocado en un extremo, como de favor. Alguien leyó los Decretos de cese y de nombramiento. Don Enrique Riverola leyó su discurso allá en un rincón medio escondido detrás de un micrófono. Nadie recordaría sus palabras.



Don Enrique Riverola Pelayo (Gobernador entrante) leyendo su discurso:



El acto lo cerró el doctor D. José González de la Puerta.

Estábamos en Málaga. Quien llegaba era un catalán. Quien se despedía, un malagueño. Pepe González de la Puerta, puesto en pie (como se puede observar en la foto adjunta), la mirada firme, altiva y serena; la voz bien timbrada, los brazos fuertes y tranquilos, así, D. José González de la Puerta supo elaborar un discurso claro y brillante; un discurso sobre la lealtad a unos valores establecidos y aceptados por todas las gentes de orden y de bien.


D. José González de la Puerta, Gobernador de Málaga, en su despedida:



La persona a su derecha, en la fotografía de arriba, es Otero Novas, entonces Director General de Política Interior, en representación del Ministro Fraga. Un lucense que, años más tarde, fue Ministro de Educación.

D. José González de la Puerta, además de doctor en psiquiatría y coronel médico del cuerpo militar del aire, era falangista. De manera que, hablando con tranquilidad y coraje, supo estar por encima de todo lo contingente. Recuerdo el final: “Y, al despedirme de vosotros -afirmó-, quiero hacerlo con aquel grito que me enseñaron y aprendí desde mi juventud: ¡Arriba España!”.

Y arrancó un aplauso inmenso en potencia y tiempo.

Cuando íbamos saliendo a la calle, éramos unos cuantos como si fuéramos cantando “Si tú me dices ven…”. Cada uno buscaba la mejor salida para sus propias dudas. Al menos a mí, Málaga y sus calles me parecían una aldea rupestre. Y el mundo de la política, el jardín de Adonis; un jardín para flores efímeras.

Nada perturbaba los silencios.

Y en esa mañana soleada daba comienzo la transición en Málaga y su provincia.


FLASHBACK III.

Diario de D. Federico Manzano Sancho:


18 de Julio de 1936: Comienza la guerra civil.


Celebramos mi onomástica, San Federico que es hoy, en el Jardín de Villa Clotilde, reunidos todos con mis tíos y primos, tomándonos unas copas con sus correspondientes fiambres, porque “al mal tiempo, buena cara”, y Anita Sancho, que tiene en su casa mi aparato de radio, nos da la noticia del alzamiento militar publicado por D. Gonzalo Queipo de Llano desde Radio Sevilla.

Empieza la Guerra Civil: En las calles, el desconcierto, las radios a todo volumen incitando a la lucha desde el Gobierno de Madrid, mientras por otro lado las charlas de Queipo de Llano desde Sevilla proclaman su triunfo.

Un “maremagnun” que no sabe uno a qué carta quedar.

He salido con mi tío Antonio y traigo una mala impresión.


20 de Julio de 1.936:


Han pasado dos días y todo sigue igual. Pero oímos unos tiros de pistola a media tarde de hoy y es que el ejército se ha adherido al Movimiento y se ha adueñado de Granada, deteniendo al General militar y apoderándose del Ayuntamiento. Esto cambia. No nos queda más que esperar el resultado.

Desde Villa Clotilde, vemos llegar muchos aeroplanos que transportan a la Legión. Algunos días después llega el teniente legionario Juanito Salguero, gran amigo y pariente, y almorzamos con él mi tío Federico y yo en un Restaurant y nos dice que han tomado Bobadilla y que por el cortijo de la Alberquilla han matado y quemado a algunos de Campillos y que el Capitán no le quiso dar permiso para ir a ocupar este pueblo y salvar a su padre.

Quedamos aislados del resto de España, como si estuviéramos en una isla, y algunos días nos bombardean con aviones, cayendo algunas bombas cerca de Villa Clotilde. Así estamos durante Agosto y parte de Septiembre, sin más noticias que la prensa local y charlas de Queipo por radio, aunque el bullicio y animación por las noches en las calles principales y acera del Casino, todo con gran alumbrado, es extraordinario. Después de todo, no estábamos mal “viendo los toros desde la barrera”, aunque algunas balas han silbado por encima de nuestras cabezas en Villa Clotilde que han ido a matar a una niña pequeña que estaba jugando al borde de una acequia lejos de nosotros.

De vez en cuando nos llega la noticia de que en tal o cual camino han visto un cadáver y por nuestra parte, hemos ido a dar el pésame a la viuda de Castilla que es vecina nuestra.


26 de Julio de 1.936:


Día de Stª. Ana. Mientras en Granada festejamos la onomástica de mi tía, en Campillos matan hoy y entierran cerca de Govantes a mis íntimos amigos y correligionarios (lo que quiere decir que yo hubiera ido con ellos) Pedro Casasola Lasarte y su hermano Juan; asesinan también a Diego Moreno Casasola, Diego Campos Moreno y Juan Campos Giles, después de martirizarlos a palos en el Cuartel de la Guardia Civil por todo el que quiso ir a ensañarse con ellos y darles de beber en el cubo de la basura.

A los dos o tres días van a Ronda a por mí también íntimo amigo Francisco Hinojosa Lacárcel. Lo arrastraron atado al auto, porque los talones y partes bajas de su cadáver estaban destrozados. Le cortaron sus órganos genitales y finalmente lo matan y entierran junto a la carretera cerca de Cuevas del Becerro.



3 de Agosto de 1936:


Matan y queman en tierras del Cortijo de la Alberquilla, junto a la carretera, a los Curas D. Ramón García Ruiz, Párroco y a D. Cecilio Sánchez Molina, Coadjutor, por el sólo hecho de ser “Curas”, y precisamente por un individuo a quien D. Cecilio siempre estaba favoreciendo. Con ellos matan también a tío Juan Gallegos Cuellar y a mi concuñado Rafael Núñez Núñez.

Cuando regreso a Campillos, recojo sus calcinados restos mezclados con tierra y algunos pedazos de huesos. Entre ellos encuentro la alianza de oro de tío Juan que le doy a tía Juana. Posteriormente ésta le erigió una Cruz en el sitio de su muerte, que aún existe, y un Panteón en el Cementerio. En éste se enterró ella después y ruego a mis sucesores lo respeten y cuiden.



4 de Agosto de 1.936:


Desde que prendieron a tío Juan, tía Juana se ha ido a vivir a casa de su hermano Antonio y hoy, después de haber matado y quemado a aquél, ocupan su casa (C. Real, 30) y la convierten en cuartel de Milicianos. La llenan de pintadas, la saquean de ropa, despensa y todo lo transportable, destrozan todos sus papeles y documentos, entre ellos, las letras que respondían del Abono y créditos recibidos del Sindicato por los labradores y libros de los mismos.


8 de Agosto de 1.936:


Matan y entierran en la carretera de Almargen a mi íntimo y extraordinario amigo D. José Sánchez Molina. Si hubiera vivido ¡Qué gran labor social hubiera hecho y qué gran ejemplo nos habría dado por lo sociólogo que era, y que ya había empezado parcelando sus tierras a medias con los obreros! ¡Cuántas veces y con qué satisfacción me decía: “Ya se gana Valencia 4.000 pts.”, “Salguero ya va por las 3.000”, y así toda una preocupación constante por el bienestar de sus servidores!

Aunque leí un escrito en que un obrero se dirigía al Comité pidiendo su muerte, para mí, que fue instigado por otro señor que me reservo, con ánimo de quedarse con sus negocios de abono, banca y estación de Servicio de gasolina.

Formaron una hoguera en la plaza de la Iglesia, quemando todas las imágenes, altares, órgano, coro, archivo parroquial, libros, ornamentos, cómodas, reliquias y huesos de S. Quirino y S. Plácido que se conservaban en el altar del Sagrario, como antiguos patronos de Campillos. Y ocupan la Iglesia como hospedaje de gran número de personas que destrozan su solería, zócalos, verjas y paredes.


15 de Agosto de 1.936:


Matan y queman en la carretera de Peñarrubia a 21 amigos, entre ellos a dos hermanas: Dña. María y Dña. Carmen Casasola Lasarte, y otra mujer más, Dña. María Morgado. Y mis cuñados Juan Ramón y Alfonso Alés Palop. En un revoleo de tiros, siendo de noche, son asesinados, además de los antes nombrados, Pedro Campos Pérez y su hijo Pedro y su hermano Antonio, Benito Avilés Casasola, Pedro Cañamero Vargas, los hermanos Cosme y Pedro Padilla Santacruz, Alfonso Padilla Pérez, Juan García García, Vicente Campos Giles, Pedro Padilla Ruiz, José Jordán Villavicencio, Félix Enriquez Molina, Antonio Mesa Rebollo, Juan Gallardo Rueda.

Lograron escapar, amparados en la huida por las sombras de la noche, D.Tomás Palop Campos, D. Francisco Llamas Padilla y D. Francisco Padilla Santacruz. Tomás Palop Campos y Francisco Llamas Padilla lograron unirse a las líneas nacionales, uno en Fuentepiedra y el otro en Martín de la Jara. Don Francisco Padilla Santacruz, quedó herido entre los trigales y, a la mañana siguiente, salieron patrullas en su busca. Lo encontraron herido y allí mismo lo remataron.


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CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO.  

LA TRANSICIÓN EN CAMPILLOS (MÁLAGA), TRAS LA MUERTE DE FRANCO.

 Recuerdos de quien fue el primer alcalde elegido a votos después de la muerte de Franco.


































































"CRÓNICAS DEL VIENTO SOLANO", DE D. BARTOLOMÉ SOTO GIL.

 D. Bartolomé Soto Gil, desde el mes de Junio de 2022, en su blog titulado " CRÓNICAS DEL VIENTO SOLANO ", comparte con los intern...