martes, 12 de julio de 2022

(VI) LA TRANSICIÓN VISTA DESDE CAMPILLOS, POR CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO (VI): CAPÍTULO QUINTO. PROBLEMAS BÁSICOS DE CAMPILLOS (1976-1977).

 

 

CAPÍTULO QUINTO:


LOS PROBLEMAS DE CAMPILLOS EN 1976-1977





En 1976 los problemas de mayor entidad en Campillos tenían nombre y apellidos: Peñarrubia, Red de agua (Deficiencias y puntos negros); Colectores (saneamiento general del pueblo y en especial de San José Obrero); Nueva Ley del Suelo y delimitación del casco urbano para licencia de obras; Inundaciones y Proyecto para desvío del arroyo del Rincón; Consultorio médico, Nuevo edificio para el Ayuntamiento; Nuevo cuartel de la Guardia Civil.



  1. Peñarrubia:

La anexión de Peñarrubia había sido un magnífico logro de la Corporación presidida por Juan Cantano. En aquel pulso entre Antequera y Campillos, venció Campillos (he de hablar luego de D. Alfonso Padilla Serra quien, desde Madrid, prestó un gran servicio a su pueblo en ésta y otras causas). Sobre Peñarrubia, las principales cuestiones palpitaban en tres frentes: Dragados y Construcciones, Confederación Hidrográfica del Sur e ICONA.

En ICONA se sustanciaban el deslinde de terrenos, las subastas de pinos y ayudas para replantación.

Ante Confederación Hidrográfica del Sur (¡un rompecabezas! en el Paseo de Reding, núm.16 de Málaga), lo que a nosotros más nos acuciaba era poder disponer de aquellos terrenos pertenecientes al vaso no cubierto por las aguas que, siendo de Confederación, pudiesen cedérnoslos en arriendo o como fuese, para que los obreros en paro de Campillos los pudieran explotar en condiciones de equidad. En 1976 había en Campillos sobre 180 cabezas de familia en paro y deseábamos crear un Grupo de Colonización Agro-Ganadero. La persona de Confederación competente para escuchar lo que pretendíamos se llamaba D. Carlos Monteagudo. Pero no había manera. Yo tenía la sensación de estar tocando un tema tabú, siempre dábamos en hueso. ¿Qué pasaba allí? Nunca lo supe. Se decía que esas tierras las usufructuaba un ingeniero de Confederación (D. Juan Junquito Conde) y que allí pastaban sus ovejas.


Con Dragados y Construcciones nos unía un pleito que había llegado hasta el Supremo, y el Ayuntamiento de Campillos seguía sin cobrar el importe de la piedra empleada en la construcción de las presas.

Las dos presas se habían levantado a base de escolleras vertidas en espaldones, o compactadas, procedentes de aquellas canteras de caliza, arenisca y arcilla, yendo para Ronda a mano derecha. El problema no estaba en cubicar, es decir, cuántos metros cúbicos se habían extraído de las canteras (3.209.917 M3), sino en tasar o ponerle precio en pesetas. Nunca se había llegado a un acuerdo entre las partes y ese asunto estaba en los tribunales. Una sentencia de Granada exigió a Dragados canon. Dragados envía un pliego de descargos. Y la Dirección General de Montes revoca la licencia del aprovechamiento. ¡Un follón! El 28 de Noviembre de 1967, un directivo de Dragados y su abogado habían ido a negociar un acuerdo amistoso con el alcalde de Peñarrubia. Dragados ofrecía hasta medio millón de pesetas; de ahí no pasaba. El Alcalde exigía, mínimo, un millón y las costas. No obstante ya no se podían parar las actuaciones. Y aquello se dormía en el Tribunal Supremo.

Don Alfonso Padilla Serra me puso al corriente de cómo estaba ese tema en el Supremo y me daba el nombre de los procuradores en Málaga y Granada, con el ruego de que a él no lo mencionase por ser un miembro más del gabinete jurídico AMORÓS, entidad asesora de Dragados y Construcciones. Con esa tan importante información en mis manos, sabiendo además que a veces hay problemas que no se “resuelven”, sino que se “disuelven”, me dije: Aquí hay que tomar un atajo. Reuní a la Corporación y les propuse cambiar de táctica: negociar en lugar de pleitear. Una llamada por teléfono al Director Provincial de Obras Civiles de Dragados y, a la mañana siguiente, estábamos tomándonos un café sobre una mesa adjunta a su despacho, con los papeles de Peñarrubia a la vista. El problema estaba en ponerle precio a los metros cúbicos extraídos de las canteras propiedad del Ayuntamiento peñarrubiero (¿saben ustedes que a una de esas canteras le llamaban “El Piojo”?). La persona que yo tenía en frente era un hombre joven, cordial y muy directo. Un ingeniero de Caminos que se llamaba Emilio Hernández González. Me dijo: Mire usted, Dragados no paga el metro cúbico de piedra igual en todas partes. En este momento tenemos dos valoraciones extremas, la más barata de toda España en Cartagena y la más cara en Bilbao, ¿qué le parece si a Peñarrubia le aplicamos un valor equidistante, el término medio? Le contesté: De acuerdo, pero usted comprenderá que siendo yo el Alcalde, aquí, ahora, soy un delegado o vicario de mi Corporación. Tengo que retornar a Campillos, convocarlos a todos y, si la Corporación lo ve bien, le llamo, prepara usted el talón, y, ahí en frente en Antonio Martín, nos tomamos otro café; lo pagaré yo porque a usted lo invita el pueblo de Campillos. Y así fue. Dos días después estaba depositando el talón en la Caja de Málaga en Campillos. Por cierto, parte de ese dinero se empleó en dejar guapo al pueblo antes de las elecciones municipales del 1979.




2. Red de agua: deficiencias y puntos negros.


El agua a Campillos la trajo don Manuel Recio Campos, desde el manantial de Majavea. No se compró todo el manantial, sino sólo 19 y pico litros de agua por segundo. Esa era la cantidad de agua que debiera entrar en nuestro depósito del Calvario. Pero las fugas, antes y después del depósito general, mermaban esa cantidad, además de crear otros problemas de más calado porque afectaban a la salud del pueblo. Campillos había incrementado, y lo seguiría haciendo, el nivel de vida. Se multiplicaban las lavadoras automáticas, cuartos de baño, piscinas particulares, jardines, y sobre todo la población estudiantil. Necesitábamos suplementar de forma eficaz su abastecimiento de agua. Hicimos estudios previos en el término de Peñarrubia con miras a una perforación que permitiera un caudal de 50 litros por segundo. Pero como entonces no había Fondos de Cohesión ni Fondos FEDER, sólo administrábamos pobreza, lo primero que se hizo fue mejorar la red de distribución dentro del pueblo. Quedaban por arreglar otros problemas, a saber: La conducción del agua de Majavea, procedente de Almargen, al atravesar el arroyo del Chumbo, lo hacía mediante una galería que estaba totalmente llena de aguas negras procedentes del saneamiento de Campillos. La solución que nos ofrecían los servicios técnicos de Diputación consistía en hacer un proyecto de nuevo trazado y ver si se pudiera atravesar el arroyo mediante grapeado, o a través de una pasarela.

Había más problemas, de tipo sanitario. Las aguas residuales del alcantarillado de Almargen discurrían por encima de nuestra tubería general de traída del agua potable. Existían industrias ganaderas en el lugar conocido por Llanos de Teba, además de fosas sépticas o estercoleros casi encima de la tubería. Para más “INRI”, la tubería discurría casi a flor de tierra y cada dos por tres, arando con tractor, la rompían sus rejas, se encharcaba el campo, y nosotros sin agua. Juan Palacín Bermudo, nuestro fontanero y encargado exclusivo de la Red General (nombrado para tal efecto en un Pleno que se había celebrado el 13 Julio de 1974), todas las mañanas desde muy temprano, estaba avizor para que en Campillos no faltase el agua.

La Corporación anterior, como se ha dicho, había sido convocada en sesión extraordinaria por D. Juan Cantano Solís en Julio de 1974, para un Pleno casi de carácter monográfico, con el punto núm. 2: “PROBLEMAS EN TORNO A LA TRAÍDA Y DISTRIBUCIÓN DE AGUAS A LA LOCALIDAD”. El Acta que levantó el Secretario-Interventor, entonces D. Francisco Segura Ruiz, refleja todo lo expuesto, discutido y acordado allí. Con la asistencia de los nueve concejales (los mismos de mi Corporación), se debatió el tema ampliamente y, por unanimidad se aceptaron sugerencias y se acordaron Once medidas a implantar en muy breve plazo. Pero todos aquellos buenos propósitos no se objetivaron hasta que a España no llegaron dineros de Europa. Si a ello le sumamos que, después de la transición, el Ayuntamiento de Campillos fue gobernado por gente joven y preparada, bajo la dirección del Alcalde don Pedro Benítez Sánchez, de la misma cuerda política que el poder en la Diputación de Málaga, en Sevilla y en Madrid, los resultados ahí están. Lo bien hecho, bien hecho está: Pedro Benítez y el PSOE de Campillos merecen mi aplauso y el agradecimiento del pueblo.




3. Saneamiento general de Campillos.


Los problemas de saneamiento eran más complicados de lo que pensábamos. ¿Por qué? Pues porque, entre habitantes y Granjas, a efectos de saneamiento, a Campillos habría que valorarlo igual que a una población de 50.000 habitantes. Esto suponía que la red de saneamiento del casco urbano tenía una entidad tal que entraba de lleno en las obras a efectuar por el Ministerio de Obras Públicas, de acuerdo con la Ley de Auxilios del Estado. El proyecto era de tal envergadura y complejidad que la misma Diputación nos hacía ver que lo lógico era que el Organismo más idóneo para continuar con los estudios y realizar las obras de infraestructura hidráulica de Campillos, no fuese Diputación, sino Confederación Hidrográfica.

Yo estuve de Alcalde solo año y medio. No tuve tiempo para entregarme a ese cometido. Sí teníamos un problema acuciante en la barriada de San José Obrero. El terreno era y es muy llano, se había construido de prisa y corriendo, la materia fecal rebosaba por todas las esquinas en lugar de discurrir. No había dinero para ese tema; los vecinos estaban dispuestos a aportar algo en forma de contribuciones especiales, pero se necesitaban más recursos. Una mañana que fueron a verme, después de escucharlos, pensé: esto hay que arreglarlo ya. Me decían: ¿Qué hacemos? Les dije: ¡Manifiéstense! ¿Cuándo? ¡Hoy mismo, allí mismo, a las siete de la tarde!

A las siete de la tarde me presenté allí con un taco de folios bajo el brazo. Estaba toda la barriada. Entre ellos mi gran amigo “Quino”, el gitano lo más noble y apañado que he conocido en toda mi vida. Agradecí su presencia y les entregué un folio para cada casa, con estas palabras: No saben cuánto les agradezco, en este momento, su presencia. Les ruego se recojan con toda normalidad y, ya en sus casas, escriban, de su puño y letra, y me cuenten a su manera la situación en la que se encuentran, llamando a las cosas por su nombre. Y mañana por la mañana me llevan esos folios al Ayuntamiento.

Así lo hicieron. Solicité una entrevista con el gobernador D. Enrique Riverola y le entregué en mano aquel fajo de folios, diciéndole: Usted, don Enrique, a lo mejor no necesita de Campillos, pero Campillos necesita de usted. A los dos días, me prometió 800.000 pts. para el saneamiento de San José Obrero. Con ese dinero, más lo recabado mediante contribuciones especiales, aquello se arregló. Se arregló, pero les tengo que contar algo y poner las cosas en su sitio.



En noviembre de 1976 nos comunica Diputación que, el Ministerio de Obras Públicas, Dirección General de Obras Hidráulicas, Subdirección General de Proyectos y Obras, ha resuelto: 1) Aprobar técnicamente el Proyecto 02/76 de Saneamiento de Campillos con un presupuesto de contrata de 7.365.066 Pts. 2)Autorizar la incoación del reglamentario expediente de Información Pública del Proyecto. 3) Que los contratistas, para ser admitidos en la licitación, estén clasificados en el grupo E, subgrupo 1. Categoría C., y 4) Fijar la fórmula tipo Nº 9, para las posibles revisiones de precios durante la ejecución de la obra.




4. Nueva Ley del suelo y delimitación del casco urbano para concesión de licencias de obras.


La nueva Ley del Suelo de 2 de Mayo de 1975 establecía que los municipios que entonces no contasen con un Plan General de Ordenación Urbana aprobado o en tramitación, disponían de un plazo de un año para formular el Proyecto de Delimitación del Suelo Urbano, conforme al Artº. 66.2 de la Ley. La Ley partía del supuesto de que el desarrollo urbanístico y la consiguiente complejidad de los problemas no son del mismo grado en todos los municipios. Por ello a cada Ayuntamiento la Ley le permitía adecuarse a su problemática específica, por fases: 1) Proyecto de Delimitación del casco urbano. 2) Proyecto de Delimitación del Suelo Urbano y Ordenanzas de edificación. 3) Normas subsidiarias para deslindar suelo urbano y urbanizable del suelo no urbanizable, para poder llegar a Planes Parciales. 4) Planes Generales de Ordenación, redactados y tramitados conforme a lo dispuesto en la Ley.

Cada Corporación podía elegir el grado de ordenación urbanística más adecuado a sus necesidades. Pero yo pienso que no acertábamos a explicarles a los ciudadanos el sentido beneficioso de la Ley del Suelo.

En síntesis, creo que con aquella Ley del Suelo, los Municipios conseguían dos beneficios: 1) La posibilidad de que los Ayuntamientos ejercitasen efectivamente la autonomía municipal, y 2) La oportunidad de que, de una manera sencilla y ajustada a las necesidades reales, los municipios dispusieran de un planeamiento urbanístico básico y asequible.

Yo tuve que aplicar la Ley y exigir su cumplimiento. Me costó muchos disgustos. Al Ayuntamiento venían a solicitar permiso de obras para industrias molestas dentro del casco urbano. Les decía que no podía ser, que no lo permitía la Ley. Se cabreaban, iban al Casino y te ponían como a un trapo, diciendo: “Este alcalde no es solidario, no me permite crear puestos de trabajo”. “Sois unos cabrones”, pensaba para mí. La Ley obligaba a irse más allá de dos kilómetros de la última casa. Hasta un concejal que tenía un cebadero pegado al pueblo, solicitó tapiarlo. A lo mejor el cebadero era legal, porque en su tiempo no estaba vigente una ley que normalizase el tema de actividades molestas; o sí, pero el cebadero no se había construido junto al pueblo, sino que el pueblo había llegado hasta el cebadero. El problema al que me refiero radicaba en que (tapiar un cebadero pegado a las casas), eso era “consolidar” una obra molesta, y eso no lo permitía la Ley. ¿Y, por qué? Pues, porque, tratándose de una actividad molesta, si, llegado el caso, hubiera que desalojar, eso le costaría dinero al Ayuntamiento.

No quiero extenderme más con este tema. Después viene un desaprensivo y dice que cuentas batallitas. Que vaya a enterarse in situ, por ejemplo al Barrio San Benito, o al barrio de La Pimienta. Allí le dirán que César no cuenta batallas. Las gana. Las ganaba, tampoco. Las ganábamos entre todos. Vicente Navas Mesa, con la de trabajo que tenía en su empresa, no sólo los sábados cuando celebrábamos Permanente, sino que casi a diario se acercaba a estar conmigo y ayudarme (él conocía los problemas mejor que yo), además era muy detallista; me entregaba siempre una hoja escrita marcando o señalándome la ruta a seguir, los organismos a donde dirigirme y cómo enfocar cualquier problema. Su ayuda me sirvió de mucho. Desde la lejanía, le mando un abrazo, otro para su mujer y sus hijos, y le digo que guardo todos sus guiones. Vicente Navas sabía más que yo. Siempre iba por delante de mí. Vicente Navas es una persona con la mente muy clara. Un ser muy correcto y valioso. Era mi principal asesor. Lo recordaré siempre con cariño y admiración. Paco Caballero Mesa me asesoraba en un plano más abstracto, más focalizado a temas de política o cultura. Los otros concejales, no eran Reina, pero sí torres, caballos y álfiles. Entre todos ganábamos la partida.




5. Nuevo cuartel para la Guardia Civil.


Una mañana fue a verme al Ayuntamiento un Cabo Primera de la Guardia Civil que venía destinado al pueblo. Me dijo que tenía un hijo pequeño enfermo y que el único pabellón que había libre en el Cuartel estaba inhabitable y lleno de humedad. Cogí el teléfono y llamé a la Pensión San Francisco, y allí estuvo alojado él y su familia mientras el Ayuntamiento le reparaba la vivienda. Por supuesto, la estancia en la Pensión se la pagó el Ayuntamiento, era lo menos que podíamos hacer. Aquella visita me impactó, me hizo recapacitar: ¿No había un solar en las afueras del pueblo, enajenado y cedido al Ministerio de Gobernación (hacía más de diez años) para un nuevo cuartel? Aprovechando que el día 3 de Marzo (1976) tenía que estar yo en Madrid para firmar un crédito de 2.015.000 pts. en el Banco de Crédito Local de España, me propuse aprovechar ese viaje y gestionar a la vez el tema del cuartel.

Yo conocía al coronel de Málaga, D. Diego Daza Ramírez. Con él me unía una buena amistad, porque (mi primer hijo, enterrado en el cementerio de Campillos, había nacido con síndrome de Down; Diego Daza –creo- tenía una hija en la misma situación, los dos estábamos trabajando desinteresadamente en y para ASPROMANIS, en Málaga. Casi siempre nos reuníamos en el cuartel que la Guardia Civil tenía en la Aduana del puerto. Allí planificábamos para la provincia, y el coronel Diego Daza nos ponía un café. De manera que, después de la visita que acababa de mantener con el Cabo Primera, llamé a Diego Daza Ramírez. Aprovechando que él se iba a Madrid para los cursos de General, le propuse que me acompañase a la Dirección General de la Guardia Civil. Además de esto yo tenía en Madrid un buen amigo que a su vez era amigo del teniente general Ángel Campano (entonces Director Gral. De la G. Civil). Hablé con él y quedó en darle un toque a Ángel Campano para que me atendiesen bien. Así se hizo y así fue.

El día 3 de Marzo (1976), a las 9 de la mañana estaba yo en Castellana núm. 5, Alto Estado Mayor del Ejército. Enseguida bajó el coronel Diego Daza Ramírez acompañado de Carlos Serrano (Coronel de la G. Civil en Cádiz) que también estaba realizando los cursos para ascender a general. En la puerta nos esperaba un SEAT Blanco 1.400 y al volante un guardia civil. Ellos atrás y yo junto al conductor, nos fuimos hasta el final de Guzmán el Bueno, en Islas Filipinas, donde estaba la Dirección General.

Recuerdo que el coronel de Cádiz, Carlos Serrano, era muy simpático, un cachondo. Por el camino toda la conversación que mantuvieron consistía en que iban al economato para comprarse ropa interior. Carlos Serrano diciéndole a Diego Daza que él sólo necesitaba uno o dos pares de calzoncillos, si pudiera ser, de color verde oliva. Y cuando estaban disertando sobre tan enjundioso problema, la radio del coche comenzó a lanzar noticias estremecedoras. En Vitoria no sólo disparaban gases lacrimógenos. Sonaban también disparos de metralleta y pistolas. Historia, ésta, que ya expliqué en páginas anteriores.

Llegamos y subimos directamente a la primera planta donde nos estaban esperando el coronel Girón y un comandante, que eran quienes llevaban el tema de obras. Angel Campano nos había facilitado la gestión. Yo le propuse al coronel Girón que no hiciesen una casa-cuartel, sino un cuartel en dos cuerpos: uno para oficinas más las dos viviendas para Teniente de Línea y Comandante de puesto; y, aparte, las viviendas o apartamentos para los demás guardias con sus familias; que es lo que se ha hecho en Campillos. Tratando de meter prisa, le confesé algo más: “Mire usted, la guardia civil de Campillos está viviendo en 12 pabellones con un solo retrete fuera en el patio central; el Ayuntamiento de Campillos hace más de diez años que cedió el terreno para el nuevo cuartel, pero ustedes no saben en qué calamitosas circunstancias viven los números de la Benemérita”. Y le conté el caso del Cabo Primera, que venía destinado de fuera con un hijo enfermo y el Estado le proporcionaba un miserable cuchitril. Para agilizar trámites, le dije al coronel Girón que tal vez no necesitasen gastar tiempo en hacer el proyecto, que a mí personalmente me seducía un cuartel al estilo del que habían hecho en el pueblo de Alameda (muy cerca de La Roda de Andalucía). El comandante fue a buscar al archivo la documentación a la que yo hacía referencia. Y, al momento, estaba consiguiendo yo el nuevo cuartel para el pueblo de Campillos. El coronel Girón, que poco después se iría de general a León, me advirtió una cosa, diciendo: “Mire usted, estamos comenzando 1976; los presupuestos para este año y para 1977 ya están agotados, en Andalucía solo entra el nuevo cuartel para Vélez-Málaga. El cuartel de Campillos lo iniciaremos en 1978”. Y así fue, cuando yo no era ya alcalde de Campillos.


Diego Daza Ramírez me acompañó hasta la salida y le dijo a su chófer: “Lleve usted al alcalde de Campillos a donde haga falta y luego regresa a recogernos”.

Me llevó hasta Cibeles. Allí me bajé. En el Banco de Crédito Local, todo eran alfombras, azafatas guapísimas, un lujazo. Después de acreditarme me pasaron a una sala donde también esperaba para la firma el alcalde de Playa de Aro.

Don Diego Daza Ramírez ascendió a General y se vino a Sevilla como General Jefe de II Región militar, en la Avda. de la Borbolla. Al jubilarse se retiró a Málaga. Un día que acudió a un Banco o Caja de Ahorros, entraron unos atracadores. Diego Daza quiso frenar aquel desbarajuste y recibió un tiro. Ya se ha muerto. Le recordaré siempre con admiración.

Por cierto, cuando en Campillos, inauguraron el Cuartel Nuevo de la Guardia Civil, a dicho acto invitaron a algunas gentes. De César nadie se acordó.







FLASHBACK II.

Diario de D. Federico Manzano Sancho: 1 de Junio de 1936:



Tío Juan Gallegos, ante el temor de que lo detengan, se finge enfermo y se va a Granada; pero se lleva a Trini y a mis hijos, menos a Miguel que es esperado por mi madre a que llegue de Ronda y al día siguiente también se van allá y… ¡Dios nos proteje una vez más!, pues mi tío Antonio Sancho tiene amueblado y desalojado desde unos días antes a Villa Clotilde y allí se instalan.

No sé de quien partió la idea ni tantas facilidades y coincidencias para resolver esta situación. Creo que fue mi tía Ana ya que en su casa era imposible que cupiéramos Trini, mi madre, ocho hijos y mi hermana. No cabe más que la mano de Dios para que saliera con bien de lo que se avecinaba.



17 de Junio de 1936:


Como somos presos políticos nos ponen hoy en libertad por orden gubernativa. Por fortuna, ya en la calle, veo a mi padre y le doy el último beso, pues no nos volvimos a ver más, y cojo un tren que sale para Granada. Llego de noche a Villa Clotilde; llamo a voces y me abren mi madre y Trini. ¡Qué Felicidad estar otra vez con la familia! ¡Nunca se sabe lo que vale la salud, el bienestar, la comida, la diversión, la comodidad, las distracciones, las alegrías y tantos bienes como nos da Dios, hasta que no se pierden!


13 de Julio de 1936:


En Villa Clotilde estamos perfectamente, disfrutando con la compañía de mis tíos Antonio Sancho y Clotilde Mesa, que viven en el Chalet contiguo Villa Luis con sus simpáticos hijos, pero hoy tengo que ir a Campillos, porque mi madre, que allí fue, me dice que ha visto a la Inspectora Dª. Sinforosa Vallejo en Bobadilla con dirección a Algeciras, y ante la posibilidad de que la visita fuera para este pueblo y como los permisos de que podía disfrutar se me habían agotado y quedan aún cinco días de clase para las vacaciones, me he visto precisado a tomar esta decisión. En el camino me entero de la muerte de D. José Calvo Sotelo, por un guardia de asalto en la furgoneta en que lo llevaban detenido y cuyo atentado provocó el alzamiento de Franco.


14 de Julio de 1936:


Al leer el discurso de Gil Robles acusando al Gobierno de ordenar el asesinato de D. José Calvo Sotelo y las amenazas que sobre él y D. Antonio Goicoechea, Jefe de los Monárquicos, les habían anunciado, de hacer lo mismo, desisto de concurrir a la reunión que íbamos a celebrar los cuñados para asignar 4.000 pts. de sueldo a Juan Ramón, y 3.000 a Alfonso, y sentado en el café de Morillo le digo al cuñado Rafael: “Me voy a Granada, no me dés la mano. Esta gente ya mismo nos están deteniendo otra vez. Quítate tú también de en medio”. Y sin más, me meto en el autobús ya en marcha para la estación y me fui a Granada con la familia.


En el tren se observa entre los viajeros de tercera clase la efervescencia de la revolución y la satisfacción por su triunfo electoral izquierdista y su propósito de asaltar el poder con la dictadura obrera.

Al día siguiente se fue mi tío Federico a casa de su hermana Clara y también llega mi tio Antonio (que había ido a Ceuta) aprovechando el último tren que sale de Málaga, y así nos reunimos todos en espera de acontecimientos que puedan sobrevenir, pues la muerte de Calvo Sotelo, las discusiones, insultos, amenazas entre Diputados en el Congreso y las provocaciones y amenazas de las izquierdas en la calle hacen predecir un estado de inquietud, vislumbrándose que algo grave se avecina.



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CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO.  

LA TRANSICIÓN EN CAMPILLOS (MÁLAGA), TRAS LA MUERTE DE FRANCO.

 Recuerdos de quien fue el primer alcalde elegido a votos después de la muerte de Franco.






































 

 

 

 


"CRÓNICAS DEL VIENTO SOLANO", DE D. BARTOLOMÉ SOTO GIL.

 D. Bartolomé Soto Gil, desde el mes de Junio de 2022, en su blog titulado " CRÓNICAS DEL VIENTO SOLANO ", comparte con los intern...