lunes, 9 de mayo de 2022

"MEMORIA RECONCILIADA", POR RAMÓN JÁUREGUI

 

Ramón Jáuregui fue ponente de la primera Ley de Memoria Histórica, de 2007. En este artículo suyo afirma, entre otras cosas, lo siguiente, sobre la reparación a las víctimas:
"La democracia española, en los años 80, adoptó diversas medidas para atender a las víctimas republicanas de la guerra y de la represión posterior: se indemnizó a los republicanos que habían sufrido prisión en las cárceles franquistas, a los familiares de los republicanos fallecidos en la guerra, a los mutilados por heridas de guerra y se devolvió la condición de funcionarios a quienes fueron privados de ella por su pertenencia al lado republicano – militares y maestros, sobre todo–, incluso se ampliaron esas indemnizaciones a las víctimas de la represión policial antes de la amnistía del 77. Así, muchas otras medidas compensatorias a la España que perdió la guerra."
Por tanto, sí ha habido reparación, económica al menos, por mucho que lo nieguen los neodemócratas de ahora.
 
He aquí el artículo escrito por Ramón Jáuregui:
 
 
 
 
 
 Memoria reconciliada.
"El éxito de la Transición tuvo su fundamento en el perdón colectivo. No comprendo que
demos a entender que lo que hicimos en su día no estuviera bien hecho"
Fui ponente de la Ley de Memoria de 2007. Creo firmemente que tenemos causas pendientes
con nuestra memoria histórica, la que hace referencia a nuestra Guerra Civil y a la represión
franquista posterior. Todavía en 2011, siendo ministro de Presidencia, elaboramos el Mapa de
Fosas en el que aparecen señaladas, con gran precisión, casi 2.000 fosas en las que puede
haber restos de fusilados durante la guerra o después de ella. Constituí una comisión de expertos
para transformar el Valle de los Caídos que dictaminó la necesidad de retirar a Franco de su
tumba y propuso un plan de transformación de ese lugar. Otorgamos cientos de certificados a
familias de fusilados declarando la ilegitimidad de los tribunales que los condenaron y anulando
por ello esas sentencias.
La democracia española, en los años 80, adoptó diversas medidas para atender a las víctimas
republicanas de la guerra y de la represión posterior: se indemnizó a los republicanos que habían
sufrido prisión en las cárceles franquistas, a los familiares de los republicanos fallecidos en la
guerra, a los mutilados por heridas de guerra y se devolvió la condición de funcionarios a quienes
fueron privados de ella por su pertenencia al lado republicano – militares y maestros, sobre todo–,
incluso se ampliaron esas indemnizaciones a las víctimas de la represión policial antes de la
amnistía del 77. Así, muchas otras medidas compensatorias a la España que perdió la guerra.
Quedan causas pendientes, lo reafirmo, y por ello creo en una política de memoria.
Especialmente con la exhumación y dignificación de los restos en fosas y en el Valle. Entiendo
por ello que el actual Gobierno haya presentado una ley queriendo culminar esa tarea, tantos
años después. Pero estoy absolutamente en contra de exigir responsabilidades penales a nadie
por el pasado anterior a aquella Ley de Amnistía de 1977 que todos los demócratas del momento
consideramos una gran conquista de libertad y justicia.
Creo firmemente que debe ser una memoria reconciliada y sin afán vengativo. Que no abra esa
inmensa caja de pandora sobre culpabilidades penales, aunque todos sepamos que las hubo.
El pacto reconciliatorio de España cristalizó en la Ley de Amnistía y en la Constitución. El éxito de
la Transición democrática de España tuvo su fundamentación sentimental en el perdón colectivo.
Que el régimen franquista se disolviera y que hubiera una autentica ruptura con la dictadura fue
posible porque la amnistía inauguraba un tiempo nuevo para todos. Porque decidimos no volver a
las dos Españas, porque aceptamos la existencia del otro y reconocimos sus derechos en un
régimen de pluralismo político. Porque no quisimos que el pasado dañara nuestra convivencia del
futuro.
No fue una imposición de los viejos poderes, sino una convicción de los jóvenes demócratas que
queríamos construir un marco de convivencia para todos. Por eso, la Constitución nunca fue un
texto de unos sobre otros, sino la suma de renuncias de unos y otros, para hacer posible la
alternancia de todos en un régimen de libertades y democracia No comprendo que incorporemos
disposiciones a la Ley de Memoria Histórica que producen confusión jurídica dando a entender
que lo que hicimos en su día no estuviera bien hecho. Pretender ahora que los crímenes del
franquismo no queden impunes por la aplicación del principio de Derecho Internacional sobre la
imprescriptibilidad de los crímenes de genocidio, tortura, lesa humanidad y de guerra equivale a
su aplicación a todos los crímenes de nuestra Guerra Civil. Y todos sabemos que hubo muchos
en las dos partes. ¿Estamos pensando en perseguirlos todos?
Me entristece que no defendamos nuestros principios y nuestras convicciones sobre aquel pacto
que elogió el mundo entero. Nunca quisimos juzgar el pasado. Por eso celebramos con tanta
alegría la conquista de la amnistía y que no quedara ningún preso político, ni de ETA ni del
antifranquismo, en la cárcel.
Es verdad que confundimos perdón con olvido durante demasiado tiempo, pero me pregunto si es
posible recordar sin culpar ni perseguir a nadie por nuestros recuerdos. ¿Cabe una memoria reconciliada de nuestro trágico pasado? ¿Es posible una memoria sin afán vengativo? Gregorio
Peces Barba, nuestro constituyente, solía decir que el gran paso que dimos los españoles en
nuestra historia, con la Constitución que inauguramos en 1978, fue el reconocimiento y el respeto
al otro, al diferente, al portador de otras ideas, de otros recuerdos, de otro proyecto para el país.
Lo decía, recordando el bello verso de Machado: «El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es
ojo porque te ve».

Publicado en El correo, 3/12/2021

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