lunes, 11 de julio de 2022

(III) LA TRANSICIÓN VISTA DESDE CAMPILLOS, POR CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO (III): CAPÍTULO SEGUNDO. LA TRANSICIÓN EN ESPAÑA Y TVE.

  

 

CAPÍTULO SEGUNDO:


LA TRANSICIÓN EN ESPAÑA Y EN TVE.




1. LA TRANSICIÓN EN ESPAÑA: PRIMERA PARTE.



1. 1. INTRODUCCIÓN.


La Transición no fue tan sólo la instauración borbónica, sino sobre todo un proceso por el que España logra pasar de la dictadura de Franco a un Estado social democrático y de derecho. Segmento histórico que tuvo como inicio el fallecimiento del dictador (20 de Noviembre de 1975), y que finalizó con la victoria electoral del PSOE (28 de octubre de 1982).

Me atrevería a decir que la transición española se sustanció en un forcejeo imponente de resistencias generadas por el propio régimen, en un cuadro de tensiones causadas por los grupos radicales de extrema izquierda y los grupos franquistas de extrema derecha (los “ultras o “el búnker”), que además contaban con un apoyo muy considerable dentro del ejército, así como en el Consejo del Reino. Entre una “tesis” (la derecha) y una “antítesis” (las izquierdas, que luego se agruparían bajo el nombre de “Platajunta”), el gran acierto de nuestro Rey consistió en elegir a la persona más apropiada para conducir a España hacia la armonía de una “síntesis” que se institucionalizaría en la Constitución. Esa persona fue Torcuato Fernández Miranda, profesor de Derecho político de Juan Carlos I, y partidario de reformar las Leyes Fundamentales del Movimiento mediante sus propias disposiciones, sin que en ningún momento llegara a producirse un vacío legal. Se trataba de ir, según sus propias palabras: “Desde la ley, a la ley, a través de la ley”.

Esta norma impecable lo impregnó todo. En todos los ámbitos, desde Madrid hasta el último municipio de España.

Hablar con autoridad y aquilatando sobre la transición en España, supone unos conocimientos de los que yo carezco en profundidad. Yo no soy historiador. Soy filósofo (Filosofía-pura) por las Universidades Pontificia de Comillas y Complutense de Madrid. Y Periodista por la Antigua Escuela Oficial de Madrid. Inscrito en el Libro Oficial de Periodistas al número 6.554, folio 292, fecha 4 de Febrero de 1976.

Pero, al mismo tiempo, quiero decir que, si los Historiadores son los periodistas del PASADO, los periodistas somos los historiadores del PRESENTE. Y además, por circunstancias de la vida, he tenido la coyuntura de conocer o asistir al proceso de la transición desde tres madrigueras diferentes:


PRIMERA: Cursé periodismo en la antigua Escuela Oficial, ubicada en la calle del Capitán Haya, a espaldas del antiguo Ministerio de Información y Turismo. Después de un durísimo examen de ingreso para seleccionar a 250 de entre los 1.400 candidatos; había luego que cursar 40 asignaturas (más Francés e Inglés), y superar otro examen oral de media hora sobre uno de los cincuenta temas de ultra actualidad, como, por ejemplo: La “Ostpolitik Alemana” con Willy Brandt (aquel hijo de padre desconocido), Alcalde de Berlín, Canciller de la RFA, Presidente de la Internacional Socialista, Presidente del SPD en el Parlamento Europeo, y excelente conductor de la Ostpolitik con el fin de normalizar las relaciones de la RFA con la Europa Comunista.

O “LA GUERRA DE LOS 6 DÍAS DE ISRAEL”, una guerra tan breve y tan compleja, con el papel que desempeñaron los Phantom-4E, entrando en combate durante el conflicto árabe-israelí. Y, así, 48 temas más.


No acababa ahí la carrera de Periodismo. Había, además, que realizar una tesis que tú proponías, la Escuela de Periodismo te la aceptaba o no, y nombraba a un profesor con el que debías de realizarla.

Yo elegí y propuse a la Escuela el siguiente título: “HACIA UNA ÉTICA DE LA TELEVISIÓN INFORMATIVA”. Se me admitió el enunciado y según el oficio correspondiente emitido por la Secretaría del centro con la firma del entonces Secretario D. Andrés Romero, me asignaron a D. Miguel Pérez Calderón como director de la tesis.


Miguel Pérez Calderón que, por entonces, además de profesor de la Escuela de Periodismo, lo era también de la facultad de Ciencias de la Información, tenía su despacho en Prado del Rey. Era el Jefe de los Informativos de TVE que estaban, no en el edificio de TVE, sino en la Casa de la Radio. Miguel Pérez Calderón era quien visionaba todos los programas informativos y autorizaba o no su emisión. En aquellos pasillos, oficinas, salas de redacción, etc., pasé dos años observando e investigando, no tan sólo el sustrato técnico, también todo el proceso ideogenético de transmisión-TV, especialmente las aporías ético-estéticas en cuanto a “forma-contenido”.


Me tocó vivir allí momentos cruciales en la historia de la transición: El proceso de Burgos contra ETA, los fusilamientos en Hoyo de Manzanares, más el de El "Chiki" en Cataluña en Septiembre de 1975 y su repercusión a nivel mundial, especialmente en Europa; La Marcha Verde, la muerte de Franco, y los difíciles momentos de la Transición en tiempos de Arias Navarro.


SEGUNDA: El 25 de Enero de 1976 fui elegido Alcalde de Campillos (Málaga). El cargo, por supuesto, me proporcionó nuevas coordenadas así como una atalaya muy distinta en orden a interpretar hechos, conocer más de cerca a los protagonistas, y toda una cadena de causas, intentonas, tropiezos y valoraciones respecto a la historia real del país.


TERCERA: En 1977, me presenté para Senador por la provincia de Orense, como independiente. Tuve primero que desplazarme para conseguir las quinientas firmas acreditadas ante notario, o ante la Audiencia provincial. Las gentes recordaban la guerra, sentían pánico a todo cuanto sonase a política. “¡Ay, filliño!”, decían, “as cousas da política, mal asunto”. De manera que echarte una firma con el DNI por delante era cosa no fácil de conseguir. Lo que no consiguió un ex-juez de Orense, lo alcancé yo en tres días, gracias a que parientes míos ocupaban cargos de dirección en las principales empresas del Polígono Industrial San Ciprián de Viñas, y bajaron a sus obreros en autobús a firmarme en la Audiencia Provincial, cuyo Secretario D. Fernando Díez Rodríguez, en funciones de Secretario de la Junta Electoral Provincial de Orense, puso a mi disposición un despacho y secretaria para ir recogiendo las firmas.


Después hice mi buena campaña. Hablé en las principales villas de la provincia. Hablé en RNE desde La Coruña, y en TVEG desde el Centro Regional de Santiago de Compostela, que dirigía entonces Eugenio Pena, un joven ex-telegrafista del yate Azor de Franco.

El día que me pertenecía hablar en Carballino, lo hacía Felipe González en la Capital. Un Felipe González que se había desplazado en avión de Madrid a Vigo, acompañado por Alfonso Sobrado Palomares, y de Vigo a Orense por carretera, presentándose en el palacio de Deportes con más de una hora de retraso. Mientras llegaba, era Celso Montero (un ex cura “comillés” que luego saldría de senador por el PSOE) quien sostenía entreteniendo con chascarrillos a la clase obrera. Cuando se presentó Felipe, pidió disculpas con estas palabras: “Perdonadme compañeros, porque lleváis mucho tiempo de pie; pero eso no es nada para quienes habéis llevado cuarenta años de rodillas”. Y ya se los ganó.


Para mí el caso fue que Felipe González me había vaciado los pueblos. De manera que, después de comer, cuando acudimos al lugar asignado por el Sr. Juez Presidente de la Junta Electoral por el Distrito de Carballino, el salón de plenos del Ayuntamiento de Carballino, allí tan sólo había dos hombres: el Alcalde y el Sr. Juez.


El alcalde me saludó y se fue. Pero el Juez, que me había visto en la TVEG, mostró su deseo de hablar conmigo, aunque sólo fuese en aquel pequeño círculo de doce personas que eran las que constituían mi equipo. Estuvimos hablando más de una hora. Me preguntó qué tal me iba. Le dije que regular. En la provincia de Orense mandaba Eulogio Franqueira, al que llamaban “El Ajax”, y era el segundo de la lista de UCD, detrás de Pío Cabanillas Gayas. Eulogio Franqueira era el amo de La Caja Rural, de UTECO, KOREN, etc. Él era quien concedía los créditos en todas las aldeas, y sus abogados llevaban ya más de dos meses batiendo pueblo a pueblo. Le dije, además, al señor Juez de Carballino que yo me encontraba descolocado. ¿Y eso por qué?, me preguntó. Y le hice ver que los partidos y sus líderes no hablaban más que de problemas inherentes al vivir de las “xentiñas ourensanas”: la escuela, la educación, la salud, la tercera edad, las comunicaciones. Sin ser “mariñeiros” los orensanos, escuchaban a sus políticos hablándoles sobre los problemas del mar y la pesca. Y le dije a don Cándido Conde-Pumpido Tourón (que así se llama el juez), que no, que ese no era el tema. Que en Orense, como en cualquier distrito electoral de España, había que hablar de lo mismo. De un proyecto o modelo de Constitución, porque se iba a elegir candidatos para unas Cortes Constituyentes. Y en el fragor de la conversación, me percaté de que el juez era proclive igual que yo hacia una Constitución para un Estado plurinacional o multinacional.


Don Cándido Conde-Pumpido, estuvo extremadamente cordial y atento con nosotros. Para que no tuviéramos problemas en el siguiente pueblo donde me pertenecía intervenir, nos acompañó hasta Punxín, el pueblo del abuelo del cantante argentino Alberto Cortés. No hace falta decir que, cuando llegamos a Punxín, no había nadie. Estaban todos en el pabellón de Deportes de Orense escuchando a Felipe González. Don Cándido Conde-Pumpido Tourón se bajó del coche, lamentó el panorama, nos dio la mano uno a uno, volvió a subirse en su Renault-5 de color rojo, y se fue. En mis recuerdos sigue grabada con fruición la imagen de aquel joven juez (le calculé 28 o 29 años, no más), con barba negra y corta, buen mozo y mejor persona.

Y…, así pues, desde los criterios siempre efímeros que me confiere esta triple experiencia, voy a ofrecerles, a ustedes, unas cuantas observaciones sobre algunos hechos que a mi juicio jugaron un papel dinamizador durante la Transición.


Decir que pasaré por alto temas como “La Marcha Verde” (cuando el Rey de Marruecos Hasán II movilizó a más 300.000 personas y las lanzó sobre el Sáhara, aprovechándose no sólo de que Franco estaba agonizando, sino también de la mala imagen que teníamos en el exterior). Tampoco pienso hablar de ETA, el FRAP, El Proceso de Burgos, los GRAPO ni sobre “La matanza de Atocha” (no me refiero al 11-M y los trenes de cercanías, sino al asalto a un despacho de abogados laboralistas llevado a cabo por asesinos de extrema derecha, quienes el 24 de Enero de 1977, a las diez y media de la noche mataron a tiros a cinco letrados, y la consecuente manifestación popular convocada por la izquierda). Tampoco hablaré de los Pactos de la Moncloa cuyo fin fue estrictamente económico, entendiendo que en aquellos momentos se imponía la moderación salarial. Había que frenar el desempleo y, para ello, rebajar la inflación que, si en febrero de 1976 ascendía al 20% anual, en julio de 1977 superaba el 25%. Y consiguientemente, si en febrero de 1976 en España había 600.000 parados, en 1977 se rozaba la cifra de un millón.


Esto último se estudió y acordó en Los Pactos de La Moncloa, acuerdo firmado el 24 de Octubre de 1977.

Tampoco hablaré de la asonada militar que fue el 23 de Febrero de 1981, cuando los Poderes Legislativo y Ejecutivo fueron secuestrados.






1.2. ITINERARIO. Datos sueltos:


Durante los 40 años de dictadura diremos que había dos Españas. Una España interior y otra en el exilio, con personas como Rodolfo Llopis, Federica Montseny, Salvador de Madariaga, Claudio Sánchez Albornoz (ilustre historiador y Presidente del Consejo de Ministros de la República, en el exilio), Santiago Carrillo y muchos otros conscientes de que desde el exterior era imposible hacer la nueva España.

La Transición sólo era posible desde dentro del Régimen y con los hombres del Régimen.


A.- El nombramiento de Joaquín Ruiz-Giménez como ministro de Educación Nacional en 1951 supuso la posibilidad de un intento de apertura, arropado por figuras como Dionisio Ridruejo, Pedro Laín Entralgo y Antonio Tovar.


B.- El papel de Manuel Fraga Iribarne:


  1. Fraga desarrolló y promulgó la Ley 14/1966, de 18 de Marzo, de Prensa e Imprenta que, sin llegar a las cotas del artículo 20 de la actual Constitución, era un avance en la conquista de libertades.


  1. Fraga desencadenó un terremoto, permitiendo bajo cuerda que “Solidaridad Nacional”, un periódico de Cataluña, sacase una breve nota sobre Matesa. El caso Matesa fue un lance de calibre monetario-fiscal utilizado por Fraga, Solís y la prensa del Movimiento contra Carrero Blanco, López Rodó, Espinosa San Martín (ministro de Hacienda), Faustino García Moncó (ministro de Comercio), López Bravo (ministro de Industria), Mortes Alfonso y algunos más, todos del Opus Dei. Las gentes de Falange, cada vez más relegadas en relación con los miembros del Opus, vieron en Matesa una oportunidad de oro para recuperar un terreno perdido. Hacía poco que Juan Carlos había jurado como sucesor del Jefe del Estado, un paso que el Opus valoraba como una victoria, y los azules como una derrota.


  1. Fraga, siendo ministro de la Gobernación con Arias Navarro, en abril de 1975, autorizó la celebración en Madrid del XXX Congreso de la UGT, después de cuarenta y cuatro años. “La Unión General de Trabajadores ha de ser una gran central sindical de clase, democrática e independiente”, dijo su secretario primero, don Nicolás Redondo. Es decir; se propugnó la ruptura política y sindical. En ese mismo congreso, el secretario general del PSOE, don Felipe González, subrayó: “Deseamos la transformación del país, pero no queremos que sea violenta”.


  1. Fraga, ante el enfrentamiento entre José González de la Puerta, Gobernador de Málaga, y el alcalde de Casares, Pepe Navarro, actuó con toda contundencia: cesó al Gobernador, don José Gonzalez de la Puerta, y nombró, como nuevo gobernador de Málaga a un catalán, don Enrique Riverola Pelayo que era de Alianza Popular, pero no falangista. El Alcalde de Casares, Pepe Navarro, sería cesado poco después por el nuevo ministro de Gobernación Rodolfo Martín Villa. Más adelante espero hablar de este nombramiento que, en cuanto a la provincia de Málaga, supuso un clima más condescendiente y abierto a todos los partidos y a todas las ideas. Desarrollaré el devenir de esta transición provincial contemplándola desde la alcaldía de Campillos.


  1. Don Manuel Fraga Iribarne presentó a Santiago Carrillo en el Club Siglo XXI, un 27 de Octubre de 1977. Era jueves. Enorme expectación, así como dimisiones en cascada de bastantes directivos y socios del CLUB SIGLO XXI, entre ellos la de Fernando Suárez, un ex ministro de Franco, catedrático de Derecho del Trabajo, y que tuvo una actuación verdaderamente magistral en la defensa del Proyecto de Ley para la Reforma Política. Alegaban que aquel Club era una tribuna exclusiva de la derecha. Y eso que Fraga hacía tres días que, ante la fuerte reacción de algunos compañeros de AP, se había manifestado diciendo: “El que margina, se margina, y es ése el juego que interesa al Gobierno de UCD, que sólo ellos puedan dialogar con la izquierda”.



En la presentación de Carrillo, Fraga estableció un claro tabique entre los dos, haciendo referencia al marxismo y a la realidad de Rusia y otros países del Este. Y aún añadió: “Carrillo luchó en las guerrillas al final de los años 40; yo fui Ministro de Información en los años 60 y de Gobernación en los 70, y opuse las ideas de reforma a las de revolución”. Recalcó Fraga la inutilidad de mirar atrás, al pasado. Hay que buscar una historia común para el futuro, dijo; hay que superar las líneas divisorias pasadas.

Carrillo estuvo muy correcto y discreto. La vida siguió.







1.3. FUERZA NUEVA.


Los rifirrafes desde la revista Fuerza Nueva fueron constantes. En diciembre de 1971 dos Consejeros del Reino (Torcuato Fernández Miranda y Miguel Primo de Rivera) tomaron posesión con traje y camisa blanca, y a los dos días, en Crónica Nacional de la revista Fuerza Nueva, escribía Blas Piñar: “Ya sabemos que el hábito no hace al monje, pero…imprime carácter. Y es pertinente decirlo en relación con la camisa azul. Para los falangistas (…) la camisa azul no es una simple prenda de vestir, es el auténtico hábito de una militancia, el símbolo de una idea… la bandera de una filosofía política… emblema de fe en unos principios…todo ello sin contar otras facetas que esta camisa representa, entre otras, el haber servido de mortaja a miles de camaradas que han caído frente al enemigo por los campos de España y las tierras de Rusia…”



1.4. ¿LO SABÍA ESPAÑA?


¿Saben ustedes que el mismo Franco en algún momento llegó a pensar que serían Santiago Carrillo y el Partido Comunista la única alternativa posible a su Régimen? Esto explica la tremenda audiencia que Carrillo tenía entre sectores de las clases trabajadoras que no estaban con el PSOE y entre determinados estamentos de la cultura, con Ramón Tamames a la cabeza.

Las dudas de Franco, al final, quien las disolvió fue una mujer anciana: En “Páginas de unas memorias perdidas” (Boletín de la Real Academia de la Historia), cuenta Jesús Pabón que Doña Victoria Eugenia, en el acto del bautizo del Infante don Felipe, hizo un aparte con Franco y le dijo: “General: ésta es la última vez que nos vemos en vida. Quiero pedirle una cosa. Usted que tanto ha hecho por España, termine la obra. Designe Rey de España. Hágalo en vida: si no, no habrá Rey. Que no quede para cuando estemos muertos. Ésta es la única y última petición que le hace su Reina”.

Franco, emocionado, le contestó con firmeza: “Serán cumplidos los deseos de Vuestra Majestad”.







1.5. Los sucesos de Vitoria y Montejurra:


Recuerdo que en las elecciones constituyentes del 15-J/1977, el día que Fraga Iribarne actuaba en Orense, los del partido Comunista le tenían preparada una sorpresa. Al salir Fraga del Palacio de Deportes que era donde actuaban los partidos que movían masas, le soltaron delante de su cara una furgoneta llena de gallinas blancas. En las alas de las gallinas estaba escrito con tinta roja: “Vitoria”, “Montejurra”, un nombre en cada ala. El día anterior Fraga había intervenido en el Ferrol en un mitin más reducido; alguien del público lo increpó de malas formas; Fraga, quitándose la chaqueta, bajó del estrado y se fue a por él. En Orense se cabreó. Cabreo que se hizo supino cuando, el 15 de junio, AP (una especie de coalición de los Siete Magníficos), por la provincia de Ourense, no consiguió ningún escaño tanto al Senado como al Congreso.


Aquel primer gobierno de la monarquía (Enero-julio de 1976), ofrecía un panorama continuista, no auguraba transformaciones políticas. Sin embargo, a instancias del Rey y del presidente del Consejo del Reino don Torcuato Fernández Miranda, en el gobierno de Arias Navarro entraron ministros claramente reformistas como Manuel Fraga Iribarne (Gobernación), José Mª de Areilza (Asuntos Exteriores) y Antonio Garrigues (Ministro de Justicia). Los tres habían rechazado el Estatuto de Asociaciones del Movimiento. También contó con la presencia de un democristiano en Presidencia, Alfonso Osorio, y dos expertos en el aparato del movimiento: Rodolfo Martín Villa (Sindicatos) y Adolfo Suárez (Ministro Secretario General del Movimiento). Para compensar esta presencia reformista, Arias Navarro nombró en Defensa a un militar franquista hasta el tuétano: Fernando de Santiago.

Un gabinete para una reforma muy tímida y que se limitó a sacar dos leyes: La Ley de Reunión y Manifestación (que ampliaba la libertad para reunirse sin que fuese necesaria una autorización), y la Ley de Asociaciones Políticas, que permitía la creación de grupos políticos sin el carácter legal de partidos políticos que, además, debían aceptar los principios del Movimiento y las Leyes Fundamentales.


1.5.1.VITORIA.


La situación a afrontar por el nuevo gobierno se hizo muy difícil porque la agitación de la oposición iba en aumento, las manifestaciones solicitando “amnistía” eran cada vez más frecuentes, y en el País Vasco la tensión crecía.

ETA continuaba con los atentados y con aquel apoyo popular que se explicitaba en constantes actos de protesta. En Enero de 1976 cerca de mil trabajadores iniciaron una huelga en Vitoria contra un decreto de topes salariales y solicitando mejores condiciones de trabajo. Dos meses después (el miércoles día 3 de Marzo 1976) convocaron una huelga general, por tercera vez, encerrándose en la iglesia de San Francisco de Vitoria para celebrar una asamblea de Trabajadores. La policía armada entró en la iglesia y, en contra de la decisión del párroco así como del contenido del Concordato, los mandos policiales exigieron a los obreros que desalojaran la iglesia inmediatamente. A esta orden le siguió el uso de gases lacrimógenos en un recinto cerrado y abarrotado de gente. De la indignación se pasó al pánico. Los primeros en salir medio asfixiados y con pañuelos en la boca fueron apaleados y luego recibidos a tiro limpio, con disparos de pistolas y metralleta. Mueren: Un trabajador de Forjas Alavesas, de 27 años (Pedro Martínez Ocio); un trabajador de Agrator, con 19 años (Romualdo Barroso Chaparro); un estudiante y operario de panadería de 17 años (Francisco Aznar Clemente); y José Castillo, trabajador de Basa-Grupo Arregui, de 32 años.

Dos meses después moría Bienvenido Pereda, un trabajador de 30 años a consecuencia de aquellos disparos el día 3 de Marzo, mientras yo viajaba con el coronel de la Guardia Civil de Málaga don Diego Daza Ramirez y el coronel de Cádiz Carlos Serrano, desde el Alto Estado Mayor del Ejército hasta la Dirección General de la Guardia Civil (en Islas Filipinas, al final de Guzmán el Bueno).

Aquella mañana, Vitoria se tiñó de sangre porque, además de los fallecidos, hubo más de sesenta heridos graves, la mitad con heridas de bala y cientos de heridos leves. Según unas declaraciones de Rodolfo Martín Villa, aquella mañana se habían disparado más de mil balas. Manuel Fraga era Ministro de Gobernación, pero se encontraba en Londres, y las decisiones las tomó otro (¿…?). ¿Quién?, no se sabe. Fraga, no; estaba en Londres. ¿Adolfo Suárez?, tal vez.

Al día siguiente, jueves, el Secretario General del PSD alemán cancelaba la entrevista con Fraga Iribarne que estaba participando, en Londres, en una campaña diplomática para “vender” internacionalmente aquella reforma avalada por la monarquía que había quedado inmediatamente desprestigiada. El sábado día 6 de Marzo, don Manuel Fraga Iribarne (Ministro de la Gobernación), acompañado por Rodolfo Martín Villa (Ministro de Relaciones Sindicales) y por el General Ángel Campano, Director General de la Guardia Civil, se desplazaron a Vitoria e intentaron visitar a los heridos para reducir el impacto de una brutalidad que proyectaba ante el mundo el rostro más cruel y bárbaro de la dictadura que ellos representaban.

Estos hechos incitaron a la oposición a una unidad de acción, formando la “Platajunta”, el 26 de marzo. Exigen amnistía, libertad sindical, y democracia, rechazando además las leyes reformistas.




1.5.2. Montejurra (9 de Mayo de 1976).


Fue un enfrentamiento armado entre dos fracciones carlistas y se saldó con dos muertos. En Montejurra (Monte sagrado del Carlismo) era costumbre celebrar todos los años un Vía Crucis. Ese año, cuando iba a dar comienzo la procesión desde el monasterio de Iratxe, los allí reunidos fueron atacados a pedradas y con porras por un grupo de alborotadores, ante la pasividad de la Guardia Civil y Policía Armada. Un alborotador mató de un tiro a un carlista. Más arriba, volvieron a encontrarse con otro grupo armado. Discutieron y hubo ráfagas contra los peregrinos. Otro muerto de bala en el corazón y varios heridos más.

La Platajunta acusó al Gobierno de connivencia con los agresores por su incapacidad para mantener el orden público a pesar de la presencia policial.

Todo esto, más los GRAPO, más ETA y la ultraderecha, con un Carlos Arias Navarro muy sensible a las presiones del búnker, hacían de España una nación ingobernable. El Rey, después de manifestarse durante aquel viaje a los Estados Unidos decididamente favorable a la implantación de un sistema democrático en España, se decidió a exigir la dimisión a Carlos Arias Navarro. Esto fue el 5 de Julio de 1976. Y es a partir de aquí, pienso yo, cuando da comienzo la transición en España.








1.6. Arias Navarro, el muro a derribar.


El magnicidio de Carrero Blanco (20 de Diciembre de 1973) que se había convertido en el “alter ego” del Jefe del Estado, parecía despejar los caminos hacia la remodelación política de España. Pero no fue así.

Tras la muerte de Luis Carrero Blanco había que elegir sustituto. El 28 de Diciembre de 1973 el Consejo del Reino, incluyó a Carlos Arias Navarro en la terna que le pasaron a Franco.

Sería muy prolijo entrar en el sinfín de sucesos y anécdotas que se precipitaban encadenados tras el nombramiento de Arias Navarro como Presidente de Gobierno. Este personaje de triste leyenda, que había sido fiscal en Málaga durante la guerra civil (¿Se acuerdan ustedes de aquel artículo que sacó mi paisano Alfonso Sobrado Palomares en los números de Mayo y Junio de 1977 de su revista “Posible”?) No fue uno, fueron dos bajo el título: “Arias Navarro, el carnicerito de Málaga”. Estando una vez con Palomares cuando ya era presidente de la Agencia EFE, le pregunté: ¿Cómo te atreviste? Y me dijo: “Se lo consulté a mi suegro (el padre de Ana Tutor, por entonces magistrado del Tribunal Supremo), y él me dijo que ¡adelante!”.

En las elecciones del 15-J del 1977, Arias Navarro figuraba en las listas de AP para senador por Madrid, pero debido al efecto devastador de la revista “Posible”, todo un ex Alcalde de Madrid, ex Ministro de la Gobernación y ex Presidente de Gobierno, no consiguió escaño.

Y, si ustedes desean conocer los últimos vaivenes y resoplidos de la neurosis política de Carlos Arias Navarro, he aquí el último botón de muestra.

El 11 de Febrero de 1976, siendo Adolfo Suárez Secretario General del Movimiento, reunió a la Comisión Mixta Gobierno-Consejo Nacional en un piso alto del edificio del Senado. Se trataba de constituir la comisión para trazar en líneas generales un plan de trabajo que debía centrarse en los tres grandes temas, que entonces eran: Ley Constitutiva de las Cortes, Ley de Sucesión y Ley de Asociación Política. Fue entonces cuando Arias Navarro les soltó un discurso que nadie se lo esperaba, ni siquiera los más “ultras”. Se demoró en un preámbulo de casi media hora, declarándose mandatario de Franco y de su testamento. Uno de los allí presentes, José María de Areilza, en su “Diario de un Ministro de la Monarquía”, recuerda y nos cuenta como Carlos Arias Navarro habló del entierro de Franco, del funeral, de lo que se temía a su muerte, de que los enemigos de España pululaban en plena impunidad y que había que acabar con ellos. Metió en un mismo saco a Carrillo, a Felipe González y a Llopis, excomulgándolos de la convivencia política.

Dijo que se le acusaba a él de haber hecho un discurso decepcionante en las Cortes y de querer simplemente continuar el franquismo con un retoque de fachada pero sin cambiar nada esencial. Entonces vino lo asombroso: “Pues bien; sí. Es cierto.

Yo lo que deseo es continuar el franquismo. Y mientras esté aquí o actúe en la vida pública no seré sino un estricto continuador del franquismo en todos sus aspectos, y lucharé contra los enemigos de España que han comenzado a asomar su cabeza y son una minoría agazapada y clandestina en el país…”.


A mí -cuenta Areilza- se me cayó el alma a los pies. Manuel Fraga parecía a punto de estallar. José Antonio Girón de Velasco estaba exultante. La Monarquía, comenzando por la Corona, podía irse al garete. Pero allí se encontraba también Torcuato Fernández Miranda, impasible y dueño de la situación:


La labor del Rey hasta hacer dimitir a Arias Navarro, y de Torcuato Fernández Miranda para conseguir que Adolfo Suárez entrase en la terna que el Consejo del Reino elevaría al Rey para que nombrase nuevo Presidente de Gobierno, ya la conocen. Está en las hemerotecas, Y si me permiten un símil cinematográfico, ¿se acuerdan ustedes de aquella película “Cimarrón”? La dirigió Anthony Mann (que fue uno de los maridos de Sara Montiel). Trabajan como actores principales María Schell y Glenn Ford. La película narra la vida de una familia durante cuatro generaciones, junto al nacimiento y desarrollo de Osage, una pequeña ciudad del Estado de Oklahoma. Lo que en realidad cuenta la película es la aventura de una familia a la conquista del Oeste. Aventura que da comienzo en el instante mismo cuando, puestas todas las carretas en línea, suena el disparo de salida. La España del S. XXI (nunca mejor dicho) saltó también a la conquista del “Oeste” (la Libertad), en el momento en el que nuestro Rey exigió la dimisión de Arias Navarro y se fijó en Adolfo Suárez.




2.- La Transición en TVE.



La mañana que asesinaron a Carrero Blanco, Ascensión y yo acompañábamos a un grupo de alumnos del Instituto de Campillos, visitando las bodegas Domecq, en Jerez de la Frontera, cuando nos interrumpió una persona para decirnos que había ocurrido un atentado en Madrid: Que habían asesinado al ministro de Gobernación Carlos Arias Navarro. Inmediatamente suspendieron todos los actos, incluso un homenaje que había en el Palacio Domecq.

Mientras, en los estudios de Prado del Rey, se vivía un enorme trasiego de coches oficiales, de llamadas telefónicas y muchos nervios, a nosotros vino a recogernos un joyero de Jerez amigo nuestro, Antonio Seijo Fernández, y nos llevó a comer a su casa en calle Sevilla núm. 10.

Durante casi toda la mañana TVE mantuvo su habitual carta de ajuste como si nada hubiese acontecido. En el telediario de las tres emitieron un sobrio reportaje con imágenes del lugar del atentado, en el que se nos informaba que el fallecido no era el Ministro de Gobernación Arias Navarro, sino el Presidente del Gobierno, almirante Luis Carrero Blanco. Y que se trataba de una explosión de gas. A continuación, música clásica.

Fue por la noche, cuando Torcuato Fernández Miranda, vicepresidente del Gobierno, apareció en televisión condenando la acción terrorista y TVE comenzó a hablarnos de atentado. Lo que vino después fueron unos meses de verdadera confusión en el gobierno de Franco, así como también en Televisión, que yo viví y presencié junto a Miguel Pérez Calderón, su secretaria Pilar, y los hermanos Tacho y Jesús Mª. de la Calle de la Calle. Tacho de la Calle de la Calle, por entonces era un cámara de TVE, más tarde realizador de las vueltas ciclistas a España, que finalmente montó Tele-5, Telemadrid, y algunas cadenas Localia. Su hermano Jesús Mª de la Calle era la persona que me había asignado Miguel Pérez Calderón para guiarme e introducirme en todos los entresijos de TVE-Informativos. Me llevó por todas partes. Me presentó al personal fijo y a algún que otro colaborador “free lance”, como Vicente Romero, De la Cuadra Salcedo, etc. De ser un joven “introductor de embajadores”, porque dominaba el inglés (eso me dijo una vez), poco a poco, fue escalando puestos y cuando TVE cambió de edificio y se fue al Pirulí, Jesús Mª. de la Calle era uno de los más importantes en la nueva casa. Él fue quien lanzó a Urdaci y a la Reina Letizia. Murió en el hospital Puerta de Hierro, en la madrugada del jueves 11 de Marzo de 2004, la misma mañana en que acontecía la matanza en los trenes de Atocha. Alfredo Urdaci, en su libro “Días de ruido y furia”, recuerda sus primeros encuentros con Jesús María de la Calle, al que llama Tachín (supongo que como contraste con su hermano, más fuerte pero menos alto, al que llamábamos Tacho). “Tachín”, en sus comienzos en TVE fue mi cicerone en Prado del Rey. Urdaci afirma que “era delicado como el cristal”. Estoy de acuerdo; yo lo conocí veintitrés años antes y era un chaval superguay: conocedor de todos los entresijos de aquella casa, dominaba además todo un campo de habilidades sociales. No es que dominara las circunstancias, sabía crear las circunstancias. En TVE conocí a Rosa María Mateos, a la que cinco años después la volvería a ver en el Congreso de Periodistas celebrado en Córdoba en septiembre de 1978 en compañía de Manu Leguineche. Rosa María Mateos, junto con Clara Isabel Francia, fue la primera mujer en conducir un telediario.

Pero la primera presentadora moderna de TVE, en consonancia con los tiempos de la transición, fue Isabel Tenaille. La musa catódica de la Transición. Como escribió F.A. Gallardo, Isabel Tenaille fue “la primera en esquivar las permanentes, los ropones y los maquillajes saturados”. Isabel Tenaille, más que un busto parlante, era la expresión que desdeñaba la labor de las locutoras de continuidad, aquellas “mujeres sin piernas”. Isabel Tenaille sabía idiomas, podía presentar a cualquier personaje, o llevar a cabo cualquier entrevista.

Fue una pena que “Conservas Isabel” la pagase tan bien que la retiró de la pantalla por cuestiones de incompatibilidad. Volvió a TVE en 1983, pero fue recibida a codazos. Los abusos verbales de su amiga y excompañera Mercedes Milá, más la fuerte personalidad de Rosa María Mateos, hicieron que Isabel Tenaille fuese despedida de Prado del Rey. Jesús Mª de la Calle me había presentado a las tres juntas en el plató del estudio núm. 5, dos días después de la muerte de Franco.


Jesús Mª de la Calle, su hermano Tacho y yo comíamos muchas veces los tres juntos, no en la cafetería de la Casa de la Radio, sino en la que estaba al subir la escalinata del edificio de Televisión. Los dos hermanos eran como ardillas independientes en aquel universo aparentemente caótico, pero que funcionaba milimetrado al segundo en todo aquello que se proyectaba al espacio. Recuerdo una mañana que estaba yo con Antonio Pardo en la misma entrada al edificio de TVE, junto al Jefe de Personal de toda la casa. Por la puerta entraban y salían gentes sin cesar. Y nos dice aquel señor: “Aquí trabajan unas cinco mil personas a mis órdenes y no conozco a más de treinta o cuarenta”. Sin embargo, en TVE-Prado del Rey se sustanciaba un esplendoroso y milimetrado orden dentro de aquel inmenso caos.


El nuevo presidente, Carlos Arias Navarro, anunció su efímero “Espíritu del 12 de Febrero” que -nos dijo- supondría una cierta apertura del Régimen. Y don Pío Cabanillas Gallas, ministro entonces de Información y Turismo, nombró a Juan José Rosón Director General de la RTVE con el propósito de “vender” aires nuevos.


Todo esto acabó en agua de borrajas cuando Arias Navarro dio marcha atrás retornando a los criterios más inmovilistas. Ello supuso la salida de Pío Cabanillas del Gobierno y la caída de Rosón al frente de RTVE.

La muerte de Franco había sido el punto de despegue para los grandes cambios en España y, por supuesto, también en nuestra televisión, especialmente en lo tecnológico. Millones de españoles y de todo el mundo pudieron asistir desde el cuarto de estar de sus casas al funeral de Franco, y aquel larguísimo recorrido desde Madrid hasta el Valle de los Caídos (siempre con la voz en off de Pedro Macía), así como también a la proclamación del Rey Juan Carlos I gracias a las imágenes ofrecidas por TVE mediante el recién estrenado sistema PAL de televisión en color. Con ambas retransmisiones se inauguraba en España la Televisión en color: Sistema PAL, de origen alemán; un sistema de codificación empleado en la transmisión de señales que había surgido en 1963 en los laboratorios de Telefunken de manos del Dr. Walter Bruch. Francia utilizaba el sistema SECAM. Mientras en otras partes del mundo se servían de los NTSC (National Televisión System Comitee), según las tensiones eléctricas de cada país.


En medio de tanta transcendencia histórica y de tantos problemas técnico-políticos, los niños españoles se divertían con los dibujos animados japoneses de Heidi, o asistían como si estuvieran delante de un espejo al descubrimiento de su propio universo infantil, gracias al programa Barrio Sésamo. Fueron esa generación de españoles que creció junto a Epi y Blas.


Al cesar Arias Navarro y acceder Adolfo Suárez a la Presidencia del Gobierno, se nombró a Rafael Ansón como Director General de RTVE, con el explícito encargo de “vender democracia” a través de la televisión. Lalo Azcona, Eduardo Sotillos y Pedro Macía fueron los responsables de objetivar este encargo en antena a través de los telediarios. Seguramente, más de uno recordará aquella lección magistral de Lalo Azcona explicándonos a los españoles, sobre una pizarra, el proceso electoral por el que todos los españoles seríamos llamados a las urnas el 15 de Junio de 1977.

La segunda mitad de los años setenta nos proporcionó una etapa de grandes éxitos televisivos. Todo el país lloraba con La Casa de la Pradera. Seguimos las aventuras de Curro Jiménez con aquel comienzo trepidante; sobre los títulos de crédito veíamos a esa cuadrilla de bandoleros cabalgando por las sierras de Andalucía a uña de caballo. Los títulos de crédito acababan siempre con un plano enfático de Curro Jiménez sobre los lomos de su caballo al que subyugaba con las riendas en su mano izquierda, y enarbolando con la mano derecha el trabuco, dispuesto a domeñar sierra, personas, caseríos, mentiras y refranes. Curro Jiménez despertaba admiración en todos los niños a quienes en el mercado se les vendía la navaja ensangrentada de Curro Jiménez, y más de uno se presentaba en la casa con esa navaja de plástico entre las manos, acudía a la cocina donde estaba su abuela, haciendo acto de presencia envalentonado con estas palabras: ¡Abuela, ponte en facha! La ideología que se respiraba en esa serie era de rebelión contra todos los órdenes establecidos. No se podía haber escogido mejor serie para apoyar subliminalmente el proceso de transición. Recuerden ustedes que la cuna del bandolerismo no es otra que el siglo XIX, cuando nuestros literatos se hacen románticos en busca de una pretendida libertad, porque a nivel filosófico habían fracasado los estereotipos de la Razón: La Razón clásica aristotélico-platónica, la razón metódica cartesiana, la razón pura y práctica de Kant y la razón absoluta de Hegel se habían ido al traste con el surgimiento de los positivismos, historicismos y vitalismos tan proclives a lo irracional.

Otro tanto acontecía en España. España, después del Mayo del 68, vivió su crisis tanto política como generacional. Estas ansias de nueva libertad, necesitaban a un personaje como mascota: el bandolero. Y Curro Jiménez fue una lección emblemática para una nueva forma de vivir. Encandilaba a las masas, no sólo a los niños. De ahí su éxito. Así como el acierto de llevarla a la Tele con el fin de ir laminando resistencias.

Por esas fechas los españoles presenciamos a un Uri Geller doblando cucharas en el programa Directísimo de José Mª. Iñigo, donde por cierto trabajó de guionista Manu Leguineche al volver de Vietnam. El pueblo español, gracias a la televisión, aprendió historia con “Napoleón” y “Yo, Claudio”, mientras la juventud bailaba con “Aplauso”. El gran programa de debate fue “La Clave”, que nació en 1976, y fue el primero en abordar temas hasta entonces considerados tabú por el régimen franquista. En aquellos sillones, a izquierda y derecha de José Luis Balbín, se sentaron eminentes figuras nacionales e internacionales. Todo lo cual contribuyó a una apertura mental de la que España estaba un tanto deficitaria. En Televisión siempre hubo y habrá censura porque TV pudiera convertirse en una bomba de relojería, o, lo que aún es peor, en escuela de delito. Si antes había sido el cine quien nos decía e imponía (segregando imperativos) cómo debíamos vestir, peinarnos, besar, practicar el amor, delinquir, vivir y (si fuera preciso) morir, ese magisterio lo desempeña y lleva a cabo ahora la televisión. Es por ello la exigencia de un cierto y saludable control. Y no me refiero a chorraditas como cuando censuraban a los humoristas Tip y Coll en su show para el programa “625 líneas” por aquellos juegos de palabras cuando la campaña electoral, porque jugando decían: “Campaña”, “campiña”, “rapiña”.

Hablar de TVE es hablar de sus apariencias. En realidad sabemos muy poco sobre las intimidades de la televisión pública. Su verdadera historia estará siempre en la sombra, protegida por ciertas reglas y sometida a técnicas que luchan por conquistar y mantenerse en el poder.

He de advertir que la transición en TVE siempre ha sido una cadena de condicionantes condicionados, estando a merced del Gobierno de turno. Mandó siempre La Voz de su Amo. Pero hay más. Cuando el Gobierno (Fraga Iribarne) se trajo a la TVE desde el Paseo la Habana a Prado del Rey, a ese lugar concreto, sabían lo que se hacían. Para quien conozca Madrid, resultará muy fácil situarse en el Alto de Extremadura. Desde allí, a menos de 15 kilómetros de la Puerta del Sol, la carretera de Extremadura casi hasta Cuatro Vientos (aeropuerto militar), tanto a su izquierda como a su derecha, era una cadencia de cuarteles del ejército. A mano izquierda estaba el cuartel para conductores, después el 19 de Artillería a Caballo (artillería de montaña), después el 71 de Artillería (artillería antiaérea), carros de combate, etc. A mano derecha, el primer cuartel era y es el cuartel de Retamares, cuartel de Retransmisiones del Ejército.

Pues bien, el solar que ocupa RTVE en Prado del Rey cae a espaldas del cuartel de Retamares. Dicho con otras palabras: El ejército puede en cualquier momento tomar los tres edificios de RTVE. Basta con tirar una valla y desalojar al personal que trabaja en Prado del Rey.

El cuartel de Retamares tiene a sus hombres capacitados para retomar la producción, realización y retransmisión sin que los telespectadores se den cuenta. El cuartel de Retamares prepara a sus hombres lo mismo o mejor que otros centros civiles: Guionistas, productores, realizadores, cámaras, técnicos de sonido, atrezzistas, etc. Estando yo en Prado del Rey, alguna vez me comentaron la posibilidad de ser invadidos por los militares de Retamares. Y me decían: “Si entrasen e invadiesen este centro, nosotros tenemos un arma: ésta”. Y me enseñaban un alfiler, diciendo: “Si lo clavas en ese hilo que sale de las cámaras, creamos un cortocircuito, y se jodió el invento”.

Así se explica que, por un si acaso, cuando el PSOE llegó al poder, lo primero que hizo fue construir otro edificio lejos de Retamares: El Pirulí. A propósito: Recordarán ustedes que mientras gobernaba la UCD de Adolfo Suárez, los telediarios se iniciaban con una transparencia de imágenes sobre las que resaltaba un punto emisor del que salían ondas-remedo del anagrama de la UCD: el famoso “donut”, el mismo que figuraba en la portada del ejemplar de la Constitución que se repartió por todos los colegios de España en Diciembre de 1978. Y recuerdo que mi hijo César Leopoldo, que entonces tenía cuatro años, siempre que veía los famosos "donuts" de UCD, decía: "Papá, la Conchón" (quería decir la Constitución).

Estando el PSOE en el poder, en el momento en que los informativos comenzaron a emitirse desde Torrespaña, los telediarios se abrían con el diseño de una plataforma desinhibida y libre que se iba incorporando hasta convertirse en el Pirulí, como si nos dijera “Yo hago esto, haga usted otro tanto”, y ya no era el Pirulí, sino (en mensaje subliminal) la sugestiva silueta del puño y la rosa.

Y debo decir que, aunque Torrespaña sea el centro emisor de más alto rango, su madre nodriza sigue siendo Prado del Rey. En Prado del Rey está el poder para comprar, vender, programar, nombrar y cesar.

En cuanto al cuartel de Retamares, decir que con Zapatero (mejor dicho con Bono de Ministro del Ejército) el cuartel de Retamares pasó a ser y llamarse "Cuartel de la OTAN de Retamares". Según la nueva estructura de mandos de la Alianza Atlántica, Retamares era el Mando Componente Terrestre de Madrid; había otro en Heidelberg (Alemania); uno y otro dependían del Mando Conjunto Permanente de Nápoles. El ministro Sr. Bono, inauguró muy discretamente servicios e intercambios tecnológicos con los EEUU, sumándonos a un proyecto definido por la defensa a ultranza del modelo neoliberal y por la consolidación del esfuerzo militar que era necesario para protegerlo. Bajo la apariencia de una crisis diplomática con EEUU, que luego remitió, y el espectacular gesto de la retirada de tropas de Iraq, gesto que supuso un magistral golpe para desarticular el amplio movimiento anti-guerra en el Estado Español, asistimos a una total colaboración del gobierno de Zapatero con la OTAN y con EEUU. Me refiero a la consolidación de instalaciones de la OTAN en suelo español: Bétera, Rota, Zaragoza, La Marañosa, Torrejón y Retamares.

Y tengo una ligera sospecha: RTVE y Prado del Rey es posible que, subsidiaria o supletoriamente, ofrezcan servicios o sirvan para algo más, y no sólo como pretexto para combatir células subsaharianas de Al-Qaeda.

 

 

 CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO.  

LA TRANSICIÓN EN CAMPILLOS (MÁLAGA), TRAS LA MUERTE DE FRANCO.

 Recuerdos de quien fue el primer alcalde elegido a votos después de la muerte de Franco.

























domingo, 10 de julio de 2022

(II) LA TRANSICIÓN VISTA DESDE CAMPILLOS, POR D. CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO (II): CAPÍTULO PRIMERO. PERFIL ROMÁNTICO DE CAMPILLOS.

 

CAPÍTULO PRIMERO:


PERFIL ROMÁNTICO DE CAMPILLOS (Málaga)



Como su mismo nombre indica, es Campillos un pueblo agrícola, sometido al ciclo cósmico de sembrar, recoger y celebrarlo. Con el mismo trajín y el mismo encanto, desde que el mundo es mundo, desde los tiempos heroicos como se puede apreciar en las arriesgadas leyendas de Homero, especialmente en su “Himno a Deméter”, diosa de la cebada y la recolección.

En el otoño las gentes de Campillos siembran sus tierras. Los granos se pudren en el surco y toda la naturaleza se retrae como si ingresara en el reino de los muertos. Los campos, durante el invierno, aparecen desnudos y aterronados. Pero al llegar la primavera, toda aquella energía latente en las entrañas de la tierra, despierta, emerge y, valiéndose de las lluvias de Abril, sale de entre los terrones y asciende vigorosamente.

Los caminos y las cunetas se llenan de vida y de color. Bosques y campiñas se visten de jacintos y narcisos. Los campos de mieses y las praderas se alfombran de verde, salpicados de violetas y flores de azafrán. Estalla la belleza y se adueña la primavera sobre las tierras, los cortijos y también los sueños desde el primero hasta el último labrador.

Yo mismo he presenciado en más de una casa de Campillos cómo los labradores, en primavera, acuden con más asiduidad a visitar sus fincas, porque las tierras quieren amo que las trabaje y las visite. Cuando la espiga de trigo dice “aquí estoy”, “aquí me tienes”, su amo corta unas cuantas, las monta en el coche y las lleva a casa para mostrarlas a su gente y luego ponérselas al Corazón de Jesús o a la Virgen que preside la salita de estar.

Es costumbre. Lo hacen todos los labradores campilleros: Los Aragón, los Mesa, Navas, Recio Campos, los Campos, los Campos Campos, los Padilla, Aguilar, Galeote, Escribano, San Martín, los Alés, los Palop, Valencia, Lago, Peral, los Casasola, los Cuéllar, Avilés, Herrera, los Mellizo Baca, los Aragón Galán, los Carmona, Hinojosa, Baltasar Peña, José Ramón Conde, Macías, Carrión, Guerrero… Todos aman sus haciendas y, en llegando la primavera (como por aquí se dice), se van a ver las lindes que marcaron sus abuelos con ojos de águila, esas tierras que llevan más-dentro porque les dan de comer. Tierras de buena calidad. Con un ph alcalino, que oscila entre el 7’6 y el 8’5. Las mejores tierras de la comarca, lo dice su nombre: CAMPILLOS. El campo está en su origen, como siempre, porque el origen de todos los seres, de todas las cosas, arrancó del barro. Y, ahora…Permítanme la siguiente reflexión: En el instante, en el momento mismo cuando el primer labrador del pueblo de Campillos se presenta en su casa con las espigas de su propiedad, las muestra a los suyos y las coloca en la hornacina a los pies de la Virgen, en ese momento -digo- dan comienzo las fiestas del pueblo. Ese labrador es el pregonero. Y a mí me gustaría cederle estas páginas para que nos cuente el sentido de su ofrenda: ¿Qué es lo que celebra el labrador con ese gesto? ¿Es acaso devolverle a Dios el dominio sobre los campos y las cosas? ¿O hay algo todavía más profundo, algo más inmanente que emerge y se estampa en ese gesto ritual del campillero labrador? ¿No será, acaso, el ansia de un retorno, esa querencia dormida en el océano infinito de nuestra mente que espera volver a los tiempos y a la tierra que pisaron nuestros antepasados, aquellos aristócratas Patriarcas y Profetas?

Yo alcanzo a hacerme estas preguntas. Puedo y sé hacerlas. Mas no sabría contestar. Y así me quedo en la superficie del enigma, en el pórtico de la recolección.

Primero fue la sementera, las aradas y la escarda. Ahora viene la hoz. Escuchen los cantos y el fino silbar de los segadores. Vean alzar al viento la parva con el bieldo. Oigan a los gañanes, listos ellos, revueltos en risas, bien reliados, recordando aquellos viejos consejos para ir tirando por la vida. Después de ver y oír, siéntense ustedes a pensar…, perdida la mirada en lo alto de la torre de la iglesia de Campillos que todos llevamos troquelada como si fuera un injerto. Y ya pueden ustedes descansar.

Descansar…Cuenta el relato bíblico que Dios, al séptimo día de la creación, después de haber hecho al hombre a su imagen y semejanza, viendo que todo estaba bien, se puso a descansar. Lo mismo hizo Hércules, aquel héroe tebano, hijo de Júpiter y de Alcmena, quien después de realizar los doce trabajos (doce son los meses del año), después de haber llevado a cabo aquellas doce temerarias empresas, se fue de vacaciones, se fue a dormir y descansar sobre las arenas de la playa.

A este Hércules, por cierto, lo trajeron aquellos griegos tebanos que se instalaron por aquí, muy cerca de nosotros; en ese bellísimo pueblo fortaleza, el pulcro y bien alcantarillado pueblo de Teba con su derruido castillo en la cima, punto de mira para cañonazos y leyendas, última palabra de otras guerras. Un buen día Hércules se escapó de Teba. Quiso visitar la cuna de España y darse un garbeo por la ciudad de Gades. Y en esa dirección se nos fue.

Bajó a Guadalteba contemplando el inmenso volumen de las montañas que veía a lo lejos, desde el Torcal hasta la sierra de las Nieves. E incitado por las grullas planeadoras se dejó ir. “Nadie se ha muerto por andar”, decía, como si fuera Aquiles el de los pies ligeros.

Cruzó por lugares que, andando los años, serían hermosos pueblos como Cañete la real, Cuevas del Becerro, Ronda, Alpandeire, Benadalid, Benalauría, Gaucín, Jimena, Castellar, La Almoraina, San Roque y La Línea de la Concepción. Al llegar aquí, lo primero que hizo fue bañarse en las azules aguas del mediterráneo, separado entonces del Atlántico por dos altas montañas. Y como gustase de la exageración, esa mentira tan común entre los héroes y los santos, y deseando llegar a Gadir a nado sin alejarse de la costa, vióse obligado a realizar su último trabajo: separar las montañas Calpe y Abila (una en la costa española y la otra en la africana) para, de esta manera, comunicar el Mediterráneo con el Atlántico. Lo hizo en un plis-plas, y, sobre la cima de ambos montes levantó dos columnas, esculpiendo en ellas esta lacónica expresión: “Non plus ultra”.

Desde allí miró hacia España como volviendo sobre sus pasos y vio las márgenes de cuatro ríos: Palmones, Guadarranque, Guadalquitón y Guadiaro, en cuyas vegas asomaban limoneros, granados, membrillos y toda clase de hortalizas. Pudo ver otro río más, el río de la Miel y su vega cultivada con caña de azúcar. Y sabiendo que por allí, gracias a su último trabajo, pasarían griegos, cartagineses, tartésicos, vándalos, visigodos, romanos y musulmanes, cual si fuera un neandertal de antes de los tiempos del Diluvio, puesto en pie, comenzó a desgañitarse vociferando: ¡Yujúuuu…! ¡Oéee, oé oé oé, oé…oé, oé! ¡Oéee, oé, oé…!

Estaba Dios nuestro Creador y Señor del Mundo en su Olimpo, en lo más alto.

Y, estirando los brazos, retorciendo su cuerpo tontorrón, se desperezó. Se puso en pie. Dio un brinco inmejorable. Y vino a posarse sobre una campiña rodeada de albarizas, bujeos y olivares, en el mismísimo lugar donde hoy se ubica la Plaza Cardenal Spínola de Campillos.

Después de girar sobre sí mismo bendiciendo todos los espacios y alrededores, se reclinó sobre la tierra, escupió en el suelo, amasó barro, sopló y le dio vida a esa Vida que es el alma de Campillos. Con los dedos y las manos, cual si fuera un geómetra-alfarero, imaginó y fue entablillando la plaza principal de nuestro pueblo.

Estaba el Creador en el punto exacto donde hace algunos años había un kiosco con figura de palomar, y el hombre que regentaba aquel kiosco a todos saludaba y despedía diciendo: "Venga usted con Dios, vaya usted con Dios". Se llamaba Juan Izquierdo. Allí todos venían y marchaban con Dios, hasta que una mañana se acercó quien sería el primer alcalde socialista al final de la Transición (en las municipales de 1979), el muy querido y apreciado Fernando Parejo. Parejo compró el diario Pueblo, pagó y, al girar sobre sí mismo para irse, escuchó que le decía Juan Izquierdo:

-Vaya usted con Dios.

Y contestó Fernando Parejo:

-Dios no me hace falta. Yo sé ir solo.

Entonces, el alma de Juan Izquierdo, no siendo sino un átomo de Dios olvidado junto a la paz de los vencejos y las golondrinas que anidan en la plaza Cardenal Spínola de Campillos, le hizo recordar a Fernando Parejo aquel dicho: “Aparentar” tiene más letras que “ser”, pero vale menos.

Configurada la plaza, ésta se fue circunvalando con edificaciones, arcos y letreros de neón.

Decía uno: “Posada Antonio Romero”:



Para nada tenía que ver con las gañanías de los cortijos ni con las ventas de los caminos, donde se dormía en colchones más escuálidos y estrechos que una libreta de dos reales. La posada de Antonio Romero fue de aquellas donde el amo se acercaba a saludarte y siempre te decía: ¡Compadre, buen provecho y sirva de salud!

El estanco de Asunción Herrera, el bar Lamparilla de Salvador Morillo y, entre ambos, la Parada de Taxis, las dejó Dios a elección de los clientes.

Después de situar la Plaza de Abastos al comienzo de San Sebastián, le restaban a Dios tres esquinas más. Dos al comienzo de la calle Real.

Se acercó hasta allí. Tomó en sus manos aquel pincel del país de las musarañas y escribió en la esquina a su izquierda: AYUNTAMIENTO. Giró la vista a la derecha, y, a la esquina que tenía ahora frente a Sí, le asignó Dios múltiples funciones: Peña Kímber, Sindicatos, Bar la Lobilla, Peluquería, Palco de honor para miradas deseosas de mujerío y demás oficios de correoso poder. Precisamente, en el mismo lugar donde ustedes nos están viendo, por Semana Santa (1976):



Somos, de izquierda a derecha: 1. Francisco o Juán (de la familia de los Barquero), su padre era el conductor de Obras Públicas. 2. Juan Sánchez Romero. 3. Francisco Domínguez Catalán (municipal). 4. El comandante de Puesto de la Guardia Civil. 5. Juan Morales Padilla. 6. César R. Docampo. 7. Francisco granados Catalán. 8. Miguel Navas Lozano (Juez de Paz). 9. Nicolás García Romero. 10. Francisco Baca Lozano (Mellizo Baca) 11. Bartolomé Martín. 12. Manuel García Lago (municipal, padre de Manolo). 13. Diego Valencia Escobar. Y muchos más.


Todos los ahí presentes, sin saberlo ni caer en la cuenta, dábamos Fé de que allí había estado DIOS, Quien (puestas todas las tildes y comas), eligió el último lugar. El mejor de todos. El más extenso y adecuado, con la entrada mirando al Sur. “Aquí -dijo-, mi Tabernáculo, mi Casa, para que os acerquéis a daros golpes de pecho”. Y bajando los párpados, se cruzó de brazos con el fin de REPOSAR un instante, que fueron tres segundos y duró toda la noche. Andando el tiempo, los vecinos de Campillos eligieron ese lugar como parroquia bajo la advocación de “Nuestra Señora del Santo REPOSO”.


Al día siguiente, con el canto de un gallo, despertó el Señor y se puso de seguida a la tarea: Trazó tres rayas paralelas, tres calles, de Norte a Sur (calle Real, calle En medio, calle Alta), y seis o siete más de Oeste a Este, un poquitín pendientes para que las aguas discurrieran y lavasen los suelos, saneasen las calles y se activasen, sin desajustes, los desagües. Hizo después otra plaza: la Cruz Blanca, con Denominación de Origen. Y viendo Dios que en tiempos de prolongadas lluvias las aguas provenientes del camino de Osuna podrían encharcar ese generoso y tranquilo espacio triangulado, confluencia de las calles Alta, Santa Ana y Carmen, trazó en oblicuo la calle Molinos para que las aguas fluyeran en busca del arroyo del Rincón.


Cuando acabó de abocetar las calles, levantó las manos hacia el cielo y le dijo a los vientos: “¡Eh, eh! Con uno me basta: el Solano”. Y para que así fuese, elevó las tierras por el Calvario y la Cuesta o carretera del Saucejo y estableció más lejos las sierras de la Camorra, el Camorrillo y San Cristóbal.

Previendo los atardeceres de primavera y verano, llamó a los estorninos y lavanderas, a los gorriones y zorzales, a los vencejos, aviones y golondrinas. Todos acudieron al instante y les habló el Señor diciendo: “Os quiero por aquí todas las tardes; dormiréis en estos frondosos árboles. No os preocupéis; no se avistan depredadores”. Dijo el Señor y bostezó susurrando: ¡Bueno, bueno, bueno…!

Cuando se dio cuenta de que restaba lo más arduo para la fundación de un pueblo, exclamó diciendo:


¡Que se acerquen los hombres!”. “Que vengan las mujeres más atractivas y los hombres más tercos y corajudos. No me importa dónde hayan nacido. Me da lo mismo que sean celtas, ligures, íberos, fenicios, cretenses, griegos, carboneros de Osuna o sogueros del Dulce Reino de Galicia. Lo primero que habrán de hacer será agenciarse un arado romano, un arado de palo, y ponerse a sembrar. Éste es su campo. Sea Campochico, Vilacampa, o Al-Ésjaton, se llamará CAMPILLOS.


Han de construir hornos para hacer pan, ladrillos y tejas. Los primeros en llegar tendrán pleitos y disputas con los vecinos de otros pueblos aledaños por cuestión de límites y mojones. Y cuando un hombre se tropiece con una mujer, ella notará que hay una mirada que le traspasa el alma para que se cumpla lo que siempre dije: ¡Creced y multiplicaos! En Campillos ha de haber siempre... una, dos, treinta o cincuenta mocitas que tendrán a todo el señorío alborotado. De manera que... amaos como si fuera un cuento para siempre. El cuento de nunca acabar.


Al poco tiempo, Campillos se despertaba con las primeras luces del amanecer, asomándose hacia las cimas de los montes malagueños salpicados de caseríos blancos, más allá de Peñarrubia, Ardales, Carratraca, Alozaina, Junquera o El Burgo. E hizo el Señor que Campillos y todos los campilleros disfrutasen de un concepto romántico de Justicia, la vista prudente de los caracoles y el olfato de un perro. Así consiguió Dios que Campillos fuese un pueblo andaluz al cien por cien: estoico y fatalista, comerciante y luchador; algo tramposo y algo bribón siempre que necesario fuese. “Nada de gansos”, les había dicho Dios; “Los gansos me salvaron una vez el Capitolio, pero es muy difícil que la historia se repita”.


Por haber creado un pueblo andaluz, el Señor (que es buena gente y muy flamenco), deseando saber cómo se las gastaban los habitantes de Campillos, se propuso pasar visita al pueblo, y ya dentro de sus calles se fue en dirección a la “Peña Kimber”.

En una de las puertas de acceso al bar La Lobilla, estaba Isabel junto a su hijo Alfonso con dos fuentes de almejas a la marinera, más tres o cuatro botellas de manzanilla de Sanlúcar. En éstas se presentó El Señor Dios. Con mucho respeto saludó a los allí presentes, abrazó a Isabel, bendijo el local y se fue tras ellos.

Saliendo a la acera de la calle Real, los siguió hasta una primera puerta que daba a una escalera que subía a una estancia que tenía las paredes recubiertas por esos cartones que sirven para embalar docenas y docenas de huevos. Una estancia muy peculiar donde la agudeza verbal era de tal calibre, mezclando mentiras y reproches con tal arte..., que siempre acababan en jauría de espadachines con cara de garduña, siendo todo un puro teatro. Y así cada día, según el calendario de cada cual.

Cuando llegaron Isabel y su hijo Alfonso con las bandejas, sus majestades los sarracenos de la Peña Kimber le decían a Isabel: ¡Qué guapetona estás! Y, tocando palmas, le cantaban:


Si yo tuviera de dinero lo que tengo de voluntad,

Te daría, de chocolate, el Peñón de Gibraltar,

¡Ole, ole…!”


Eran ellos: Salvador Berdún, Martín El Roto, Andrés Padilla, José Mª Campos, el Sordo Biona (marido de Juanita la peluquera), Antoñito Guzmán, Nicolás Cuellar, Ricardo Macías, Diego Albarrán, El Tabacalero, Diego el Músico, Pepe Manzano, El Berti, Lorenzo, y algunos más. Después de probar las almejas y servirse en vasos la manzanilla, percatándose de que tras Alfonso había una Persona para ellos desconocida, sin saber que fuese Dios, se pusieron de nuevo a tocar palmas cantando todos a una:



“Dos andares tiene el dinero:

Viene despacio y se va ligero,

¡Ole, ole, ole…chim-póm!”


Cantaban, reían, y se aplaudían, todo a la vez.

Pero siendo como eran personas educadas a pesar de su apariencia de cabra loca, invitaron al Señor a una ronda y a que probase unas almejas y degustara una copita de Manzanilla. El Señor no la despreció. Y después de despacharse bien, sacó una moneda de seis óbolos, que era una dracma, la dejó sobre la mesa, bendijo a todos los miembros de la Peña Kimber con su infinita mirada, y se fue escaleras abajo, dejando un perfume a sándalo y a rosas del palacio de Las Dueñas de Sevilla y del palacio de Amezúa, Casa del Reino de Galicia en Madrid. La moneda que había soltado el Señor, la dracma, comenzó a crecer, a multiplicarse, más y más. Estaban sus majestades los sarracenos de la Peña Kimber con los ojos tuertos. Le

llegaban hasta las cejas. No acababan de comprender aquella mudanza monetaria tan creciente y al instante decidieron lo que iban hacer con tantos cuartos:


-¿Qué hacemos con ellos? -dijo Pepe Manzano.

-¡Gastarlos, coño! -respondió Martín, El Roto.

-¡Quia! ¡Ni hablar del asunto! -expuso Salvador Verdún, añadiendo-: Este dinero es sagrado. Ya veremos lo que hacer con él. Para Cáritas, para Aspromanis, para las Cofradías de Semana Santa. Ya se verá. ¿Estamos?

-¡Estamos! –dijeron todos a la vez.



De manera que, respetando la sacralidad de aquellas dracmas, se rascaron los bolsillos, pagaron a partes iguales lo que se debía y se fueron escaleras abajo cantando a media voz:




“Qué alta que va la Luna

Y el lucero en su compaña.

Qué triste se queda un hombre

Cuando una mujer lo engaña,

¡Ole, ole, ole…!”.


Bajó El Señor a nuestras campiñas. Ideó el pueblo de Campillos. Y, entre las cuatro paredes recubiertas con cartones de embalar huevos de la Peña Kimber, nos dejó una dracma con la potencialidad de multiplicarse al infinito. Esa dracma que salió de los bolsillos del Señor bien podría representar el talento tan notable que en Campillos se transmite de padres a hijos. También podría significar aquel arado romano (con su garganta, mancera, bilortas y reja) que fue creciendo, se fue arropando de nuevas funciones, convirtiéndose en “Arados Candilones”, después en el arado de hierro “Iduya” con su doble vertedera giratoria que se cambiaba a cada paso de la besana y, más tarde, en el arado “Bravant” y los arados “Subsoladores”. Para, finalmente, ser sustituidos por su ilustrísima el Tractor, multiplicando rejas, utilizando la “Grada de Discos” y demás artefactos.


Aquellos arados habían dado mucho trabajo a los herreros. El yugo o hubio y las colleras de esparto sobre el cuello de los mulos, más las jáquimas y bozales, daban trabajo a sogueros y talabarteros”.

Entre la sementera, la escarda, la siega y la trilla, los obreros de Campillos aguantaban las lluvias, el barro, los vientos y el frío, el calor y el polvo. Y también el hambre, pero había que llevar a casa un pan bajo el brazo”. (Así lo cuenta D. Federico Manzano Sancho, en su obra-manuscrito “NUESTRO TIEMPO”).


Una cosa es cierta: Aquella dracma que El Señor les había donado a sus majestades los sarracenos de la Peña Kimber, después de multiplicarse, se hamaca en esa imaginación tan brillante y creativa que heredan a beneficio de inventario cuantos nacen en Campillos. Hombres muy corridos que te cazan las mentiras al vuelo, sabiendo de memoria la vida y milagros los unos de los otros.

Es un bien ganancial de propiedad indivisa.

Y…


Siempre habrá nieve altanera que vista el monte de armiño... y agua humilde que trabaje en la presa del molino. Siempre habrá un sol también, un sol verdugo y amigo, que trueque en llanto la nieve y en nube el agua del río". ("Versos del Caminante", de León Felipe).


NOTA BENE:


El vino que bebían los sarracenos de la Peña Kímber era de garrafa. Unos garrafones que Pepe Manzano traía de Sanlúcar de Barrameda, a donde iba a llevar a su hermana mayor, porque su confesor era un capuchino de Antequera que lo habían trasladado a Sanlúcar de Barrameda.

A Pepe Manzano le decía su hermana: “Por qué no me llevas a Sanlúcar que quiero confesarme con el Padre Honorio”. Luego, al final de tantas confesiones, el tal Padre Honorio se salió de fraile, se casó y se fue a vivir con su mujer a uno de aquellos apartamentos que tenía el practicante Vera en Benalmádena. 

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CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO. "LA TRANSICIÓN EN CAMPILLOS (MÁLAGA), TRAS LA MUERTE DE FRANCO".




























































sábado, 9 de julio de 2022

(I) LA TRANSICIÓN VISTA DESDE CAMPILLOS, POR D. CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO (I): PRESENTACIÓN.

 

EN PRÓXIMAS PUBLICACIONES, VAMOS A TRASLADAR AQUÍ CONTENIDO DEL LIBRO DE MEMORIAS DEL EX ALCALDE DE CAMPILLOS CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO, "LA TRANSICIÓN EN CAMPILLOS (MÁLAGA), TRAS LA MUERTE DE FRANCO" (publicado y vendido, en la actualidad, en Amazon):
 
 
 
 
 
 
    

PRESENTACIÓN:


Después de la muerte de Franco no fue fácil la Transición.

Aventurarse y bregar sobre una cancha de reivindicaciones, amnistías, sustos, conquistas de libertad y alguna que otra tormenta, tuvo sus riesgos, como veremos.

Tampoco es fácil relatarlo. Nadie está en posesión absoluta de la Verdad. Donde hay una persona hay siempre algo de verdad; una perspectiva personal, nueva y distinta, sobre la realidad de las cosas. Convendría escuchar a todos, sumar todas las perspectivas y después contarlo. Por consiguiente, mis palabras admitirán con agradecimiento cualquier clase de réplica, antítesis o corrección, en la seguridad de que en mí es verdadero todo aquello que admito en los otros; y será falso todo aquello que les niegue a los demás.

Para convivir cohesionados y en paz dentro de los límites de un municipio, sería conveniente acertar a exponer todos los puntos de vista y escucharnos con respeto, en la noble aventura de sumar voluntades y apaciguar conciencias.

Recuerdo que en muchos pueblos de Sudáfrica, cuando nace un hijo, siempre hay un miembro de la familia que lo toma en brazos y lo levanta hacia el cielo diciendo: “Naces en un país que ha sido capaz de perdonar y seguir adelante”.

Hablar sobre Campillos me obliga a establecer un perfil en dos dimensiones. Su Perfil Romántico: lo perenne, lo mágico e irracional. Y en segunda instancia, el Perfil Humano e Histórico, a ras del suelo, donde sentarse y detenernos a pensar las cosas que acontecieron y por qué transcurrieron como transcurrieron.

Permítanme, además, decirles que yo no creo en la objetividad, sí en la subjetividad. Lo objetal u objetivo es siempre un “algo amorfo”, “sin forma”, es decir: carente de inteligibilidad. Así pues, confieso que hablaré a mi aire, a mi manera, subjetivamente, por supuesto, con entera libertad en las formas y en el fondo, sobre todo en los temas más candentes, porque los acontecimientos de un pueblo tienen un carácter tan venerable que exigen desenfado y un cierto coraje frente a los embrollos de la política o las tramposas manipulaciones de la historia.

La guerra civil, por fuerza, debiera estar presente en esta historia.

Siendo alcalde de Campillos, en mis manos aparecieron papeles que, al leerlos, se me erizó el vello de los brazos. Lo comenté con el Gobernador, D. Enrique Riverola, y me dijo que los quemara. ¿...?


Fue tremenda la represión. Si los primeros mártires de Campillos fueron sesenta y seis, cuyos nombres figuraban en las lápidas que mi Corporación sustituyó el 15 de Agosto de 1977, los mártires del bando republicano fueron más de quinientos. “Anónimos”, hasta el momento, porque la Historia (algunas veces) es cobarde.

Bajo la forma de Flashback, asomo a los lectores en cinco momentos a la crueldad de nuestra Guerra Civil, valiéndome del testimonio de una persona que, siendo de derechas e ilustrada, nos ofrece su visión (a mi juicio, neutral e impecable) sobre la primera parte del holocausto en Campillos. Me estoy refiriendo a D. Federico Manzano Sancho. Queda por escribir la historia de la otra parte. Y, como le dije en su momento al Gobernador Civil D. Enrique Riverola, cuando me preguntó con qué criterio había sido Campillos el primer pueblo de toda España en cambiar las lápidas de los Caídos, no supe otra cosa que decirle: "Porque yo creo que, respecto a los muertos de nuestra Guerra Civil, hay que contarlos a todos (a los de uno y otro bando) y sentir dolor.


Y, hablando de Campillos, además de otras muchas fuentes, quiero recordar a mi buen amigo Alfonso Valencia Lozano por su saber y sus notables reflexiones respecto a CAMPILLOS. Alfonso es un analista que conoce y se maneja con soltura por entre los recovecos, refranero y abismos de su pueblo natal. Alfonso sabe de los gozos, los quebrantos y alegrías enjauladas en el alma de las gentes campilleras; alegrías y quebrantos que no se dieron nunca pero se dan siempre y a cada instante. Alfonso expresa y nos hace ver la supratemporalidad y el falansterio de muchísimas historias de aquellos tiempos arduos de cuando la guerra, el hambre, la emigración y el estraperlo.


Haciendo constar mi agradecimiento a D. Miguel Manzano Alés (el hijo mayor de D. Federico Manzano) quien me autorizó para servirme de las memorias de su padre, y a mi buen amigo Alfonso Valencia Lozano, a todos mi gratitud y afecto más sincero.


Jerez, a 25 de Junio de 2015.


CÉSAR RODRÍGUEZ DOCAMPO. "LA TRANSICIÓN EN CAMPILLOS (MÁLAGA), TRAS LA MUERTE DE FRANCO".

 
 
 

 
 
 
 

 
 



 


"CRÓNICAS DEL VIENTO SOLANO", DE D. BARTOLOMÉ SOTO GIL.

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