lunes, 11 de julio de 2022

(IV) LA TRANSICIÓN VISTA DESDE CAMPILLOS, POR CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO (IV): CAPÍTULO TERCERO. PERFIL HUMANO E HISTÓRICO DE CAMPILLOS.

 

CAPÍTULO TERCERO:


PERFIL HUMANO E HISTÓRICO DE CAMPILLOS


1.- Zigzagueo apresurado. De Madrid a Campillos, entre Campillos y Madrid.



CAMPILLOS, cabecera de comarca, centro geográfico de toda Andalucía, entre la Andalucía Mediterránea y la Andalucía del Guadalquivir, entre la Andalucía serrana y la Andalucía de las campiñas, fue en tiempos un paisaje de pastos y encinas en poder de los moriscos de Antequera y Teba. Más tarde, cuando Alfonso XI “El Justiciero” tomó Teba un 8 de Agosto de 1.330, aquellos pastizales se convirtieron en “tierra de nadie”. En 1.492, acercándose por allí unos pastores y carboneros de Osuna liderados por Pascual Mogolla y Nicolás Gómez de la Puerta, se aposentaron en ese solar al que hoy llamamos Calle Lavados. Espacio donde, con la venia de Los Reyes Católicos, dio comienzo el latir de nuestro pueblo, pueblo de señorío del Condado de “Teba de los Guzmanes y Portocarrero”, hasta que por fin, el 6 de Noviembre de 1.680, Carlos II le otorgó el título de Villa”. (Hasta aquí, un escueto resumen de lo escrito por Francisco Caballero Mesa, catedrático de Historia, abogado y ex-concejal de Campillos).

Cuando murió Franco, tenía Campillos 7.158 habitantes. Por supuesto que su altitud sobre el nivel del mar (481 metros), así como la extensión de su término municipal que seguía siendo de 20.084 Has. (16.500 Has. propias, más las 3.584 Has. por la anexión de Peñarrubia), eran inamovibles. Inamovible, el solano, los inviernos fríos, los veranos calurosos y las crestas azulinas de las sierras de la Camorra, el Camorrillo y San Cristóbal que siempre han protegido a Campillos de otros vientos. Inamovible esa maravillosa estampa de nuestro pueblo cuando despierta con las primeras luces del amanecer y observamos en la lejanía el poderoso volumen de los montes malagueños salpicados de caseríos blancos, y uno se imagina otros pueblos vecinos como Ardales, Carratraca, Alozaina, Junquera o El Burgo…, no digamos Teba, Sierra de Yeguas o Almargen (donde siempre hay algún pariente, buenos amigos o tal vez una historia de amor porque, como dice la copla, cualquier sitio es bueno para montarse un amorío).

Y uno se imagina y piensa: ¡Cuando la noche tiene su punto canalla, es precioso el amanecer!

Los mocitos viejos de los pueblos colindantes, al acabar las faenas del campo, se hacen ver por Campillos en busca de hembras. Van y vienen subidos a la grupa del tractor, llenando de escandalera los caminos, espantando a las líbélulas, a las mariposas, a los abejorros y demás animales del Señor. Son los mocitos viejos del contorno un piafar de bestias excitadas, igual que moscas en busca de la miel que son las mujeres de Campillos. Mujeres de una sola pieza, muy atractivas y con muchos humos. Muy listas, eh. Lo soñaba un cura (un curilla de pelos largos y mucha inquietud social) en las soledades de la noche. Pero aunque la noche siga teniendo un punto canalla, es precioso el amanecer.

Amanece todos los días sobre los pantanos de Guadalteba-Guadalhorce en los que se pueden pescar cangrejos, truchas, carpas, barbos, blakba, etc.

Amanece sobre esos montes con suelo de textura franco-arcillosa y arenosos, con manchas de suelos poco profundos que conocen al dedillo los quinientos miembros de la Sociedad de Cazadores de Campillos, quienes a escopetazo limpio persiguen a la perdiz roja, liebres y conejos, rematando la faena sentados alrededor de unas migas bien salpimentadas con esa “conversa” aguda y sabia tan propia de los tercos y corajudos campilleros, miembros en su mayoría de La Peña Kímber, que a los forasteros nos dejan turulatos, porque siempre se les ve tocando palmas y cantando una y mil veces: “Dos andares tiene el dinero, viene despacio y se va ligero”, haciéndose más cargantes que los tambores en Semana Santa.

Y como intentes asomar la cabeza presumiendo de listo, ay de ti. ¡Te despluman! Te sueltan todas las perrerías del mundo. Y así, en el calor de la cháchara, te puedes encontrar con ráfagas de este talante, cuando un campillero, arisco el entrecejo y con voz áspera, le dice a otro campillero:


-¡Franchisco, Franchisco!

-Dime, amor mío.

-¡Ahórcate!

-¿Y eso?

-¡Púdrete, carajo!

-¡No me digas! No me digas que voy acabar enamorándome de ti.


Al final se dan la mano y tan amigos.

Enrique Meneses, director de “Los Reporteros” había finalizado el montaje de su último trabajo sobre Haile Selassie, emperador de Etiopía. El reportaje sobre Lij Safari (ese era el verdadero nombre del Negus de Etiopía Haile Selassie), que entonces tenía 83 años, fue vetado por Miguel Pérez Calderón. Le pregunté por qué no se emitía, y me dijo:

-Las cámaras a veces son crueles. Haile Selassie sale muy avejentado y si lo viera España, todos pensarían: “Así está Franco”.


En los pasillos de TVE me decía Jesús Mª de la Calle: “Franco no se muere mientras no lo diga la Televisión”.


Por si acaso, quince días antes de morirse el Caudillo de España, ya TVE tenía filmadas las banderas a media asta y el ministro de Información y Turismo D. León Herrera y Esteban había dispuesto un mini-plató desde el cual tener informado al personal. Tarea que se le encomendó al periodista Florencio Solchaga, hermano de Carlos Solchaga que sería con Felipe González Ministro de Economía y Hacienda. Por cierto, Florencio Solchaga poco después acabó regentando el Restaurante Fortuny (junto al metro Rubén Darío), en las entrañas de un chalet que antes había sido una embajada. Ya siendo alcalde, tuve que visitar con frecuencia el Ministerio de Gobernación, donde trabajaba una prima mía, Pilar Docampo, jefa de la oficina que llevaba INTERPOL. Una de esas veces la invité a comer y llamé a Diego Moreno Jordán para que se uniera a nosotros. Diego Moreno, ilustre campillero, era entonces el Jefe del Gabinete de Prensa del Ministerio de Educación y Ciencia, con categoría de Subdirector General. Al final invitó Diego y nos llevó al Restaurante Fortuny. Recuerdo que Florencio Solchaga y Diego Moreno se saludaron y asistimos a una intrépida conversación, sobre el final de los secuestros de Oriol y Urquijo y del general Villaescusa, liberados hacía dos días. Estábamos a 13 de Febrero de 1977. El rostro de un Florencio Solchaga en tareas de Restaurador, me impactó. Yo lo recordaba siendo el hilo conductor en los últimos avatares sobre la salud de Franco.

La mañana del jueves día 20 de Noviembre de 1975, Florencio Solchaga, desde aquel plató improvisado hacía pocos días en el Ministerio de Información, había dado entrada al Presidente de Gobierno: Carlos Arias Navarro, el rostro pálido, quebrados los labios y sin aliento, nos anunciaba lo inevitable: “Españoles,Franco ha muerto”.

Y nos leyó el testamento de Franco, un testamento que se imprimió y repartió hasta el último rincón de la Patria; un testamento excelente e inmenso, o bochornoso y aberrante (según para quién). A Carlos Arias Navarro le temblaba la voz y acabó llorando.

Al anochecer de aquel día, en la Iglesia Parroquial de Stª. Mª del Reposo de CAMPILLOS se ofició una misa conforme al protocolo, presidida por el alcalde D. Juan Cantano Solís, la Falange en pleno, señor Juez, el teniente de línea y muchos feligreses. Aquel sagrado recinto de 93 metros de largo por 18 de ancho, que se había terminado de construir en 1.821, en aquellos momentos, sirvió de refugio azorado, de guarida religiosa para una noble y honesta feligresía, en aquellos instantes, preocupada y seria. Las oraciones y bisbiseos ascendían hasta los frisos de vidrieras, hasta los lunetos de la bóveda central, vidrieras y lunetos sin vida y sin luz del exterior. Todo ayudaba, como en aquellas macizas y oscuras iglesias románicas, a rezar, pensando cada uno en los abismos de su conciencia sobre la contundencia de la muerte que no reconoce privilegios ni se amilana frente a los poderosos: sólo con la muerte se instalaba la democracia, pensaba más de uno.

Cuando aquellas buenas gentes de Campillos se desperdigaron sobre la Plaza Cardenal Spínola, la Cruz de los Caídos estaba callada, como si la hubiesen cubierto de margaritas. Había fenecido el Jefe, el Caudillo Conductor de una guerra civil causante de que hubiera habido tantos muertos. No sólo aquellos cuyos nombres figuraban en las dos lápidas. En esas lápidas de Campillos faltaban seiscientos más. Y más de un parroquiano aún tenía grabadas en su mente otras imágenes: sucesos acontecidos en ese mismo lugar en Agosto de 1936: “… en aquella misma plaza de aquella iglesia de aquel pueblo de Campillos, cuando ya había muertos de un bando (y luego habría muchos más), los del otro bando formaron una hoguera y quemaron las imágenes, los altares, el órgano, el archivo parroquial, ornamentos, cómodas y hasta las reliquias y los huesos de San Quirino y San Plácido, que se conservaban en el altar del sagrario por tratarse de antiguos patronos de Campillos. No contentos con eso, ocuparon la iglesia como hospedaje y destrozaron la solería, zócalos, verjas, paredes y el mármol de los podios en los que descansan esos bellísimos pilares poligonales con sus pilastras adosadas…”, recordaban y comentaban algunos de los allí presentes, acordándose de cosas que no habían sido imposibles y que mejor era guardarlas en la memoria para que no se volvieran de espaldas ni al olvido ni al perdón. Los frondosos árboles de la plaza Cardenal Spínola, en aquella noche del 20 de Noviembre de 1975, acostumbrados como estaban a escuchar las campanas de la iglesia, bostezaban susurrando: ¡Bueno, bueno, bueno…! ¡Veremos qué pasa, veremos a ver…!


Estorninos y lavanderas, gorriones y zorzales, vencejos, aviones y golondrinas que en los atardeceres de primavera y verano llegaban en bandas y eran una orquesta de trinos, siendo un placer para los viejos del lugar, sentados frente a la Posada de Antonio Romero. Aquellos pájaros, por el día, volaban al campo a nutrirse de granos y a beber. Y, por la noche, refugiábanse en la espesura de los árboles, lejos de los depredadores. Y decía Paco el sacristán: “Igualito que nosotros; entre pitos y flautas, tenemos dos vidas igual que estos pájaros: una por el Día y otra por la Noche, cuando nos llegue la muerte. La muerte echa el cerrojo y arrampla con “tos”, afirmaba Paco el sacristán. Y los allí presentes, bajando los ojos, pensábamos lo mismo.

Pero el caso era que, a partir de aquel 20 de Noviembre, media España ingresaba en una Noche de incertidumbres y temores. Para la otra mitad, en cambio -después de años y cantares- despuntaba la luz del Día. Y así fue.




2. El Sol nace por Antequera y se va por las marismas.


Al día siguiente Campillos se despertaba amodorrado en ese interregno claroscuro de luces y sombras. El sol apareció como siempre por Antequera y fue iluminando desde las alturas los campos y las calles y las aceras rotas por culpa de una obra para la nueva acometida del agua. Desde Bobadilla, pasando por Gobantes y los pantanos de Peñarrubia; desde el Arquillo, la Laguna Salada y la Casita de Papel, buscando para darle vida a Teba y Almargen; después a los cortijos de Menaute (de D.Rafael Escalante) y El Puerto (de la familia Recio Campos); tomando la carretera del Saucejo que iba dejando a su derecha el antiguo basurero municipal, y a su izquierda el viejo depósito del agua; sorteando curvas aldeanas entre viñedos recién vendimiados; dejando atrás las fincas y los cortijos de D. Baltasar Peña, La Cuesta, El Álamo y Corona..., el Sol que nos había traído el Amanecer se detuvo sobre aquella soberbia altiplanicie donde se encuentra la Estación VOR de Campillos por la que se orientan los aviones para enfilar el morro en busca del aeropuerto de Málaga. Ahí se detuvo el astro solar.

Se oía el tañido de una campana y el ladrar de los perros a las puertas de un cortijo, siendo todavía más telúrico aquel silencio que se escuchaba en el corazón de los bosques como si toda la tierra estuviera llena de trampas, cuando el astro Sol, volviendo la mirada sobre los espacios recorridos, nos engrandecía y hablaba a todos diciendo: “Habéis nacido en un pueblo que sabe perdonar y seguir adelante”. Luego dio media vuelta girando hacia los límites del altiplano, donde se hacen presentes las depresiones del terreno y aquellos imponentes barrancos, y se nos fue en busca del Saucejo, Martín de la Jara, Estepa, Aguadulce, Osuna y la Andalucía del Guadalquivir, hacia las marismas, sin olvidar que al día siguiente volvería a saludar las tierras de Campillos, a sus gentes y querencias.

Como bien afirma nuestro joven letrado e historiador, Rafael Jordán Gómez, el Sol siempre nace por el cortijo de Acebuche, dirigiéndose hacia el Cortijo de Montero para ocultarse y desaparecer por encima del Cortijo de Capacete, habiéndole dado la espalda al Cortijo de Toro, después de circunvalar el gran Cortijo de San Juan. Y así, eternamente, todos los días, lo mismo en aquéllos que en estos tiempos. Pero la mañana del 21 de Noviembre de 1975, al día siguiente de morir Franco, el astro Sol, después de saludar a todas las gentes de Campillos, se nos fue por las marismas hacia el mar; y a la vuelta de los años, todo habría de volver a empezar, como siempre, saludando e iluminando nuestras tierras, para envidia de los dioses.




3.- Aceituneras del “pío…pío”.


-Aceituneras del pío, pío,

¿Cuántas fanegas

Has recogío?

-Fanega y media

Porque ha llovío

(Alfonso Valencia Lozano).



Allá por 1976, el 70% de la población activa se dedicaba a las labores del campo. Los principales cultivos ocupaban:

Cebada……………………….. 3.500 Has.

Trigo…………………………. 2.000 Has.

Girasol……………………….. 1.300 Has.

Olivar…………………__________ 4. 000 Has.

Almendro…………………….. 700 Has.


Debido a la problemática de su cultivo, más las justas reivindicaciones sindicalistas que por aquel entonces ejercían el PCE y CC.OO. en solitario (tanto el PSOE como la UGT, o no existían o, si existían, estaban bajo los farolillos de sus madrigueras), el olivar menguaba, perdía valor, y se arrancaron plantaciones de olivos. Cuando llegaba el momento de recoger la aceituna, nunca había acuerdo entre la patronal y los obreros.

El tema salario se resolvía a golpe de laudos que dictaba el Delegado Provincial de Trabajo, por aquel entonces D. Manuel Enciso, un hombre extraordinario, muy humano, muy atento y eficaz, siendo ministro de Trabajo don Carlos Pérez del Bricio, después presidente de CEPSA.

La ganadería de CAMPILLOS, por aquel entonces era la más importante dentro de la provincia de Málaga en lo referente a ganado porcino. Se explotaban más de 6.000 cerdas madres, de razas selectas, en régimen intensivo, con instalaciones muy modernas. Esta ganadería consumía gran cantidad de piensos, por lo que en Campillos existían tres grandes fábricas y muchos molinos pequeños para la elaboración de los mismos. Todos los miércoles por la mañana, en los locales del Bar Lamparilla, se concentraban los “magnates” del mercado porcino, siendo allí donde se establecían los precios para toda Andalucía.

El ganado vacuno era el segundo en importancia. Existían unas 400 vacas, de las que 200 eran de raza Frisona con carta genealógica, que pertenecía a un grupo sindical constituido por cincuenta ganaderos.

También existían avicultores tanto para la cría de broilers, como dedicados a las ponedoras.

Fábricas de mosaicos, Cooperativa olivarera, fábricas de curtidos y manufacturas de la piel destacando la de D. Francisco Ramírez Conejo (ZERIMAR) que relanzó su hijo Diego Ramírez Gómez, fabricando y ofreciendo pieles exóticas, alfombras de artesanía, cojines y fundas de coches; confección de caballero, señora y niño, en Ante, Napa y Peletería; zapatillas de piel, mantas para camas, abrigos de señora en Moutón, Double Face y demás Peletería fina.

4.- Peregrinación a los jardines del Colegio San José.

Hablando de empresas, de capital no fungible y asalariados, no podemos olvidar al “buque insignia” de Campillos en aquellos momentos. Me refiero al “Colegio San José” y sus “argonautas” los hermanos Macías. Sí, he dicho “argonautas” (según la mitología griega, fueron aquellos héroes que, capitaneados por Jasón, se embarcaron en la nave Argos en busca del vellocino de oro).

El Colegio San José publicitó a Campillos en toda España y parte del extranjero. Creó riqueza, originó puestos de trabajo y, lo más importante, propició que los hijos de las clases menos pudientes pudiesen cursar una Enseñanza Media de alto nivel, sin salir del pueblo ni costarles nada. Me gustaría detenerme en un análisis más tranquilo y sesudo sobre la existencia y armadura sociocultural que supuso el Colegio San José. Especialmente porque a mí se me acusó de que me había presentado a la Alcaldía para atacar y hundir a dicho centro. ¡Solemne bobada!, pero se decía.

Muy lejos, a cientos y cientos de kilómetros de Campillos, el Colegio tenía su leyenda: era un correccional, había una hoja de castigos y se repartían de vez en cuando bofetones. Pero acontecía que muchos padres era eso precisamente lo que ellos buscaban. Por aquel entonces la Enseñanza Media consistía en un bachillerato de 6 años con dos Reválidas más el Preuniversitario con otra prueba para ingresar en la Universidad, prueba bastante más dura y exigente que las actuales pruebas de Selectividad. Eran otros tiempos de más seriedad y responsabilidad en la enseñanza. Como he dicho, para aprobar el Bachillerato superior era necesario superar dos reválidas con un nivel de exigencia muy fuerte, especialmente en asignaturas como el latín y las matemáticas, que se hacían difíciles de aprobar. Ahora bien; Unos padres quieren que sus hijos superen todos los escollos y vayan preparados a la Universidad. Y entonces, por lógica, buscan un nivel de exigencia, no coladeros. Los padres saben bien que a sus hijos, el día de mañana, les espera una sociedad muy competitiva donde, el que se quede atrás, es comido por los lobos. Y entonces, esos padres que buscan lo mejor para sus hijos se preguntan: ¿Dónde se trabaja? ¿Dónde exigen? ¿Dónde hay que esforzarse? ¿Dónde te zurran si no rindes? ¿En Campillos? ¡Pues venga Campillos! (…) En aquellos tiempos, además, en todos los pórticos de los centros de enseñanza, más o menos explícito, existía un lema que decía: “La letra con sangre entra”. Y yo pienso que, sin este espíritu de trabajo y sacrificio, los más grandes edificios y logros de la cultura humana serían inconcebibles.

El Colegio San José de Campillos, en las décadas de los sesenta y setenta llegó a ser uno de los colegios de más prestigio en todo el suelo español. Hablo con las tablas de la Ley Oferta-Demanda en las manos. Con 2.500 alumnos internos procedentes de todas las partes de España: de Andalucía, Valencia, Madrid, Cataluña, Castilla La Mancha, Extremadura, Salamanca, etc. Un 60% de las mejores familias de Madrid hacia abajo solicitaban plaza en el Colegio San José de Campillos. Si para ellos Campillos entonces era lo mejor, es que era lo mejor para ellos, y eso habrá que admitirlo, sin desdeñar otras formas de enseñanza.

La Serie de debates La Clave, que en TVE dirigía y moderaba José Luis Balbín, dedicó uno de sus programas al Colegio San José de Campillos. Este hecho, en cuanto fenómeno sociológico ya en sí significa un reconocimiento a nivel nacional. Casi todos los ministros de Franco, por aquella época, tuvieron a alguno de sus hijos estudiando en Campillos. La aristocracia de Málaga, Sevilla, Granada, Córdoba, Jaén, Madrid, etc. enviaba a sus hijos a Campillos. En Campillos estudió Manuel de Bragança Orleáns, primo del entonces nuestro Rey Juán Carlos; Manuel Marín, que fue Presidente del Congreso de Diputados; el periodista y presentador de TVE y ahora Antena-3, Matías Prat, hijo; los hijos de Solís, de Girón de Velasco, de León Herrera y Esteban (Carlos Herrera Santamaría). Las mejores familias de Jerez tuvieron a sus hijos en Campillos: Los Valdespino, Guerrero Pemán, Antonio y Gabriel Seijo Navarro, Bertín Osborne, así como su primo Pablo Pérez de Guzmán Osborne, descendiente de Guzmán El Bueno y diez veces más adinerado y aristócrata que Bertín. En el Colegio San José de Campillos estudió Mizziam Amur, hijo del general Mohamed Ben Mizziam, el general moro de Franco que fue Capitán General en La Coruña, después en Las Canarias, y luego con Hassan II cuando la independencia de Marruecos. En Campillos estudió Joaquín Fernández-Crehuet Navajas, catedrático de Medicina Preventiva e Historia de la ciencia en la Universidad de Málaga; Emilio Calatayud, juez Magistrado en Granada; Julio Quesada Martín, catedrático de metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, y los hijos de la aristocracia andaluza y militar de media España. Bastaba con pararse unos instantes a la entrada del colegio los sábados por la tarde: Un sin fin impresionante de coches de lujo, coches militares con banderines y matrículas del ejército de tierra (ET) y FN (Fuerzas Navales).

Estudiar en Campillos era un lujo caro. Incluso para conseguir plaza, muchas veces se precisaban buenas recomendaciones. Aquello de que los padres enviaban a sus hijos como castigo para que los enderezasen, tenía bastante de mito. Yo tuve en mis clases muchísimos alumnos, extraordinarios alumnos en educación, conducta y saber. De todas partes, desde Algeciras hasta Salamanca y Valladolid. Y me consta que, muchas veces, eran los alumnos quienes solicitaban estudiar en Campillos conscientes de que allí se formarían mejor para triunfar después. Recuerdo dos casos entre otros muchos: José Mª Valderrama Vega, hijo de Juanito Valderrama y actualmente secretario de Ayuntamiento en Torredelcampo (Jaén), porque su padre andaba siempre por esos otros mundos sin frenos en las ruedas, a su antojo, cual si fuera “El Emigrante” de su canción, su hijo José María –así me lo dijo él- solicitó ir a Campillos, casi contra la voluntad de su padre, y después de treinta y tantos años guarda los mejores recuerdos del centro, del profesorado y compañeros.

Carlos Herrera Santamaría, hijo de D. León Herrera y Esteban, general jurídico militar del Ejército del Aire, entonces Director General de Empresas y Actividades Turísticas con Manuel Fraga, después Director General de Correos y Ministro de Información a la muerte de Franco, es otra muestra de un alumno que, pudiendo estudiar en los mejores centros de Madrid, él mismo solicitó en casa que lo enviasen al Colegio San José de Campillos. Carlos Herrera tiene un hermano gemelo que se llama León y que por aquel entonces lo superaba académicamente; y entonces Carlos, para no quedarse atrás, él mismo le dijo a sus padres que lo mandasen a Campillos. Carlos Herrera Santamaría hizo Derecho, trabajó como jurista del BBV y se jubiló muy joven, siendo por aquel entonces muy común en la Banca. 

Carlos Herrera no comparte la idea de que el colegio fuese un correccional. Dice tener recuerdos entrañables del Colegio San José. Afirma que en Campillos, sí, pasó algo de frío, pero que allí le enseñaron a estudiar y que, si volviese a revivir, volvería a Campillos.

Sobre el Colegio San José, hay infinidad de anécdotas, como es lógico. Recordaré tan sólo dos o tres de la primera época del colegio, en sus humildes comienzos en aquella casa de la calle Puerta de Teba, de los herederos de D. Benito Luna:

Esto era un alumno que, estando en clase, comenzó a sentir especiales urgencias naturales. Y levantó la mano rogando en voz alta: “Profesor, ¿puedo ir al servicio?”. La respuesta del profesor no se dejó esperar: “¿Al “servisio”? ¡Al “servisio”, a los veintiún años!

Y se cuenta que una vez se acercó un padre a Campillos para ver a su hijo, un sábado por la tarde. El hijo estaba castigado por culpa de uno o dos suspensos. En el Colegio San José de Campillos, las notas eran semanales. Pues bien; cuando ese padre llegó al Colegio, saludó a D. José, y solicitó ver a su hijo, el director le dijo que no podía ser.


-¿Cómo? ¿Qué yo no puedo ver a mi hijo?

-No, y lo siento -le respondió el Director-. Su hijo está castigado porque tiene dos suspensos.


Aquel padre se fue algo disgustado. Por el camino hacia su casa lo fue pensando más despacio y comprendió que tal vez ésa era la pedagogía más acertada y precisa para que la juventud creciera en responsabilidad y reciedumbre. Y se lo contó a todos sus amigos. Aquel padre vivía en Salamanca, era diputado en Cortes, se llamaba Jesús Esperabé de Arteaga. Su hijo era alumno mío en Griego. Un chico fantástico: delgadito, muy fino y cortés. Pero vivaracho y listo. En un examen, lo había cogido con las mejores chuletas que yo me podía imaginar. Durante ese examen observé que él tenía sobre el pupitre seis o siete bolígrafos Bic de pasta blanca y forma exagonal. Cogía uno y luego otro y otro…, como si estuviera pensando, ordenando las ideas antes de escribir. Me llamó la atención tanta tranquilidad, focalizada en observar un bolígrafo y luego otro y otro más. Me acerqué, elegí uno al azar, lo estudié y al momento me di cuenta de que era una formidable chuleta. Las seis caras de cada boli, a todo lo largo, estaban plétoras con el enunciado de los verbos polirrizos en griego, grabados con un alfiler. ¡Una obra de arte! Me recordó (si ustedes se acuerdan) al “Carromato de Max” en Mijas (Málaga) y sus miniaturas, donde en una lenteja o el canto de una tarjeta de visita, podías leer desde el padrenuestro hasta la Constitución de no sé qué país.

No tuve más remedio que felicitar al hijo de Esperabé de Arteaga. Hoy seguro que es abogado del Estado, fiscal o letrado bien situado en esta sociedad del Bienestar. Desde Jerez, le recuerdo con aprecio, y envío un saludo cariñoso, con mis mejores presagios de Salud y Felicidad. Para finalizar esta muy simple reflexión sobre el Colegio San José, que bien se merece un estudio más amplio y concienzudo, porque don

José Macías García (q.e.p.d.) y sus hermanos, con su colegio, consiguieron que CAMPILLOS alzase el vuelo con todas sus casas mirando al sol naciente.

Hablaré desde la experiencia de 11 años que trabajé en ese centro. Hablaré desde mi condición de haber sido un profesor bastante crítico frente a los fallos que (como en toda empresa humana) allí también se daban, y que, por hablar no por las esquinas, sino a las claras, me costó tener que dejar ese centro. Y que el señor Macías hiciera todo lo posible e imposible para que yo no consiguiese ser Alcalde de Campillos; y que, siendo ya alcalde, D. Eloy Macías anduviese diciendo en “petit comité”: “A César hay que cargárselo. A César nos lo tenemos que cepillar”. Y que, a los pocos días, claro, le dieran entrada en las oficinas del Ayuntamiento a un papel en el que Don Eloy Macías solicitaba un informe favorable (así lo prescribía la ley) del Alcalde para que a don Eloy Macías García le concedieron permiso de arma corta, como guarda jurado de su (de ellos) empresa. Por lógica, me negué a informar favorablemente. Y don José esperándome para pedirme explicaciones: que por qué le negaba a su hermano tal licencia. Y yo: “Mire usted, don José: pues porque tengo derecho a mi legítima defensa. ¿Usted no sabe que su hermano Eloy anda diciendo que “a César hay que cargárselo, nos lo tenemos que cepillar?”.

De esto han pasado muchos años.

Finiquitado el fragor de aquellas contiendas, César R. Docampo no sólo recuerda con admiración a los cuatro hermanos Macías (D. José, Eloy, Juanito, Ricardo y a una hermana de ellos, África, la que controlaba, asesoraba y dirigía a todas las chicas en lo concerniente a limpieza y demás), César no sólo reconoce la tan beneficiosa y socorrida labor llevada a cabo por todos ellos, sino que alienta la esperanza de que algún día Campillos despierte y les haga un homenaje en toda regla. Por supuesto que, a don José Macías, el pueblo de Campillos le debe mucho más, infinitamente más que (por poner un ejemplo) a Camilo José Cela, cuyo nombre figura en el pórtico del Instituto de Bachillerato, además de una avenida importante del pueblo bajo el apelativo de “Familia Pascual Duarte”.



5.- Los aromas bravos de la emigración y el estraperlo, para poder comer.


"… las matuteras de Gibraltar. Desde Algeciras a Bobadilla, el estraperlo era el rey. Cuántas historias conocen esos trenes, cuánto mercadeo en los vagones, cuántas vergonzantes transacciones del algunos salidos y lúbricos revisores en los inmundos servicios para que pudieran pasar las pobres mujeres unos plátanos y un poco de café, su marido en la cárcel, o alcoholizado o tuberculoso, y ocho churumbeles esperando la llegada de la mamá procedente de Algeciras. Habrá que hacer una oda a las matuteras del pi…, pii…, piii…, cuando al tomar el tren la curva de la Silleta comenzaban a caer a la vía bultos sospechosos recogidos por otros bultos más sospechosos aún, camuflados, pegados al terreno, como nuestra fiel infantería, para que la guardia civil en pareja no detectara la operación".

A.V.L. (Alfonso Valencia Lozano)



En Campillos, tratándose de un pueblo agrícola, cuando aparecieron el tractor, las máquinas segadoras y demás artilugios de la mecanización, todos comenzaron a malvivir en aquel contexto agrario. Y así, a partir de los años cuarenta, los obreros de Campillos comenzaron a emigrar a zonas del norte en busca de mejores jornales y un trabajo más seguro.

La emigración vista desde el pueblo mismo, era una realidad asimétrica. Hubo emigraciones de lujo, de alto “standing”, para ocupar cátedras, despachos de postín o puestos altamente cualificados en empresas importantes. Por ejemplo: Don Alfonso Padilla Serra, Don Diego Moreno Jordán (q.e.p.d.) y muchos más.

Don Alfonso Padilla Serra, q.e.p.d., recientemente fallecido:







Don Alfonso Padilla Serra (en la página anterior, con gafas y traje negro), en la toma de posesión como Catedrático de Derecho Político en la Universidad de Salamanca.

Seguidamente, una breve nota, acerca de su persona:


"Alfonso Padilla Serra, Catedrático de Derecho constitucional y Abogado. Nacido el seis de abril de 1924 en Vélez-Málaga (Málaga).

Cursó estudios primarios en el Grupo Escolar Manzano Jiménez de Campillos y bachillerato en el Instituto Pedro Espinosa de Antequera.

Se Licenció en Derecho en Granada, con Premio extraordinario. Fue becario del Real Colegio Mayor de San Bartolomé y Santiago de Granada. En la Universidad de Bolonia (Italia), se Doctoró en Derecho, con Premio extraordinario, donde fue becario del Real Colegio de San Clemente de los Españoles. En París estudió en el Instituto de Ciencias Políticas, en Würzburg (Alemania) en el Instituto de Derecho Comparado y en Londres, en la London School of Economics and Political Science. Fue Profesor Adjunto de Derecho Político en la Universidad de Granada y en la Complutense de Madrid. Obtuvo por oposición la Cátedra de Derecho Político de la Universidad de Salamanca, pasando por concurso a la Universidad de Valladolid. Fue Secretario de la Comisión Promotora De la Universidad Autónoma de Madrid y, posteriormente, Secretario General de la misma. Se jubiló como Catedrático de Derecho Constitucional en 1989.

Fue Profesor ordinario del ICADE, Secretario Académico del Centro de Estudios Sociales del Valle de los Caídos y profesor de la Escuela de Periodismo de la Iglesia y del Instituto Social León XIII.

Ejerció la abogacía en Madrid y Milán hasta su jubilación como Abogado en el 2004.

Fue Presidente del Rotary Club de Madrid-Castilla. Está en posesión de la Cruz Distinguida de Primera Clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort. Es miembro de la Asociación Internacional de Ciencia Política.

Es Hijo adoptivo de Campillos (Málaga) y Hermano Mayor honorario de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de las Lágrimas. Está casado con Dª. Carmen Peña Carrillo de Albornoz.

PUBLICACIONES:

Constituciones Leyes Fundamentales.- Granada 1953

La Constitución de la Republica Alemana.- Granada 1957

La Constitución de Italia en Derecho Constitucional Comparado de Luis Sánchez Agesta.- Madrid 1970

La Fiscalidad Internacional.- Madrid 1975

Partidos Politicos y sistemas electorales (Ponencia) Madrid 1977"










De niños: DIEGO MORENO JORDÁN y sus hermanas Asunción y Emilia.




En la página siguiente, Diego Moreno Jordán, entrevistado por Eduardo Sotillos, con la bandera de Andalucía de fondo, la noche del 15 de Agosto de 1976, en la entrega del Premio Andalucía en CAMPILLOS (Málaga):




En mi año y medio de alcaldía, Diego Moreno era el Director-Jefe del Gabinete de Prensa del Ministerio de Educación y Ciencia. Además de Licenciado en Derecho, era Periodista por la Antigua Escuela Oficial de Madrid. Trabajó en el periódico Pueblo, colaborador en Diario-16, en la revista “Posible” (de mi paisano y compañero Alfonso Sobrado Palomares) y muchos otros medios, siendo fundamentalmente cronista en Las Cortes y luego en el Congreso de Diputados. Ha tratado, entrevistado y comentado a todo el espectro de los políticos de España en los últimos cuarenta años. Además de poeta y novelista, fue una de las personas más agudas para la crítica, extremadamente solidaria y generosa para con los demás. A Diego Moreno siempre le ha importado, antes que nada, conducirse decentemente con sus semejantes y perdonar a quienes asesinaron a su padre en los primeros días de la guerra civil. Su novela más importante, “Sin Trompetas ni Tambores” es una de las mejores biopsias literarias sobre Campillos. Ha aquí, la nota que publiqué, tras su muerte:



A DIEGO MORENO JORDÁN. IN MEMORIAM.


Cuando rompía el amanecer y se atesoraba la mañana de aquel miércoles 11 de Febrero del 2009, Diego Moreno Jordán supo que se le acercaba la muerte…, igual que lo había hecho con Ana Frank, Gide o Albert Camus. De manera inusitada.

Diego la vio venir desde su silencio; desde los sueños últimos de su realidad aquí en esta Tierra, no desde la realidad de un Sueño. En ésas, la muerte (siempre desprevenida) se hizo valerosa, contundente e irrevocable. E, inundándolo de éxtasis, le habló diciendo:

El TODO es lo verdadero; cuando abraces ese Absoluto, dará comienzo tu nueva vida. ¡Para siempre!”

Entonces Diego Moreno, recordando a Dámaso Alonso en “Hijos de la ira”, sin abrir los labios le contestó a la muerte recitando:

"Heme aquí, soy hombre, hijo de Dios. Soy dulce niebla, centro cálido, pasajero bullir de un metal misterioso que irradia ternura. Podrás herir la carne y aún retorcer mi alma como un lienzo. Mas no apagarás la brasa del gran amor que fulge dentro mi corazón, bestia maldita".

Y, al instante…, se abrazó con lo Absoluto, más allá de los cañaverales, aquel 11 de Febrero de 2009.

Diego Moreno y su genialidad telúrica, guardaban en su corazón muchísimas cosas para decirle a Dios. Estoy seguro de que se las ha soltado todas, por última vez, porque siempre había sido un hombre sin miedos.

Sus restos mortales, a cuestas con el pasado, retornaron a su Campillos del alma en la provincia de Málaga. Y su féretro de pino, de acá para allá siempre a hombros de seis mujeres (sus cinco hijas y una nieta), ya reposa guarnecido junto a su madre.

Diego Moreno Jordán había cursado el bachillerato en el Colegio de los Jesuitas del Palo (Málaga), lo mismo que Ortega y Gasset. Igual que Ortega y Gasset, también él había sido Príncipe del Colegio, el cargo de más alta estirpe en los colegios de élite S.J. Después de licenciarse en Derecho por la Universidad de Granada, había cursado la carrera de Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Trabajó en el periódico Pueblo y en RNE, colaborando en Diario-16, en la revista “Posible” y muchos otros medios. Sin embargo, su labor más destacada la desarrolló como cronista en Las Cortes (época de Franco) y luego en el Congreso de Diputados.

Desde la tribuna para la Prensa, por los pasillos y demás espacios del Parlamento, supo entrevistar y relacionarse con el espectro político de España, los últimos cincuenta y pico de años, en toda su vastedad. Los conocía a todos. A todos les amplificaba la vida con las linotipias, "walkie-talkie" y telefacsímil, desde ese Imperio Colonial que es la Información.

Sobre políticos y otros variopintos personajes, Diego Moreno lo sabía casi todo, de modo que pudo hablar y escribir a los cuatro vientos. Le esperaban sus lectores pues, como dice el Antiguo Testamento…, “No se harta el ojo de ver ni el oído de oír”. Y esa concupiscencia humana requiere a los periodistas. Necesita la asombrosa luz de su mirada.

Y entonces, Diego Moreno..., desde el revés de su naturaleza, supo situarse en su terquedad.

Fue siempre ese hombre que, además de su biografía, acataba su destino; el "mañana" que ya es "hoy" y pronto ha de ser "pasado".

"Somos el tiempo que nos queda", me dijo una vez, citando a Clara Campoamor.

Siempre seguro y sin vacilaciones, Diego Moreno era paz y era guerra. No le importaba errar en lo menos si acertaba en lo principal. Sumiso tan sólo a los supuestos naturales de su personal forma de vivir la vida. Un juego de abalorios que despreciaba hipócritas estructuras y el qué dirán. ¡Ay, el "qué dirán", ruin espectro de la envidia!, sobre la que tanto habían hablado el espíritu latino de Pirandelo y el suicidio de Pavese.

Y yo recuerdo que una mañana...: En la cuarta planta del Ministerio de Educación (Calle de Alcalá, núm. 34), donde Diego Moreno tenía su despacho como Jefe del Gabinete de Prensa del Ministerio de Educación, hablando sobre Unamuno, no sé cómo, cité su novela "Abel Sánchez", y Diego Moreno, con aquella su voz un poquitín cascada, me dijo: "Abel Sánchez…, es el mejor alegato de nuestro mal nacional, la envidia".

En aquel preciso instante la radio estaba informando sobre el secuestro de José Mª. de Oriol y Urquijo, Presidente del Consejo de Estado. Había ocurrido esto una aterida mañana del 11 de Diciembre de 1976 a cargo de los GRAPO.

Diego Moreno conocía bien la Historia de España, en especial ese segmento tan bronco entre la dictadura de Primo de Rivera y el Alzamiento Nacional.

Lo mismo te hablaba de Juan Negrín, Jiménez de Asúa, Miguel Maura, Besteiro o Fernando de los Ríos, que de Pemán, Jorge Vigón o Víctor Pradera.

Citaba a Machado y su poema "La tierra de Alvargonzález" o te hablaba de aquel escrito ("La Esfinge") de María Zambrano.

Llamaba la atención su memoria prodigiosa, su brillante destreza y agilidad para las grandes síntesis. Aquella su impresionante memoria acertaba siempre a intercalar datos y anécdotas encadenados en “flashback”, siendo así cómo Dolores Ibárruri, Margarita Nelken o María de Maeztu recobraban su propia dimensión escuchando a Diego Moreno.

Diego Moreno siempre se sublevaba posicionándose con determinación a favor de los débiles y menesterosos, en pro de las clases marginadas, detestando discriminaciones y privilegios.

Sin olvidar las ásperas dentelladas que en su pueblo de CAMPILLOS (Málaga) había ocasionado la guerra civil, cuántas veces nos hacía recordar a las criaturas de la posguerra. En la memoria de Diego Moreno persistía una indeleble vivencia: la de aquellas niñas que sus padres colocaban a servir en las casas de los ricos, más que por un salario, para que les dieran de comer. Así nos lo repetía Diego Moreno y se nos quedaba mirando con fijeza; los ojos dolientes y el spray en la mano, atento a sus ataques de asma. Lastimada imagen de un Diego Moreno que jamás podré olvidar.

Siempre habrá nieve altanera que vista el monte de armiño... y agua humilde que trabaje en la presa del molino. Siempre habrá un sol también, un sol verdugo y amigo, que trueque en llanto la nieve y en nube el agua del río". ("Versos del Caminante", de León Felipe)

Mi querido Diego Moreno Jordán, ¡cuánto le costó a la muerte apagar la luz de tus ojos...!


César R. Docampo




Allá por los años de 1931, mientras en Madrid elaboraban una nueva Constitución, mientas los García Valdecasas, los Varela, los Leizaola y Gil Robles se rompían los sesos elaborando el articulado, en Campillos, Alfonso Padilla Serra y Diego Moreno Jordán, además de jugar al trompo, a las bolas y al “jincote”, como los demás niños de su época (todo menos salir al campo en busca de espárragos), dedicaban su tiempo en idear y articular su Constitución para todas las Españas. Alfonso Padilla Serra y Diego Moreno, de cuando niños, ya jugaban a ser Madrid. ¡Que en Madrid estaban elaborando una Constitución!, ellos escribían y articulaban la suya. ¡Que había cambio de Gobierno! Ellos quitaban, escogían, ponían y publicaban su Gobierno. Al final de un proceso concienzudo y laborioso, dos chavales de Campillos, Alfonsito Padilla Serra y Dieguito Moreno Jordán exhibían en público su Gabinete de ministros para el gobierno de España. Y aún les sobraba tiempo para jugar a decir misa.


Don Jesús Govantes Betes, nacido en Campillos el 8 de Abril de 1925, fue el primer Director General y Presidente de Laboratorios Normon, con sede en Tres Cantos (Madrid). Laboratorios Normon ha sido pionero en el desarrollo de los medicamentos genéricos. Jesús Govantes Betes ha tenido en su vida como principal afición el tenis, siendo entre 1974 y 1982, Vicepresidente de la Real Federación Española de Tenis.

Otros campilleros que ocuparon o siguen ocupando puestos de alta responsabilidad lejos de Campillos, son: Dos hijos de madres hermanas: Antonio Pardo Romero (uno), hasta hace unos años, Jefe de Producción de Filmados de TVE en Prado del Rey; con más de ochocientas personas a su mando y que fueron los creadores de los mejores programas de nuestra Televisión Española: Todos los programas de Félix Rodríguez de la Fuente: “Imágenes para Saber”, “Fauna”, “Vida Salvaje”, “Planeta Azul” o “El Hombre y la Tierra”, proyectadas en casi todo el mundo, vistas por más de medio mundo, desde España y Polonia hasta el Japón; series como Los Ríos, Los Gozos y las Sombras, Curro Jiménez, Cañas y Barro, y muchísimas más, tuvieron a Antonio Pardo como Jefe de Producción de Filmados.

Y Antonio Pardo Romero (dos), ingeniero de caminos, que ha sido Jefe de Confederación Hidrográfica en Córdoba.

Ilustres paisanos de Campillos ya miembros notables de la tercera edad, o “El Poder Gris”, como titula el sociólogo Gil Calvo.

En la cúspide de la elegancia intelectual no puedo pasar por alto la egregia figura de Francisco Ayala García-Duarte hijo de Francisco Ayala Arroyo, juez de Campillos donde había nacido en 1878.

Benito Peral Ríos, inteligente, entrante y simpático, todavía más que su padre Benito Peral (q.e.p.d., aquel gran hombre para el recuerdo por su extremada vitalidad y aferramiento a esta tierra, bendita tierra campillera). Así salió su hijo, hoy ilustre psiquiatra en la ciudad y Villa de Madrid, excelente alumno en mis clases de Filosofía, que todavía, después de cuarenta años, me ve y me recuerda las tan desavenientes interpretaciones de tiempo y espacio que daba Bergson valiéndose de mis labios. Junto a él, en la misma clase, estaban su primo Pedro Ríos, abogado, Eduardo Romero, médico, y Eduardo Martínez (o Menéndez)-Valdés. Ellos cuatro eran los VIP (Very important person). Los cuatro en aquella misma aula, la primera a mano izquierda según se llegaba al campo de fútbol.

Campillos aportaba lo mismo al colegio San José, como al Instituto, jóvenes alumnos extremadamente inteligentes. Así María Luisa Lozano, la hija de Paco Lozano Escribano. María Luisa fue alumna mía en Griego, en el instituto, una alumna de diez en todo: En memoria, inteligencia y sensibilidad. Es notaria, de profesión, igual que su marido. Es y será siempre hija de un pueblo como Campillos: inteligente, emprendedor y listo a rabiar.

Otros más lejanos como don Jesús Luna Padilla (q.e.p.d.), cónsul de Italia en Cádiz, Don José Antonio Casasola Muñoz, “Jefe de Centro” de Telefónica en Jerez de la Frontera. Ya cité a don Jesús Govantes Betes, pero existe todo un árbol genealógico que llega hasta Juan Carlos Govantes Betes por tierras de Murcia, así como a D. José Luis Repetto Betes, deán de la Catedral de Jerez (Su abuelo materno había sido notario en Campillos, donde nació su madre, que se fueron a vivir a Sanlúcar de Barrameda). O también esas otras personalidades más jóvenes, hijas del pueblo: José Palacios Royán (Catedrático de latín), el alumno más sagaz e inteligente con el que siempre me encontraba a la hora de corregir exámenes. Y, no sé por qué, tanto a él como a su ilustre hermana, la doctora Katy, les considero personas justas y “piadosas”, que dividen su riqueza en tres partes: una para el templo, otra para los pobres, y la tercera para sus propias necesidades.

Francisco Caballero Mesa (Catedrático de Historia, abogado y escritor), María Dolores Ríos Valencia, Alfonso Valencia Lozano, Rafael Jordán Gómez, Antonio Alés Campos, Diego Lozano Correro y tantos otros, sois ese abismo en el que Dios puso su compás y las aguas sobre las que el espíritu siempre aletea. Junto a vosotros están los demás: Los emigrantes del desarraigo, las fatigas y la gota gorda. Emigrantes de Campillos, así… miles: Por Cataluña, Valencia, el país vasco, Francia, Suiza, Holanda, Alemania y Australia.

En Australia (en las antípodas) estuvieron Pedro Martín Llamas (q.e.p.d.), Miguel Escamilla y algunos más. En pantalón corto, sin camisa y un machete en la mano, trabajaban más de doce horas al día cortando y cargando caña entre cañaverales infestados de serpientes.


Diego Albarrán Correro (q.e.p.d.) trabajó en Palamós en una fábrica de mosaicos. Después en Palafrugell de transportista para una pescadería, yendo a Barcelona todas las noches en busca de pescado. Diego Albarrán asistió al entierro de Carmen Amaya en un pueblo que le dicen Bagur. Y, a los pocos días, lo contrataron para que demoliese con una excavadora el chalet donde había vivido la misma Carmen Amaya. A poco de regresar a Campillos, Diego Albarrán, igual que Hércules, llevó a cabo un trabajo más: tarea verdaderamente hercúlea. Yendo y viniendo con el camión, trajo desde Bailén hasta la avenida Manuel Recio de Campillos todos los ladrillos que configuran el Colegio nuevo de la Milagrosa. (Se merece una placa en la pared). Y así, tantos y tantos…


Otros campilleros, en vez de emigrar para poder comer, tuvieron que dedicarse al contrabando. La razón de este negocio subyacía en los desorbitados gravámenes a que estaban sometidas determinadas manufacturas, que podían ascender al cien por cien. Estos aranceles tan elevados estimularon una actividad económica de tal calibre que llegó a interesar a más de trescientas mil personas.

Era Gibraltar el gran depósito de contrabando para toda la península. Desde allí se traficaba con tejidos de seda y algodón, con tabaco de Cuba o de Virginia. Chocolate, azúcar, café, piedras de mechero. Como escribió Richard Ford, las cabras y los contrabandistas fueron los primeros ingenieros de caminos por las serranías de Ronda. Entre tantos y tantos estraperlistas había bastantes campilleros que se conocían todos los caminos a seguir. Unos tiraban por Estepona y Marbella hacia Málaga. Otros hacia Sevilla, después de pasar por Alcalá de los Gazules y Medina Sidonia, con una variante, el ramal que se desviaba hacia Tarifa y Cádiz por Vejer y Chiclana. Y un tercer camino era el que iba a Ronda, penetrando en la sierra por Gaucín y la vega del río Genal, con puntos estratégicos en Jimena, Castellar, Ubrique y Grazalema. En todos esos lugares bullía el comercio. Por medio existía toda una cadena de comisionistas, corredores, cargueros (mozos de cuerda) y arrieros a lomo de mulas. Y mucho dinero en sobornos a jefes de Estación y Guardia Civil para que todos hiciesen la vista gorda. Las gentes necesitaban comer. Una vez le oí decir a un andaluz: “En esta vida hay que comer y dejar comer, porque si uno come y no deja comer, ¡ezo é mú malo!

Hablando una tarde con Patrocinio Torres Casero, de casa solariega y negocio en la Cruz Blanca de Campillos, me contaba ella las penurias de la gente pobre en la posguerra. A su casa iban a pedir limosnas y comida. Todos los viernes. No iban de día, les daba vergüenza; llegaban de noche, sin hacer ruido. Y me contó que después de la guerra, teniendo ella ocho años, todas las mañanas y todas las noches oía la voz de una muchacha que gritaba: “¡No tenemos pa comer! ¡Yo quiero comer!”.

En la Cruz Blanca de Campillos había una cruz de piedra con faroles negros. Formando esquina con la calle Carmen, estaba la fragua y herrería donde el padre de Diego Albarrán (q.e.p.d.) marcaba la piel de los animales con hierro candente y clavaba las herraduras en los cascos de las patas de los mulos. Hasta allí llegaba la voz de aquella muchacha que no se contenía, agitada por la carencia dentro de sus tripas y el céfiro de la mañana: “¡No tenemos pa comer! ¡Yo quiero comer!”. A la Cruz Blanca acudían los obreros todas las mañanas buscando el trabajo que ofertaban los manijeros, y luego, por la noche, volvían al mismo sitio a cobrar el jornal. Si no tenían trabajo ni se dedicaban al estraperlo, para que los pobres pudieran comer, tenían que emigrar.

De manera que, tanto España como Andalucía y Campillos estamos en deuda con todos aquellos emigrantes. Salían los trenes abarrotados hacia Europa, Cataluña y el País Vasco. Aquel Ministro (D. José Solís, natural de Cabra), al que llamaban “La Sonrisa del Régimen”, nos quería hacer ver que tanta emigración suponía un excelente bien para la clase obrera y para España porque, según decía él, emigraban inexpertos y retornaban con dinero y capacitados. Lo que no nos decía el señor Solís era que, el dinero sudado por los miles y miles de emigrantes andaluces se venía a las Cajas de Ahorros, los beneficios se iban para Madrid, al INI, y (desde el INI) los Gobiernos de Franco lo endosaban a favor de Cataluña y el País Vasco, en la línea marcada en los Planes de Desarrollo por el Sr. López Rodó, siguiendo al pie de la letra los consejos que emanaban de la “Bilderberg” (Los amos del mundo) y de la Trilateral de Estados Unidos: No desarrollar a todas la regiones, sino sólo una o dos para, de esta forma, encontrar en las demás (por ejemplo Andalucía y Extremadura) la mano de obra barata.

Me he extendido en estas consideraciones porque la emigración tuvo mucho que ver con la aceleración de los acontecimientos y el desarrollo de la Transición. Los emigrantes con su desarraigo, penurias, fatigas y sufrimientos, en primer lugar, inyectaron mucho dinero a la economía española. Esto nunca se lo han agradecido. En segundo lugar, quiero decir que la democracia, a España, no la trajo ni el Rey ni Adolfo Suárez, la trajo el pueblo. Y dentro del pueblo, los Emigrantes. ¿Les suena aquel slogan de Joaquín Costa cuando España (por el tratado de París de 1898) perdió su Imperio, aquel Imperio donde nunca se ponía el sol? Fue entonces cuando Joaquín Costa Martínez, nacido en Monzón (Huesca), después de haber sido albañil, jabonero y carpintero para poder comer y estudiar, siendo notario en Jaén, decía tener la clave para solucionar los problemas de España. No era una, eran dos: La primera, un slogan: “Escuela y Despensa”. La segunda, un clamor: “Sellemos con siete llaves el sepulcro del Cid y abramos una ventana a Europa”.Los primeros en atravesar el umbral de Europa en masa no han sido los turistas. Fueron nuestros emigrantes. No iban de vacaciones. Iban a trabajar, a dejarse la piel, y así, de esta forma, conectaron con otras culturas, con otros códigos de pensamiento, con una tabla de valores más igualitarios y democráticos. Y mientras nuestro ministro, el Sr. Ullastres, elaboraba sobre el papel aquellos convenios o tratados preferenciales con el Mercado Común, los emigrantes comenzaban a reclamar una España democrática que luego los políticos, tras la muerte de Franco, modelaron e institucionalizaron en la Constitución de 1978. Cómo se llevó a cabo ese complejo proceso, desde los pueblos, y más en concreto en Campillos, lo iremos viendo en los próximos capítulos.


Quiero terminar esta primera parte manifestando que no es fácil hablar sobre Campillos. Siempre nos equivocamos. Con otras palabras: nunca acertaremos del todo porque hay muchos Campillos dentro de Campillos. Un testigo lo mismo que el historiador ve sólo lo tangible. Los dos se quedan cortos. Yo conozco cuatro novelas que hablan de Campillos. El novelista no hace historia. Descubre y plasma arquetipos. Nos muestra a un SER “en situación”. Campillos, para un novelista, necesariamente ha de ser “Un pueblo en SITUACIÓN”. Y ello, a tres niveles: “SUB-SITUACIÓN”, “SUPRA-SITUACIÓN” y “TRAN-SITUACIÓN”. Nos cuenta lo que nunca aconteció, porque es perenne y acontece siempre. Deformando hechos, escenarios y personajes, lo distorsiona todo para así ofrecernos una visión más absoluta de la realidad.


CAMPILLOS es “Campochico” en la novela “Sin Trompetas ni Tambores”, de Diego Moreno Jordán. Con un final insólito pero delicioso, cuando el dueño del capital y de las tierras escucha los consejos de quien las trabajó y ahora se las compra (en realidad, aquella persona serena y honesta que al final le compra al dueño su “Casita de Papel”). Me estoy refiriendo a Benito Palacios (q.e.p.d.), un hombre cabal con aquellos ojos tan bellísimos y aquella mirada siempre conciliadora, un poquitín triste pero impecable por su belleza. Benito Palacios era muy amigo de mi suegro, don Francisco Padilla Casero. Dos personas ejemplares, dos almas bajo la égida de la honradez.

Es “Vilacampa” otro Campillos dentro de CAMPILLOS, en la novela “Paisaje del Sur”, de Paco Caballero Mesa, nacido en la calle Molinos, catedrático de Historia, abogado y exconcejal del Ayuntamiento de su pueblo por el tercio familiar. Yo he sido alcalde, gracias a él, como veremos en el siguiente capítulo. Si mis recuerdos no fallan, esperaba de Caballero Mesa otra novela con el título de “La Frontera”. La tendrá guardada en algún cajón o dormida en los cofres de su mente.

Una tercera novela lleva por título “Al-Ésjaton”, siendo Al-Ésjaton otro Campillos dentro de CAMPILLOS. El autor describe a Campillos en dos planos o dimensiones: por el DÍA y por la NOCHE. De día acontece lo que acontece y muchos de ustedes ya conocen. Por la Noche, siendo

los mismos personajes, trastornan la memoria, huyen de sus casas porque se han propuesto un inmenso plan, conseguir, conquistar ¿qué? No lo diré. Sí les adelanto que lo consiguen; cómo lo consiguen, tampoco estoy autorizado a revelar. Comencé a escribir mi novela “Al-Ésjaton” hace 30 años, mas no me atrevería todavía a publicarla.

Para finalizar, decirles que un antiguo alumno del Colegio San José, Julio Quesada Martín, catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, publicó en 1998 su primera novela “El Último Filósofo”, editada por Huerga & Fierro. Les ofrezco a continuación el comienzo de la Primera Parte que lleva por título La Vuelta Atrás:

Durante un montón de años Tomás estuvo obsesionado con los recuerdos de sus siete cursos en el Internado de Campillos. Al terminar el Bachillerato, después del Preuniversitario, había olvidado prácticamente aquellos siete años. Pero con el tiempo, la memoria del Colegio San José fue creciendo en los pulmones, en la garganta, en el corazón, en las palmas de las manos, hasta tal punto que con una hija en el mundo, aún seguía teniendo pesadillas…”


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CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO.  

LA TRANSICIÓN EN CAMPILLOS (MÁLAGA), TRAS LA MUERTE DE FRANCO.

 Recuerdos de quien fue el primer alcalde elegido a votos después de la muerte de Franco.




















(III) LA TRANSICIÓN VISTA DESDE CAMPILLOS, POR CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO (III): CAPÍTULO SEGUNDO. LA TRANSICIÓN EN ESPAÑA Y TVE.

  

 

CAPÍTULO SEGUNDO:


LA TRANSICIÓN EN ESPAÑA Y EN TVE.




1. LA TRANSICIÓN EN ESPAÑA: PRIMERA PARTE.



1. 1. INTRODUCCIÓN.


La Transición no fue tan sólo la instauración borbónica, sino sobre todo un proceso por el que España logra pasar de la dictadura de Franco a un Estado social democrático y de derecho. Segmento histórico que tuvo como inicio el fallecimiento del dictador (20 de Noviembre de 1975), y que finalizó con la victoria electoral del PSOE (28 de octubre de 1982).

Me atrevería a decir que la transición española se sustanció en un forcejeo imponente de resistencias generadas por el propio régimen, en un cuadro de tensiones causadas por los grupos radicales de extrema izquierda y los grupos franquistas de extrema derecha (los “ultras o “el búnker”), que además contaban con un apoyo muy considerable dentro del ejército, así como en el Consejo del Reino. Entre una “tesis” (la derecha) y una “antítesis” (las izquierdas, que luego se agruparían bajo el nombre de “Platajunta”), el gran acierto de nuestro Rey consistió en elegir a la persona más apropiada para conducir a España hacia la armonía de una “síntesis” que se institucionalizaría en la Constitución. Esa persona fue Torcuato Fernández Miranda, profesor de Derecho político de Juan Carlos I, y partidario de reformar las Leyes Fundamentales del Movimiento mediante sus propias disposiciones, sin que en ningún momento llegara a producirse un vacío legal. Se trataba de ir, según sus propias palabras: “Desde la ley, a la ley, a través de la ley”.

Esta norma impecable lo impregnó todo. En todos los ámbitos, desde Madrid hasta el último municipio de España.

Hablar con autoridad y aquilatando sobre la transición en España, supone unos conocimientos de los que yo carezco en profundidad. Yo no soy historiador. Soy filósofo (Filosofía-pura) por las Universidades Pontificia de Comillas y Complutense de Madrid. Y Periodista por la Antigua Escuela Oficial de Madrid. Inscrito en el Libro Oficial de Periodistas al número 6.554, folio 292, fecha 4 de Febrero de 1976.

Pero, al mismo tiempo, quiero decir que, si los Historiadores son los periodistas del PASADO, los periodistas somos los historiadores del PRESENTE. Y además, por circunstancias de la vida, he tenido la coyuntura de conocer o asistir al proceso de la transición desde tres madrigueras diferentes:


PRIMERA: Cursé periodismo en la antigua Escuela Oficial, ubicada en la calle del Capitán Haya, a espaldas del antiguo Ministerio de Información y Turismo. Después de un durísimo examen de ingreso para seleccionar a 250 de entre los 1.400 candidatos; había luego que cursar 40 asignaturas (más Francés e Inglés), y superar otro examen oral de media hora sobre uno de los cincuenta temas de ultra actualidad, como, por ejemplo: La “Ostpolitik Alemana” con Willy Brandt (aquel hijo de padre desconocido), Alcalde de Berlín, Canciller de la RFA, Presidente de la Internacional Socialista, Presidente del SPD en el Parlamento Europeo, y excelente conductor de la Ostpolitik con el fin de normalizar las relaciones de la RFA con la Europa Comunista.

O “LA GUERRA DE LOS 6 DÍAS DE ISRAEL”, una guerra tan breve y tan compleja, con el papel que desempeñaron los Phantom-4E, entrando en combate durante el conflicto árabe-israelí. Y, así, 48 temas más.


No acababa ahí la carrera de Periodismo. Había, además, que realizar una tesis que tú proponías, la Escuela de Periodismo te la aceptaba o no, y nombraba a un profesor con el que debías de realizarla.

Yo elegí y propuse a la Escuela el siguiente título: “HACIA UNA ÉTICA DE LA TELEVISIÓN INFORMATIVA”. Se me admitió el enunciado y según el oficio correspondiente emitido por la Secretaría del centro con la firma del entonces Secretario D. Andrés Romero, me asignaron a D. Miguel Pérez Calderón como director de la tesis.


Miguel Pérez Calderón que, por entonces, además de profesor de la Escuela de Periodismo, lo era también de la facultad de Ciencias de la Información, tenía su despacho en Prado del Rey. Era el Jefe de los Informativos de TVE que estaban, no en el edificio de TVE, sino en la Casa de la Radio. Miguel Pérez Calderón era quien visionaba todos los programas informativos y autorizaba o no su emisión. En aquellos pasillos, oficinas, salas de redacción, etc., pasé dos años observando e investigando, no tan sólo el sustrato técnico, también todo el proceso ideogenético de transmisión-TV, especialmente las aporías ético-estéticas en cuanto a “forma-contenido”.


Me tocó vivir allí momentos cruciales en la historia de la transición: El proceso de Burgos contra ETA, los fusilamientos en Hoyo de Manzanares, más el de El "Chiki" en Cataluña en Septiembre de 1975 y su repercusión a nivel mundial, especialmente en Europa; La Marcha Verde, la muerte de Franco, y los difíciles momentos de la Transición en tiempos de Arias Navarro.


SEGUNDA: El 25 de Enero de 1976 fui elegido Alcalde de Campillos (Málaga). El cargo, por supuesto, me proporcionó nuevas coordenadas así como una atalaya muy distinta en orden a interpretar hechos, conocer más de cerca a los protagonistas, y toda una cadena de causas, intentonas, tropiezos y valoraciones respecto a la historia real del país.


TERCERA: En 1977, me presenté para Senador por la provincia de Orense, como independiente. Tuve primero que desplazarme para conseguir las quinientas firmas acreditadas ante notario, o ante la Audiencia provincial. Las gentes recordaban la guerra, sentían pánico a todo cuanto sonase a política. “¡Ay, filliño!”, decían, “as cousas da política, mal asunto”. De manera que echarte una firma con el DNI por delante era cosa no fácil de conseguir. Lo que no consiguió un ex-juez de Orense, lo alcancé yo en tres días, gracias a que parientes míos ocupaban cargos de dirección en las principales empresas del Polígono Industrial San Ciprián de Viñas, y bajaron a sus obreros en autobús a firmarme en la Audiencia Provincial, cuyo Secretario D. Fernando Díez Rodríguez, en funciones de Secretario de la Junta Electoral Provincial de Orense, puso a mi disposición un despacho y secretaria para ir recogiendo las firmas.


Después hice mi buena campaña. Hablé en las principales villas de la provincia. Hablé en RNE desde La Coruña, y en TVEG desde el Centro Regional de Santiago de Compostela, que dirigía entonces Eugenio Pena, un joven ex-telegrafista del yate Azor de Franco.

El día que me pertenecía hablar en Carballino, lo hacía Felipe González en la Capital. Un Felipe González que se había desplazado en avión de Madrid a Vigo, acompañado por Alfonso Sobrado Palomares, y de Vigo a Orense por carretera, presentándose en el palacio de Deportes con más de una hora de retraso. Mientras llegaba, era Celso Montero (un ex cura “comillés” que luego saldría de senador por el PSOE) quien sostenía entreteniendo con chascarrillos a la clase obrera. Cuando se presentó Felipe, pidió disculpas con estas palabras: “Perdonadme compañeros, porque lleváis mucho tiempo de pie; pero eso no es nada para quienes habéis llevado cuarenta años de rodillas”. Y ya se los ganó.


Para mí el caso fue que Felipe González me había vaciado los pueblos. De manera que, después de comer, cuando acudimos al lugar asignado por el Sr. Juez Presidente de la Junta Electoral por el Distrito de Carballino, el salón de plenos del Ayuntamiento de Carballino, allí tan sólo había dos hombres: el Alcalde y el Sr. Juez.


El alcalde me saludó y se fue. Pero el Juez, que me había visto en la TVEG, mostró su deseo de hablar conmigo, aunque sólo fuese en aquel pequeño círculo de doce personas que eran las que constituían mi equipo. Estuvimos hablando más de una hora. Me preguntó qué tal me iba. Le dije que regular. En la provincia de Orense mandaba Eulogio Franqueira, al que llamaban “El Ajax”, y era el segundo de la lista de UCD, detrás de Pío Cabanillas Gayas. Eulogio Franqueira era el amo de La Caja Rural, de UTECO, KOREN, etc. Él era quien concedía los créditos en todas las aldeas, y sus abogados llevaban ya más de dos meses batiendo pueblo a pueblo. Le dije, además, al señor Juez de Carballino que yo me encontraba descolocado. ¿Y eso por qué?, me preguntó. Y le hice ver que los partidos y sus líderes no hablaban más que de problemas inherentes al vivir de las “xentiñas ourensanas”: la escuela, la educación, la salud, la tercera edad, las comunicaciones. Sin ser “mariñeiros” los orensanos, escuchaban a sus políticos hablándoles sobre los problemas del mar y la pesca. Y le dije a don Cándido Conde-Pumpido Tourón (que así se llama el juez), que no, que ese no era el tema. Que en Orense, como en cualquier distrito electoral de España, había que hablar de lo mismo. De un proyecto o modelo de Constitución, porque se iba a elegir candidatos para unas Cortes Constituyentes. Y en el fragor de la conversación, me percaté de que el juez era proclive igual que yo hacia una Constitución para un Estado plurinacional o multinacional.


Don Cándido Conde-Pumpido, estuvo extremadamente cordial y atento con nosotros. Para que no tuviéramos problemas en el siguiente pueblo donde me pertenecía intervenir, nos acompañó hasta Punxín, el pueblo del abuelo del cantante argentino Alberto Cortés. No hace falta decir que, cuando llegamos a Punxín, no había nadie. Estaban todos en el pabellón de Deportes de Orense escuchando a Felipe González. Don Cándido Conde-Pumpido Tourón se bajó del coche, lamentó el panorama, nos dio la mano uno a uno, volvió a subirse en su Renault-5 de color rojo, y se fue. En mis recuerdos sigue grabada con fruición la imagen de aquel joven juez (le calculé 28 o 29 años, no más), con barba negra y corta, buen mozo y mejor persona.

Y…, así pues, desde los criterios siempre efímeros que me confiere esta triple experiencia, voy a ofrecerles, a ustedes, unas cuantas observaciones sobre algunos hechos que a mi juicio jugaron un papel dinamizador durante la Transición.


Decir que pasaré por alto temas como “La Marcha Verde” (cuando el Rey de Marruecos Hasán II movilizó a más 300.000 personas y las lanzó sobre el Sáhara, aprovechándose no sólo de que Franco estaba agonizando, sino también de la mala imagen que teníamos en el exterior). Tampoco pienso hablar de ETA, el FRAP, El Proceso de Burgos, los GRAPO ni sobre “La matanza de Atocha” (no me refiero al 11-M y los trenes de cercanías, sino al asalto a un despacho de abogados laboralistas llevado a cabo por asesinos de extrema derecha, quienes el 24 de Enero de 1977, a las diez y media de la noche mataron a tiros a cinco letrados, y la consecuente manifestación popular convocada por la izquierda). Tampoco hablaré de los Pactos de la Moncloa cuyo fin fue estrictamente económico, entendiendo que en aquellos momentos se imponía la moderación salarial. Había que frenar el desempleo y, para ello, rebajar la inflación que, si en febrero de 1976 ascendía al 20% anual, en julio de 1977 superaba el 25%. Y consiguientemente, si en febrero de 1976 en España había 600.000 parados, en 1977 se rozaba la cifra de un millón.


Esto último se estudió y acordó en Los Pactos de La Moncloa, acuerdo firmado el 24 de Octubre de 1977.

Tampoco hablaré de la asonada militar que fue el 23 de Febrero de 1981, cuando los Poderes Legislativo y Ejecutivo fueron secuestrados.






1.2. ITINERARIO. Datos sueltos:


Durante los 40 años de dictadura diremos que había dos Españas. Una España interior y otra en el exilio, con personas como Rodolfo Llopis, Federica Montseny, Salvador de Madariaga, Claudio Sánchez Albornoz (ilustre historiador y Presidente del Consejo de Ministros de la República, en el exilio), Santiago Carrillo y muchos otros conscientes de que desde el exterior era imposible hacer la nueva España.

La Transición sólo era posible desde dentro del Régimen y con los hombres del Régimen.


A.- El nombramiento de Joaquín Ruiz-Giménez como ministro de Educación Nacional en 1951 supuso la posibilidad de un intento de apertura, arropado por figuras como Dionisio Ridruejo, Pedro Laín Entralgo y Antonio Tovar.


B.- El papel de Manuel Fraga Iribarne:


  1. Fraga desarrolló y promulgó la Ley 14/1966, de 18 de Marzo, de Prensa e Imprenta que, sin llegar a las cotas del artículo 20 de la actual Constitución, era un avance en la conquista de libertades.


  1. Fraga desencadenó un terremoto, permitiendo bajo cuerda que “Solidaridad Nacional”, un periódico de Cataluña, sacase una breve nota sobre Matesa. El caso Matesa fue un lance de calibre monetario-fiscal utilizado por Fraga, Solís y la prensa del Movimiento contra Carrero Blanco, López Rodó, Espinosa San Martín (ministro de Hacienda), Faustino García Moncó (ministro de Comercio), López Bravo (ministro de Industria), Mortes Alfonso y algunos más, todos del Opus Dei. Las gentes de Falange, cada vez más relegadas en relación con los miembros del Opus, vieron en Matesa una oportunidad de oro para recuperar un terreno perdido. Hacía poco que Juan Carlos había jurado como sucesor del Jefe del Estado, un paso que el Opus valoraba como una victoria, y los azules como una derrota.


  1. Fraga, siendo ministro de la Gobernación con Arias Navarro, en abril de 1975, autorizó la celebración en Madrid del XXX Congreso de la UGT, después de cuarenta y cuatro años. “La Unión General de Trabajadores ha de ser una gran central sindical de clase, democrática e independiente”, dijo su secretario primero, don Nicolás Redondo. Es decir; se propugnó la ruptura política y sindical. En ese mismo congreso, el secretario general del PSOE, don Felipe González, subrayó: “Deseamos la transformación del país, pero no queremos que sea violenta”.


  1. Fraga, ante el enfrentamiento entre José González de la Puerta, Gobernador de Málaga, y el alcalde de Casares, Pepe Navarro, actuó con toda contundencia: cesó al Gobernador, don José Gonzalez de la Puerta, y nombró, como nuevo gobernador de Málaga a un catalán, don Enrique Riverola Pelayo que era de Alianza Popular, pero no falangista. El Alcalde de Casares, Pepe Navarro, sería cesado poco después por el nuevo ministro de Gobernación Rodolfo Martín Villa. Más adelante espero hablar de este nombramiento que, en cuanto a la provincia de Málaga, supuso un clima más condescendiente y abierto a todos los partidos y a todas las ideas. Desarrollaré el devenir de esta transición provincial contemplándola desde la alcaldía de Campillos.


  1. Don Manuel Fraga Iribarne presentó a Santiago Carrillo en el Club Siglo XXI, un 27 de Octubre de 1977. Era jueves. Enorme expectación, así como dimisiones en cascada de bastantes directivos y socios del CLUB SIGLO XXI, entre ellos la de Fernando Suárez, un ex ministro de Franco, catedrático de Derecho del Trabajo, y que tuvo una actuación verdaderamente magistral en la defensa del Proyecto de Ley para la Reforma Política. Alegaban que aquel Club era una tribuna exclusiva de la derecha. Y eso que Fraga hacía tres días que, ante la fuerte reacción de algunos compañeros de AP, se había manifestado diciendo: “El que margina, se margina, y es ése el juego que interesa al Gobierno de UCD, que sólo ellos puedan dialogar con la izquierda”.



En la presentación de Carrillo, Fraga estableció un claro tabique entre los dos, haciendo referencia al marxismo y a la realidad de Rusia y otros países del Este. Y aún añadió: “Carrillo luchó en las guerrillas al final de los años 40; yo fui Ministro de Información en los años 60 y de Gobernación en los 70, y opuse las ideas de reforma a las de revolución”. Recalcó Fraga la inutilidad de mirar atrás, al pasado. Hay que buscar una historia común para el futuro, dijo; hay que superar las líneas divisorias pasadas.

Carrillo estuvo muy correcto y discreto. La vida siguió.







1.3. FUERZA NUEVA.


Los rifirrafes desde la revista Fuerza Nueva fueron constantes. En diciembre de 1971 dos Consejeros del Reino (Torcuato Fernández Miranda y Miguel Primo de Rivera) tomaron posesión con traje y camisa blanca, y a los dos días, en Crónica Nacional de la revista Fuerza Nueva, escribía Blas Piñar: “Ya sabemos que el hábito no hace al monje, pero…imprime carácter. Y es pertinente decirlo en relación con la camisa azul. Para los falangistas (…) la camisa azul no es una simple prenda de vestir, es el auténtico hábito de una militancia, el símbolo de una idea… la bandera de una filosofía política… emblema de fe en unos principios…todo ello sin contar otras facetas que esta camisa representa, entre otras, el haber servido de mortaja a miles de camaradas que han caído frente al enemigo por los campos de España y las tierras de Rusia…”



1.4. ¿LO SABÍA ESPAÑA?


¿Saben ustedes que el mismo Franco en algún momento llegó a pensar que serían Santiago Carrillo y el Partido Comunista la única alternativa posible a su Régimen? Esto explica la tremenda audiencia que Carrillo tenía entre sectores de las clases trabajadoras que no estaban con el PSOE y entre determinados estamentos de la cultura, con Ramón Tamames a la cabeza.

Las dudas de Franco, al final, quien las disolvió fue una mujer anciana: En “Páginas de unas memorias perdidas” (Boletín de la Real Academia de la Historia), cuenta Jesús Pabón que Doña Victoria Eugenia, en el acto del bautizo del Infante don Felipe, hizo un aparte con Franco y le dijo: “General: ésta es la última vez que nos vemos en vida. Quiero pedirle una cosa. Usted que tanto ha hecho por España, termine la obra. Designe Rey de España. Hágalo en vida: si no, no habrá Rey. Que no quede para cuando estemos muertos. Ésta es la única y última petición que le hace su Reina”.

Franco, emocionado, le contestó con firmeza: “Serán cumplidos los deseos de Vuestra Majestad”.







1.5. Los sucesos de Vitoria y Montejurra:


Recuerdo que en las elecciones constituyentes del 15-J/1977, el día que Fraga Iribarne actuaba en Orense, los del partido Comunista le tenían preparada una sorpresa. Al salir Fraga del Palacio de Deportes que era donde actuaban los partidos que movían masas, le soltaron delante de su cara una furgoneta llena de gallinas blancas. En las alas de las gallinas estaba escrito con tinta roja: “Vitoria”, “Montejurra”, un nombre en cada ala. El día anterior Fraga había intervenido en el Ferrol en un mitin más reducido; alguien del público lo increpó de malas formas; Fraga, quitándose la chaqueta, bajó del estrado y se fue a por él. En Orense se cabreó. Cabreo que se hizo supino cuando, el 15 de junio, AP (una especie de coalición de los Siete Magníficos), por la provincia de Ourense, no consiguió ningún escaño tanto al Senado como al Congreso.


Aquel primer gobierno de la monarquía (Enero-julio de 1976), ofrecía un panorama continuista, no auguraba transformaciones políticas. Sin embargo, a instancias del Rey y del presidente del Consejo del Reino don Torcuato Fernández Miranda, en el gobierno de Arias Navarro entraron ministros claramente reformistas como Manuel Fraga Iribarne (Gobernación), José Mª de Areilza (Asuntos Exteriores) y Antonio Garrigues (Ministro de Justicia). Los tres habían rechazado el Estatuto de Asociaciones del Movimiento. También contó con la presencia de un democristiano en Presidencia, Alfonso Osorio, y dos expertos en el aparato del movimiento: Rodolfo Martín Villa (Sindicatos) y Adolfo Suárez (Ministro Secretario General del Movimiento). Para compensar esta presencia reformista, Arias Navarro nombró en Defensa a un militar franquista hasta el tuétano: Fernando de Santiago.

Un gabinete para una reforma muy tímida y que se limitó a sacar dos leyes: La Ley de Reunión y Manifestación (que ampliaba la libertad para reunirse sin que fuese necesaria una autorización), y la Ley de Asociaciones Políticas, que permitía la creación de grupos políticos sin el carácter legal de partidos políticos que, además, debían aceptar los principios del Movimiento y las Leyes Fundamentales.


1.5.1.VITORIA.


La situación a afrontar por el nuevo gobierno se hizo muy difícil porque la agitación de la oposición iba en aumento, las manifestaciones solicitando “amnistía” eran cada vez más frecuentes, y en el País Vasco la tensión crecía.

ETA continuaba con los atentados y con aquel apoyo popular que se explicitaba en constantes actos de protesta. En Enero de 1976 cerca de mil trabajadores iniciaron una huelga en Vitoria contra un decreto de topes salariales y solicitando mejores condiciones de trabajo. Dos meses después (el miércoles día 3 de Marzo 1976) convocaron una huelga general, por tercera vez, encerrándose en la iglesia de San Francisco de Vitoria para celebrar una asamblea de Trabajadores. La policía armada entró en la iglesia y, en contra de la decisión del párroco así como del contenido del Concordato, los mandos policiales exigieron a los obreros que desalojaran la iglesia inmediatamente. A esta orden le siguió el uso de gases lacrimógenos en un recinto cerrado y abarrotado de gente. De la indignación se pasó al pánico. Los primeros en salir medio asfixiados y con pañuelos en la boca fueron apaleados y luego recibidos a tiro limpio, con disparos de pistolas y metralleta. Mueren: Un trabajador de Forjas Alavesas, de 27 años (Pedro Martínez Ocio); un trabajador de Agrator, con 19 años (Romualdo Barroso Chaparro); un estudiante y operario de panadería de 17 años (Francisco Aznar Clemente); y José Castillo, trabajador de Basa-Grupo Arregui, de 32 años.

Dos meses después moría Bienvenido Pereda, un trabajador de 30 años a consecuencia de aquellos disparos el día 3 de Marzo, mientras yo viajaba con el coronel de la Guardia Civil de Málaga don Diego Daza Ramirez y el coronel de Cádiz Carlos Serrano, desde el Alto Estado Mayor del Ejército hasta la Dirección General de la Guardia Civil (en Islas Filipinas, al final de Guzmán el Bueno).

Aquella mañana, Vitoria se tiñó de sangre porque, además de los fallecidos, hubo más de sesenta heridos graves, la mitad con heridas de bala y cientos de heridos leves. Según unas declaraciones de Rodolfo Martín Villa, aquella mañana se habían disparado más de mil balas. Manuel Fraga era Ministro de Gobernación, pero se encontraba en Londres, y las decisiones las tomó otro (¿…?). ¿Quién?, no se sabe. Fraga, no; estaba en Londres. ¿Adolfo Suárez?, tal vez.

Al día siguiente, jueves, el Secretario General del PSD alemán cancelaba la entrevista con Fraga Iribarne que estaba participando, en Londres, en una campaña diplomática para “vender” internacionalmente aquella reforma avalada por la monarquía que había quedado inmediatamente desprestigiada. El sábado día 6 de Marzo, don Manuel Fraga Iribarne (Ministro de la Gobernación), acompañado por Rodolfo Martín Villa (Ministro de Relaciones Sindicales) y por el General Ángel Campano, Director General de la Guardia Civil, se desplazaron a Vitoria e intentaron visitar a los heridos para reducir el impacto de una brutalidad que proyectaba ante el mundo el rostro más cruel y bárbaro de la dictadura que ellos representaban.

Estos hechos incitaron a la oposición a una unidad de acción, formando la “Platajunta”, el 26 de marzo. Exigen amnistía, libertad sindical, y democracia, rechazando además las leyes reformistas.




1.5.2. Montejurra (9 de Mayo de 1976).


Fue un enfrentamiento armado entre dos fracciones carlistas y se saldó con dos muertos. En Montejurra (Monte sagrado del Carlismo) era costumbre celebrar todos los años un Vía Crucis. Ese año, cuando iba a dar comienzo la procesión desde el monasterio de Iratxe, los allí reunidos fueron atacados a pedradas y con porras por un grupo de alborotadores, ante la pasividad de la Guardia Civil y Policía Armada. Un alborotador mató de un tiro a un carlista. Más arriba, volvieron a encontrarse con otro grupo armado. Discutieron y hubo ráfagas contra los peregrinos. Otro muerto de bala en el corazón y varios heridos más.

La Platajunta acusó al Gobierno de connivencia con los agresores por su incapacidad para mantener el orden público a pesar de la presencia policial.

Todo esto, más los GRAPO, más ETA y la ultraderecha, con un Carlos Arias Navarro muy sensible a las presiones del búnker, hacían de España una nación ingobernable. El Rey, después de manifestarse durante aquel viaje a los Estados Unidos decididamente favorable a la implantación de un sistema democrático en España, se decidió a exigir la dimisión a Carlos Arias Navarro. Esto fue el 5 de Julio de 1976. Y es a partir de aquí, pienso yo, cuando da comienzo la transición en España.








1.6. Arias Navarro, el muro a derribar.


El magnicidio de Carrero Blanco (20 de Diciembre de 1973) que se había convertido en el “alter ego” del Jefe del Estado, parecía despejar los caminos hacia la remodelación política de España. Pero no fue así.

Tras la muerte de Luis Carrero Blanco había que elegir sustituto. El 28 de Diciembre de 1973 el Consejo del Reino, incluyó a Carlos Arias Navarro en la terna que le pasaron a Franco.

Sería muy prolijo entrar en el sinfín de sucesos y anécdotas que se precipitaban encadenados tras el nombramiento de Arias Navarro como Presidente de Gobierno. Este personaje de triste leyenda, que había sido fiscal en Málaga durante la guerra civil (¿Se acuerdan ustedes de aquel artículo que sacó mi paisano Alfonso Sobrado Palomares en los números de Mayo y Junio de 1977 de su revista “Posible”?) No fue uno, fueron dos bajo el título: “Arias Navarro, el carnicerito de Málaga”. Estando una vez con Palomares cuando ya era presidente de la Agencia EFE, le pregunté: ¿Cómo te atreviste? Y me dijo: “Se lo consulté a mi suegro (el padre de Ana Tutor, por entonces magistrado del Tribunal Supremo), y él me dijo que ¡adelante!”.

En las elecciones del 15-J del 1977, Arias Navarro figuraba en las listas de AP para senador por Madrid, pero debido al efecto devastador de la revista “Posible”, todo un ex Alcalde de Madrid, ex Ministro de la Gobernación y ex Presidente de Gobierno, no consiguió escaño.

Y, si ustedes desean conocer los últimos vaivenes y resoplidos de la neurosis política de Carlos Arias Navarro, he aquí el último botón de muestra.

El 11 de Febrero de 1976, siendo Adolfo Suárez Secretario General del Movimiento, reunió a la Comisión Mixta Gobierno-Consejo Nacional en un piso alto del edificio del Senado. Se trataba de constituir la comisión para trazar en líneas generales un plan de trabajo que debía centrarse en los tres grandes temas, que entonces eran: Ley Constitutiva de las Cortes, Ley de Sucesión y Ley de Asociación Política. Fue entonces cuando Arias Navarro les soltó un discurso que nadie se lo esperaba, ni siquiera los más “ultras”. Se demoró en un preámbulo de casi media hora, declarándose mandatario de Franco y de su testamento. Uno de los allí presentes, José María de Areilza, en su “Diario de un Ministro de la Monarquía”, recuerda y nos cuenta como Carlos Arias Navarro habló del entierro de Franco, del funeral, de lo que se temía a su muerte, de que los enemigos de España pululaban en plena impunidad y que había que acabar con ellos. Metió en un mismo saco a Carrillo, a Felipe González y a Llopis, excomulgándolos de la convivencia política.

Dijo que se le acusaba a él de haber hecho un discurso decepcionante en las Cortes y de querer simplemente continuar el franquismo con un retoque de fachada pero sin cambiar nada esencial. Entonces vino lo asombroso: “Pues bien; sí. Es cierto.

Yo lo que deseo es continuar el franquismo. Y mientras esté aquí o actúe en la vida pública no seré sino un estricto continuador del franquismo en todos sus aspectos, y lucharé contra los enemigos de España que han comenzado a asomar su cabeza y son una minoría agazapada y clandestina en el país…”.


A mí -cuenta Areilza- se me cayó el alma a los pies. Manuel Fraga parecía a punto de estallar. José Antonio Girón de Velasco estaba exultante. La Monarquía, comenzando por la Corona, podía irse al garete. Pero allí se encontraba también Torcuato Fernández Miranda, impasible y dueño de la situación:


La labor del Rey hasta hacer dimitir a Arias Navarro, y de Torcuato Fernández Miranda para conseguir que Adolfo Suárez entrase en la terna que el Consejo del Reino elevaría al Rey para que nombrase nuevo Presidente de Gobierno, ya la conocen. Está en las hemerotecas, Y si me permiten un símil cinematográfico, ¿se acuerdan ustedes de aquella película “Cimarrón”? La dirigió Anthony Mann (que fue uno de los maridos de Sara Montiel). Trabajan como actores principales María Schell y Glenn Ford. La película narra la vida de una familia durante cuatro generaciones, junto al nacimiento y desarrollo de Osage, una pequeña ciudad del Estado de Oklahoma. Lo que en realidad cuenta la película es la aventura de una familia a la conquista del Oeste. Aventura que da comienzo en el instante mismo cuando, puestas todas las carretas en línea, suena el disparo de salida. La España del S. XXI (nunca mejor dicho) saltó también a la conquista del “Oeste” (la Libertad), en el momento en el que nuestro Rey exigió la dimisión de Arias Navarro y se fijó en Adolfo Suárez.




2.- La Transición en TVE.



La mañana que asesinaron a Carrero Blanco, Ascensión y yo acompañábamos a un grupo de alumnos del Instituto de Campillos, visitando las bodegas Domecq, en Jerez de la Frontera, cuando nos interrumpió una persona para decirnos que había ocurrido un atentado en Madrid: Que habían asesinado al ministro de Gobernación Carlos Arias Navarro. Inmediatamente suspendieron todos los actos, incluso un homenaje que había en el Palacio Domecq.

Mientras, en los estudios de Prado del Rey, se vivía un enorme trasiego de coches oficiales, de llamadas telefónicas y muchos nervios, a nosotros vino a recogernos un joyero de Jerez amigo nuestro, Antonio Seijo Fernández, y nos llevó a comer a su casa en calle Sevilla núm. 10.

Durante casi toda la mañana TVE mantuvo su habitual carta de ajuste como si nada hubiese acontecido. En el telediario de las tres emitieron un sobrio reportaje con imágenes del lugar del atentado, en el que se nos informaba que el fallecido no era el Ministro de Gobernación Arias Navarro, sino el Presidente del Gobierno, almirante Luis Carrero Blanco. Y que se trataba de una explosión de gas. A continuación, música clásica.

Fue por la noche, cuando Torcuato Fernández Miranda, vicepresidente del Gobierno, apareció en televisión condenando la acción terrorista y TVE comenzó a hablarnos de atentado. Lo que vino después fueron unos meses de verdadera confusión en el gobierno de Franco, así como también en Televisión, que yo viví y presencié junto a Miguel Pérez Calderón, su secretaria Pilar, y los hermanos Tacho y Jesús Mª. de la Calle de la Calle. Tacho de la Calle de la Calle, por entonces era un cámara de TVE, más tarde realizador de las vueltas ciclistas a España, que finalmente montó Tele-5, Telemadrid, y algunas cadenas Localia. Su hermano Jesús Mª de la Calle era la persona que me había asignado Miguel Pérez Calderón para guiarme e introducirme en todos los entresijos de TVE-Informativos. Me llevó por todas partes. Me presentó al personal fijo y a algún que otro colaborador “free lance”, como Vicente Romero, De la Cuadra Salcedo, etc. De ser un joven “introductor de embajadores”, porque dominaba el inglés (eso me dijo una vez), poco a poco, fue escalando puestos y cuando TVE cambió de edificio y se fue al Pirulí, Jesús Mª. de la Calle era uno de los más importantes en la nueva casa. Él fue quien lanzó a Urdaci y a la Reina Letizia. Murió en el hospital Puerta de Hierro, en la madrugada del jueves 11 de Marzo de 2004, la misma mañana en que acontecía la matanza en los trenes de Atocha. Alfredo Urdaci, en su libro “Días de ruido y furia”, recuerda sus primeros encuentros con Jesús María de la Calle, al que llama Tachín (supongo que como contraste con su hermano, más fuerte pero menos alto, al que llamábamos Tacho). “Tachín”, en sus comienzos en TVE fue mi cicerone en Prado del Rey. Urdaci afirma que “era delicado como el cristal”. Estoy de acuerdo; yo lo conocí veintitrés años antes y era un chaval superguay: conocedor de todos los entresijos de aquella casa, dominaba además todo un campo de habilidades sociales. No es que dominara las circunstancias, sabía crear las circunstancias. En TVE conocí a Rosa María Mateos, a la que cinco años después la volvería a ver en el Congreso de Periodistas celebrado en Córdoba en septiembre de 1978 en compañía de Manu Leguineche. Rosa María Mateos, junto con Clara Isabel Francia, fue la primera mujer en conducir un telediario.

Pero la primera presentadora moderna de TVE, en consonancia con los tiempos de la transición, fue Isabel Tenaille. La musa catódica de la Transición. Como escribió F.A. Gallardo, Isabel Tenaille fue “la primera en esquivar las permanentes, los ropones y los maquillajes saturados”. Isabel Tenaille, más que un busto parlante, era la expresión que desdeñaba la labor de las locutoras de continuidad, aquellas “mujeres sin piernas”. Isabel Tenaille sabía idiomas, podía presentar a cualquier personaje, o llevar a cabo cualquier entrevista.

Fue una pena que “Conservas Isabel” la pagase tan bien que la retiró de la pantalla por cuestiones de incompatibilidad. Volvió a TVE en 1983, pero fue recibida a codazos. Los abusos verbales de su amiga y excompañera Mercedes Milá, más la fuerte personalidad de Rosa María Mateos, hicieron que Isabel Tenaille fuese despedida de Prado del Rey. Jesús Mª de la Calle me había presentado a las tres juntas en el plató del estudio núm. 5, dos días después de la muerte de Franco.


Jesús Mª de la Calle, su hermano Tacho y yo comíamos muchas veces los tres juntos, no en la cafetería de la Casa de la Radio, sino en la que estaba al subir la escalinata del edificio de Televisión. Los dos hermanos eran como ardillas independientes en aquel universo aparentemente caótico, pero que funcionaba milimetrado al segundo en todo aquello que se proyectaba al espacio. Recuerdo una mañana que estaba yo con Antonio Pardo en la misma entrada al edificio de TVE, junto al Jefe de Personal de toda la casa. Por la puerta entraban y salían gentes sin cesar. Y nos dice aquel señor: “Aquí trabajan unas cinco mil personas a mis órdenes y no conozco a más de treinta o cuarenta”. Sin embargo, en TVE-Prado del Rey se sustanciaba un esplendoroso y milimetrado orden dentro de aquel inmenso caos.


El nuevo presidente, Carlos Arias Navarro, anunció su efímero “Espíritu del 12 de Febrero” que -nos dijo- supondría una cierta apertura del Régimen. Y don Pío Cabanillas Gallas, ministro entonces de Información y Turismo, nombró a Juan José Rosón Director General de la RTVE con el propósito de “vender” aires nuevos.


Todo esto acabó en agua de borrajas cuando Arias Navarro dio marcha atrás retornando a los criterios más inmovilistas. Ello supuso la salida de Pío Cabanillas del Gobierno y la caída de Rosón al frente de RTVE.

La muerte de Franco había sido el punto de despegue para los grandes cambios en España y, por supuesto, también en nuestra televisión, especialmente en lo tecnológico. Millones de españoles y de todo el mundo pudieron asistir desde el cuarto de estar de sus casas al funeral de Franco, y aquel larguísimo recorrido desde Madrid hasta el Valle de los Caídos (siempre con la voz en off de Pedro Macía), así como también a la proclamación del Rey Juan Carlos I gracias a las imágenes ofrecidas por TVE mediante el recién estrenado sistema PAL de televisión en color. Con ambas retransmisiones se inauguraba en España la Televisión en color: Sistema PAL, de origen alemán; un sistema de codificación empleado en la transmisión de señales que había surgido en 1963 en los laboratorios de Telefunken de manos del Dr. Walter Bruch. Francia utilizaba el sistema SECAM. Mientras en otras partes del mundo se servían de los NTSC (National Televisión System Comitee), según las tensiones eléctricas de cada país.


En medio de tanta transcendencia histórica y de tantos problemas técnico-políticos, los niños españoles se divertían con los dibujos animados japoneses de Heidi, o asistían como si estuvieran delante de un espejo al descubrimiento de su propio universo infantil, gracias al programa Barrio Sésamo. Fueron esa generación de españoles que creció junto a Epi y Blas.


Al cesar Arias Navarro y acceder Adolfo Suárez a la Presidencia del Gobierno, se nombró a Rafael Ansón como Director General de RTVE, con el explícito encargo de “vender democracia” a través de la televisión. Lalo Azcona, Eduardo Sotillos y Pedro Macía fueron los responsables de objetivar este encargo en antena a través de los telediarios. Seguramente, más de uno recordará aquella lección magistral de Lalo Azcona explicándonos a los españoles, sobre una pizarra, el proceso electoral por el que todos los españoles seríamos llamados a las urnas el 15 de Junio de 1977.

La segunda mitad de los años setenta nos proporcionó una etapa de grandes éxitos televisivos. Todo el país lloraba con La Casa de la Pradera. Seguimos las aventuras de Curro Jiménez con aquel comienzo trepidante; sobre los títulos de crédito veíamos a esa cuadrilla de bandoleros cabalgando por las sierras de Andalucía a uña de caballo. Los títulos de crédito acababan siempre con un plano enfático de Curro Jiménez sobre los lomos de su caballo al que subyugaba con las riendas en su mano izquierda, y enarbolando con la mano derecha el trabuco, dispuesto a domeñar sierra, personas, caseríos, mentiras y refranes. Curro Jiménez despertaba admiración en todos los niños a quienes en el mercado se les vendía la navaja ensangrentada de Curro Jiménez, y más de uno se presentaba en la casa con esa navaja de plástico entre las manos, acudía a la cocina donde estaba su abuela, haciendo acto de presencia envalentonado con estas palabras: ¡Abuela, ponte en facha! La ideología que se respiraba en esa serie era de rebelión contra todos los órdenes establecidos. No se podía haber escogido mejor serie para apoyar subliminalmente el proceso de transición. Recuerden ustedes que la cuna del bandolerismo no es otra que el siglo XIX, cuando nuestros literatos se hacen románticos en busca de una pretendida libertad, porque a nivel filosófico habían fracasado los estereotipos de la Razón: La Razón clásica aristotélico-platónica, la razón metódica cartesiana, la razón pura y práctica de Kant y la razón absoluta de Hegel se habían ido al traste con el surgimiento de los positivismos, historicismos y vitalismos tan proclives a lo irracional.

Otro tanto acontecía en España. España, después del Mayo del 68, vivió su crisis tanto política como generacional. Estas ansias de nueva libertad, necesitaban a un personaje como mascota: el bandolero. Y Curro Jiménez fue una lección emblemática para una nueva forma de vivir. Encandilaba a las masas, no sólo a los niños. De ahí su éxito. Así como el acierto de llevarla a la Tele con el fin de ir laminando resistencias.

Por esas fechas los españoles presenciamos a un Uri Geller doblando cucharas en el programa Directísimo de José Mª. Iñigo, donde por cierto trabajó de guionista Manu Leguineche al volver de Vietnam. El pueblo español, gracias a la televisión, aprendió historia con “Napoleón” y “Yo, Claudio”, mientras la juventud bailaba con “Aplauso”. El gran programa de debate fue “La Clave”, que nació en 1976, y fue el primero en abordar temas hasta entonces considerados tabú por el régimen franquista. En aquellos sillones, a izquierda y derecha de José Luis Balbín, se sentaron eminentes figuras nacionales e internacionales. Todo lo cual contribuyó a una apertura mental de la que España estaba un tanto deficitaria. En Televisión siempre hubo y habrá censura porque TV pudiera convertirse en una bomba de relojería, o, lo que aún es peor, en escuela de delito. Si antes había sido el cine quien nos decía e imponía (segregando imperativos) cómo debíamos vestir, peinarnos, besar, practicar el amor, delinquir, vivir y (si fuera preciso) morir, ese magisterio lo desempeña y lleva a cabo ahora la televisión. Es por ello la exigencia de un cierto y saludable control. Y no me refiero a chorraditas como cuando censuraban a los humoristas Tip y Coll en su show para el programa “625 líneas” por aquellos juegos de palabras cuando la campaña electoral, porque jugando decían: “Campaña”, “campiña”, “rapiña”.

Hablar de TVE es hablar de sus apariencias. En realidad sabemos muy poco sobre las intimidades de la televisión pública. Su verdadera historia estará siempre en la sombra, protegida por ciertas reglas y sometida a técnicas que luchan por conquistar y mantenerse en el poder.

He de advertir que la transición en TVE siempre ha sido una cadena de condicionantes condicionados, estando a merced del Gobierno de turno. Mandó siempre La Voz de su Amo. Pero hay más. Cuando el Gobierno (Fraga Iribarne) se trajo a la TVE desde el Paseo la Habana a Prado del Rey, a ese lugar concreto, sabían lo que se hacían. Para quien conozca Madrid, resultará muy fácil situarse en el Alto de Extremadura. Desde allí, a menos de 15 kilómetros de la Puerta del Sol, la carretera de Extremadura casi hasta Cuatro Vientos (aeropuerto militar), tanto a su izquierda como a su derecha, era una cadencia de cuarteles del ejército. A mano izquierda estaba el cuartel para conductores, después el 19 de Artillería a Caballo (artillería de montaña), después el 71 de Artillería (artillería antiaérea), carros de combate, etc. A mano derecha, el primer cuartel era y es el cuartel de Retamares, cuartel de Retransmisiones del Ejército.

Pues bien, el solar que ocupa RTVE en Prado del Rey cae a espaldas del cuartel de Retamares. Dicho con otras palabras: El ejército puede en cualquier momento tomar los tres edificios de RTVE. Basta con tirar una valla y desalojar al personal que trabaja en Prado del Rey.

El cuartel de Retamares tiene a sus hombres capacitados para retomar la producción, realización y retransmisión sin que los telespectadores se den cuenta. El cuartel de Retamares prepara a sus hombres lo mismo o mejor que otros centros civiles: Guionistas, productores, realizadores, cámaras, técnicos de sonido, atrezzistas, etc. Estando yo en Prado del Rey, alguna vez me comentaron la posibilidad de ser invadidos por los militares de Retamares. Y me decían: “Si entrasen e invadiesen este centro, nosotros tenemos un arma: ésta”. Y me enseñaban un alfiler, diciendo: “Si lo clavas en ese hilo que sale de las cámaras, creamos un cortocircuito, y se jodió el invento”.

Así se explica que, por un si acaso, cuando el PSOE llegó al poder, lo primero que hizo fue construir otro edificio lejos de Retamares: El Pirulí. A propósito: Recordarán ustedes que mientras gobernaba la UCD de Adolfo Suárez, los telediarios se iniciaban con una transparencia de imágenes sobre las que resaltaba un punto emisor del que salían ondas-remedo del anagrama de la UCD: el famoso “donut”, el mismo que figuraba en la portada del ejemplar de la Constitución que se repartió por todos los colegios de España en Diciembre de 1978. Y recuerdo que mi hijo César Leopoldo, que entonces tenía cuatro años, siempre que veía los famosos "donuts" de UCD, decía: "Papá, la Conchón" (quería decir la Constitución).

Estando el PSOE en el poder, en el momento en que los informativos comenzaron a emitirse desde Torrespaña, los telediarios se abrían con el diseño de una plataforma desinhibida y libre que se iba incorporando hasta convertirse en el Pirulí, como si nos dijera “Yo hago esto, haga usted otro tanto”, y ya no era el Pirulí, sino (en mensaje subliminal) la sugestiva silueta del puño y la rosa.

Y debo decir que, aunque Torrespaña sea el centro emisor de más alto rango, su madre nodriza sigue siendo Prado del Rey. En Prado del Rey está el poder para comprar, vender, programar, nombrar y cesar.

En cuanto al cuartel de Retamares, decir que con Zapatero (mejor dicho con Bono de Ministro del Ejército) el cuartel de Retamares pasó a ser y llamarse "Cuartel de la OTAN de Retamares". Según la nueva estructura de mandos de la Alianza Atlántica, Retamares era el Mando Componente Terrestre de Madrid; había otro en Heidelberg (Alemania); uno y otro dependían del Mando Conjunto Permanente de Nápoles. El ministro Sr. Bono, inauguró muy discretamente servicios e intercambios tecnológicos con los EEUU, sumándonos a un proyecto definido por la defensa a ultranza del modelo neoliberal y por la consolidación del esfuerzo militar que era necesario para protegerlo. Bajo la apariencia de una crisis diplomática con EEUU, que luego remitió, y el espectacular gesto de la retirada de tropas de Iraq, gesto que supuso un magistral golpe para desarticular el amplio movimiento anti-guerra en el Estado Español, asistimos a una total colaboración del gobierno de Zapatero con la OTAN y con EEUU. Me refiero a la consolidación de instalaciones de la OTAN en suelo español: Bétera, Rota, Zaragoza, La Marañosa, Torrejón y Retamares.

Y tengo una ligera sospecha: RTVE y Prado del Rey es posible que, subsidiaria o supletoriamente, ofrezcan servicios o sirvan para algo más, y no sólo como pretexto para combatir células subsaharianas de Al-Qaeda.

 

 

 CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO.  

LA TRANSICIÓN EN CAMPILLOS (MÁLAGA), TRAS LA MUERTE DE FRANCO.

 Recuerdos de quien fue el primer alcalde elegido a votos después de la muerte de Franco.

























"CRÓNICAS DEL VIENTO SOLANO", DE D. BARTOLOMÉ SOTO GIL.

 D. Bartolomé Soto Gil, desde el mes de Junio de 2022, en su blog titulado " CRÓNICAS DEL VIENTO SOLANO ", comparte con los intern...